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Carlos Alsina, una vida dividida en dos continentes con una única pasión

Teatro de acá

El director y dramaturgo, creador de 56 obras, cuenta como se inició en el teatro y las dificultades del trabajo independiente.

Foto de Tomas Posse.





“Ni por la gloria, ni por la vanidad solo por la certeza de la pasión”, es el lema que comparte Carlos Alsina con los colegas con quienes sube a escena en el Teatro El Pulmón. Desde hace más de 15 años que esta sala ubicada en Córdoba 86 es el espacio destinado a la creación artística de forma cooperativa.

Alsina ha construido su carrera en el teatro dividiendo su tiempo entre Tucumán e Italia, donde se radico después de la hiper inflación en el 90. Como dramaturgo Carlos escribió 56 obras, de las cuales 48 ya fueron puestas en escena en diferentes partes del mundo.

“Tuve la suerte que cuando tenía trece años me llevaron a ver un espectáculo que me conmovió, ahí tuve la revelación de que esa iba a ser mi vida”, recuerda Carlos. “Mi fortuna fue descubrir esa pasión siendo muy chico, encamine mis pasos para eso”, agrega.

Su camino en el teatro empezó cuando cursaba su secundaria en el Gymnasium y forma parte del elenco del colegio. Cuando terminó, comenzó a estudiar abogacía pero seguía haciendo  teatro junto a “Nuestro Teatro”, la emblemática compañía que funcionaba en casa de Rosita Ávila.

"Ahí había un espíritu y una mística en la que todos hacían el todo, eso es algo que tratamos de hacer aquí también”, explica sobre la influencia de sus maestros en su metodología de trabajo. “Existe la construcción de una totalidad, el verdadero trabajo de un actor independiente es tener una conciencia de todo”.

Esta mirada es aplicada en el modo cooperativo de trabajar que aplica en sus producciones. La plata que se genera con la venta de entradas es repartida de formas iguales entre todos los que intervienen en la producción. "Yo no soy un empresario de sala, yo soy el director y gano lo mismo que un compañero o compañera que recién empieza”, afirma.



Carlos es consciente que en gran parte el mantenimiento de la sala depende de lo que el genere con sus trabajos en Europa y que la posibilidad de tener un salario con el teatro independiente en Tucumán es difícil. "Esto se da porque estamos muy influenciado por lo que se produce en Buenos Aires y porque el único ingreso es el corte de tickets, que no alcanza”, sostiene.

El director entiende que es importante pensar en un teatro propio, desde la propuesta global. "Pese a que las dificultades que tiene una personas que hace teatro en Tucumán, Argentina o América Latina en general son el doble,  nosotros con nada somos capaces de hacer un hecho artístico”, argumenta.

Casi treinta años de trabajar en Italia le han permitido observar la diferentes formas de trabajar y como las culturas se relacionan con el arte. “Para poder lograr que dos personas se toquen en un ejercicio de actuación en Suiza puedo estar dos semanas, son una sociedad muy represiva consigo”.

Su llegada a Europa fue como la de cualquier migrante que escapa de un país en crisis. Comenzó trabajando de lo que pudo, aunque siempre pudo estar vinculado al teatro gracias al Nobel de la Literatura Dario Fo. Se habían conocido un par de años antes durante una beca en Berlín y este le permitió ir a los ensayos de sus obras en Milán.

De allí fue conociendo personas del mundo del teatro de Italia. Lo llamaron para dar un taller que luego se transformó en una constante. Hoy vive seis meses en cada continente ejerciendo su pasión: el teatro.

"Siempre hice mi trabajo con honestidad, pasión y sobre todo con coherencia entre lo que pienso y lo que siento”, sentencia Carlos Alsina.