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El matrimonio inglés que se enamoró de Tucumán

DESDE OXFORD

Sarah Ekdawi y Peter Brandt llegaron a la provincia para dar un curso y aprovecharon para hacer turismo. Se fascinaron con nuestros paisajes, museos y pasiones. "No dudamos en recomendar Tucumán a nuestros amigos", confiesan.

SONRIENTES. Peter, Sarah y su anfitriona, Giuliana, durante la visita a la Casa Histórica.





Llegaron para dar un curso, se vuelven a casa enamorados de una provincia que los cautivó con sus paisajes, con su arquitectura, con sus comidas y con la buena energía de su gente. Sarah Ekdawi y Peter Brandt son un matrimonio inglés de docentes de la Oxford School of English. Y desde la semana pasada son, también, tucumanos por elección. 

"Nos encantó lo que conocimos, lo que vimos y lo que compartimos, fue una experiencia maravillosa", sintetiza él con una gran sonrisa en su rostro. Junto a su esposa dictaron una capacitación para profesores y estudiantes avanzados de inglés de nuestra provincia, y se llevaron una sorpresa de las buenas. "Nos quedamos impresionados con el alto nivel de conocimiento académico y pedagógico de las personas que tomaron el curso, hemos dado esta misma capacitación en otros lugares del mundo pero no habíamos visto este nivel anteriormente”, explica Sarah

El Teacher's Refresher Coursees un entrenamiento para profesores no nacidos en países de habla inglesa que busca refrescar metodologías de trabajo e integrar otras nuevas. Tuvo una duración de 10 días, y en nuestra provincia estuvo organizado por SADOP, el Sindicato Argentino de Docentes Particulares, junto con Oxford Cultural”, un emprendimiento tucumano que organiza viajes de estudio en la ya mencionada Oxford School of English, y otras ciudades europeas.

Tras el evento, la pareja tendrá una breve estadía en casa antes de partir a Grecia, donde fueron invitados a participar de un congreso.  


En su paso por Tucumán, aprovecharon cada minuto para conocer nuestra provincia, sus lugares emblemáticos, sus costumbres y su gente. “Nos gustó mucho la gran cantidad de edificios con fachada antigua, la arquitectura colonial es hermosa”, coincidieron. Por aquellos días, visitaron el Museo de la Ciudad, la Casa Histórica, la Casa Padilla y el Museo Presidente Avellaneda. En todos ellos tuvieron la posibilidad de recibir atención y guiado en inglés, algo que hizo la experiencia mucho más amena. 

De todas formas, el idioma nunca es una barrera. Peter entiende todo lo que escucha en español, y un poco se anima a hablarlo, aunque eso pueda traerle algún que otro problema con su esposa. “El primer día, le pregunté a la recepcionista del hotel si me podía dar un vaso, y mi esposa entendió que le estaba pidiendo que me diera un beso”, cuenta con mirada cómplice y una sonrisa que va de oreja a oreja. 

El fútbol, esa gran pasión

Peter es simpatizante del Chelsea inglés, pero en su paso por nuestro país también eligió a sus equipos. “Me hice de Atlético, y de River”, confiesa. Le tocó estar en los días previos a la primera gran final de la Libertadores, en la que todos hablaban sobre el superclásico, y optó por sumarse a los “Millonarios”. Además, estuvo cerquita del “Monumental” José Fierro, y pudo ver el movimiento del barrio en un día de partido, en la noche que el “Deca” le ganó 2 a 1 a Rosario Central. “El fútbol es sin dudas la gran pasión de Sudamérica. Su fanatismo es algo que a nosotros nunca deja de asombrarnos, pero hay una cosa que no puede entrar en mi cabeza: ¿cómo puede ser posible que los hinchas visitantes no puedan ir a ver a su equipo? Eso es algo que realmente no puedo comprender”, se sincera, con toda la razón.  

La experiencia Tafí



Durante su fin de semana libre, eligieron conocer Tafí del Valle. “Teníamos mucho sueño a la hora de salir a la ruta, pero hacíamos fuerzas para no dormirnos porque no queríamos perdernos ni un poquito de todo ese verde tan hermoso que tienen los tucumanos. Estamos maravillados”, recalcó Peter.

“El paisaje es impresionante, y nos sorprendió también las buenas condiciones en que tienen a los animales”, agrega Sarah, antes de contar algunos detalles de sus días en el Jardín de la República. “Hemos sufrido un poco porque estamos acostumbrados a cenar a las 19, pero nada que sea tan grave. La verdad que la estadía ha sido muy agradable y muy divertida, hemos tenido la suerte de tener muy buenas anfitrionas, y hemos probado cosas riquísimas como empanadas, asado, humita y locro. Sin embargo, nada nos ha gustado tanto como su queso de cabra”, dispara. Y sí, sobre gustos, no hay nada escrito.