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Mercedes Pacheco y su benefactor Juan Benjamín Terán

OPINIÓN

La madre Mercedes y su lucha por mejorar la vida de los más vulnerables en tiempos convulsionados para la provincia y el país. Un legado luminoso que aún no recibió su justo reconocimiento. Por Graciela Jatib.


Un 10 de octubre de 1867 nace en Tucumán la Madre Mercedes Pacheco. Fue nada menos que el fundador de la Universidad Nacional de Tucumán, Dr. Juan Benjamín Terán, quien nos dejó un bosquejo de su vida y un concepto que la magnifíca en la memoria colectiva. Al momento de la  muerte de Mercedes,en 1943, el Dr Terán envía una carta que se encuentra en los archivos de la congregación y escribirá en ella:" Es, sin duda, un título para Tucumán contar con una evangelizadora así. Es,en efecto, una prueba luminosa de lo que puede, en años de confusión como los que vivimos, nuestra tradición católica". Estas palabras  no provienen de un círculo religioso ni eclesial, sino de quien pusiera las primeras semillas del conocimiento y el progreso en el Tucumán de 1914.

Al referirse a la Madre Mercedes, el Dr Terán también se agiganta en la historia provincial, porque conocemos que fue un gran benefactor de esta obra pachequina, lujo innegable para la sociedad tucumana. Mientras en este  tiempo (2024) las políticas públicas amenazan con desfinanciar las universidades, vemos la acción de dos grandes gestores de conocimiento, trabajo y progreso, visionarios y profetas en tiempos de confusión y desasosiego. 

Recordemos que a finales del siglo 19  y comienzos del 20,  el país se encontraba en procesos de organización. Una epidemia de cólera, ocurrida en 1886, había dejado  incontables  menores  huérfanos, arrebatando la vida de  un tercio de la población tucumana; las crónicas se refieren a "la niñez desamparada". Mientras la escena social  abundaba en orfandades por esta epidemia  que se había cobrado tantas vidas, la actividad  corajuda y persistente de la Madre Mercedes logró forjar a partir del año 1895: un Asilo de niños y niñas sin hogares,escuelas de todos los niveles(incluidos terciarios),  atención espiritual y cuidado de enfermos, talleres de artes y oficios, establecimientos asistenciales y educativos ,guarderías maternas, cantinas maternales,escuelas profesionales y de manualidades. Toda esta actividad estaba coronada por la gratuidad y la preferencia hacia los más débiles de la sociedad; cobró vida en nuestro país y en  países hermanos como Paraguay y Uruguay . De esta manera, estelas de bien y de justicia  daban forma a una historia que comenzaba a bosquejarse. 

 La fundación de una escuela de oficios es pionera  de los trayectos que se abrirán en el futuro; tuvo  una clarividencia sobre la problemática del trabajo, la desocupación y la subocupación, temas  que hoy siguen empañando  a nuestras sociedades.La mujer de aquella época vivía con el estigma del trabajo entremezclado con la moralidad   y condicionado a ella. Existían trabajos dignos e indignos y rótulos sociales  en torno a  lo que las mujeres realizaban para ganarse la vida.  A las trabajadoras del servicio doméstico se las tildaba de vagas, repudiables y provocadoras. Las tareas como el lavado o el planchado,comúmente  la realizaban las empleadas en sus casas, teniendo que caminar largas distancias y sin el pago de lo que ahora llamaríamos "viáticos" para buscar o entregar las prendas.

 El 30 de abril de 1904 se presentó el primer tomo del "Informe sobre el estado de las clases obreras en el en el interior de la República Argentina", confeccionado por el Dr Juan Balet Massé   y por encargo del tucumano  Julio A.Roca, entonces presidente de la Nación.  En ese informe se explica la situación de explotación: "La lavandera y la planchadora viven mal, pero viven;la costurera , agoniza". La clase más numerosa entre las trabajadoras eran las costureras, que vivían de sueldos miserables también pero se  tenía un poco más de respeto hacia ellas, al considerárselo   un oficio  "respetable" para el contexto epocal.  Dicho estudio dio lugar a la Ley Nacional de Trabajo.

 Quizás con esta aclaración se entiende mejor la labor de la Madre Mercedes que quiere librar a las mujeres del peso social de oficios que eran considerados deplorables y que las ponía en situaciones de desventaja, agudizando la desprotección y la pobreza. El ofico de costurera, que también lo asume ella como sostén familiar y como iniciativa al abrir los talleres, era mejor visto; incluso las señoras y señoritas de las clases altas, ante la necesidad, lo realizaban. 

 La mirada social empañaba también la toma de decisiones. Le pasa a Mercedes cuando decide irse a vivir sola , dejando la casa de la querida señora Tomasa Padilla, porque debía abrir un taller con niñas a su cargo. En este caso le dicen sus amigas y conocidas que se exponía: "...me exponía a que me levantaran calumnias..."  Caminar sola, vivir sola, andar a ciertas horas de la noche, vestir determinadas ropas eran  prácticas negadas a las mujeres. Esta letanía de obligaciones y costumbres que resultan absurdas a nuestra época, eran sobrellevadas por algunas mujeres y repudiadas por otras. Mercedes pasa a ser una de esas mujeres que transgreden los códigos epocales y se anima a lo que otras mujeres no se animaron:" Este fue el comienzo de mi obra a favor de los niños huérfanos y desamparados.  En una noche del mes de agosto del 95 tomé posesión de una nueva casita en la calle Maipú, acompañada sólo de una huerfanita de 8 años, criada por mí." 

Estos recuerdos son relatados por la Madre Mercedes aproximadamente en el año 1930 y a pedido del Obispo Macchiolli. El documento original se encuentra en la congregación. Cuando la Madre Mercedes  escribe sus Apuntes y Recuerdos, han pasado  cuarenta años. Los avatares y tormentos vividos y experimentados en torno a esta obra maravillosa erigida por la Madre Mercedes  hacen más relevante su recuerdo, más significativa la gratitud hacia ella, más profundo el amor. Su vertiente de debilidad  humana engrandece la obra.  Una mujer pequeña, nacida en un lugar perdido en la geografía tucumana, expuesta a las concomitancias del ser mujer en esa época de tantas desigualdades, con orfandades existenciales, con el peso de una familia destruida, con anhelos religiosos profundos y con un horizonte opacado por la niñez desamparada en cuya reparación y contención encontró su forma de amor a Dios.  Escribirá el emblemático  Dr. Terán :" Nunca olvidaré la impresión que causó en una de sus visitas, por la emoción con que expresaba su amor a los niños. No creo que tuviesen mayor fuerza apostólica los primeros cristianos en su misión evangelizadora." 

 La vida de Mercedes Pacheco y sus fundaciones resultan ejemplificadoras y profundamente conmovedoras, contangian fortaleza y esperanza en medio de contextos de incertidumbres y temores. Siga la Madrecita Mercedes, con su maravilloso espíritu, amparando las fragilidades de una patria que le debe un reconocimiento.

*Graciela Jatib "Mercedes Pacheco, fundadora tucumana" (Ediciones del Parque, Tucumán, 2024).