El éxito de Javier Milei
Es indiscutible que la performance de nuestro actual presidente libertario es impresionante. Electoralmente obtuvo un rotundo éxito, políticamente es implacable y económicamente… ¿Hay que darle más tiempo a un plan económico de una agenda ideológica bien conocida y probada? ¿Merecemos todo lo que nos está pasando? ¿Veremos finalmente la luz al final del túnel?

Javier Milei. (Foto: captura de portada de revista TIME)
Ya escribí un análisis exhaustivo sobre el origen ideológico de Milei y los libertarios hace más de 2 años. Absolutamente nada de lo que está pasando me sorprendió salvo la rotunda victoria electoral. De hecho, en dicho artículo pronostiqué la alianza entre Macri y Milei, aunque debo admitir que no imaginé que fuese tan explícita y tardía. Pero todo eso ya no importa, veamos lo que pasa hoy.
Ni bien asumió quise advertir o refrescar todo el trasfondo de las “ideas de la libertad” y sus peligros, sin embargo me vi abrumado y aterrorizado por la violencia y contundencia de los eventos. No sabía por dónde empezar y lamentablemente había que esperar a sentir los evidentes efectos de sus políticas y dar margen a la decisión popular. Dicho todo esto, vamos al grano, ¿realmente se está haciendo lo que se tiene que hacer en materia económica?
El hogar que gasta mucho
Analicemos nuestro país y lo que está pasando a través de la falaz analogía de la economía de un hogar. Argentina es una familia que gasta más de lo que gana. Entonces ajusta gastos y mejora. Fin. ¿Simple no?
Profundicemos la analogía. Argentina es un hogar que gasta mucho, entonces deja los gastos superfluos. Sin embargo, esto no es suficiente, esos gastos son una porción muy pequeña de su presupuesto, hay que recortar más.
Los padres de esta familia se obsesionan con el tema gasto y deciden no pagar más la educación de sus hijos, deciden recortar fuertemente el gasto en comida, deciden no gastar más en médicos y medicinas, deciden vender el auto, deciden no hacer más arreglos en su casa y así.
El resultado es que los integrantes de esta familia, por los recortes en alimentos, ya no tienen fuerza para salir a trabajar o estudiar. La salud de sus miembros se deteriora y el problema presupuestario entra en un espiral descendente en el que cada vez hay menos ingresos y ya no queda por donde recortar.
Como dije, comparar la economía de un hogar con la de un país es falaz, para empezar una familia no tiene una impresora de billetes. Pero bueno, se entiende. Actualmente somos un país con una economía completamente agonizante en la que los recortes no estarían equiparando la licuación de ingresos.
Ahora, qué pasaría si los padres de dicha familia en vez de obsesionarse con los gastos, se concentran en buscar nuevos ingresos ya sea mediante cambios laborales, emprendimientos o inversiones. ¿Es lógico no? Bueno, dicha lógica no es válida para el pensamiento libertario/neoliberal.
El parate de la inflación
Salgamos de la falacia. Hablemos de cómo funciona el modelo económico capitalista, consumista y globalizado al cual suscribimos y actualmente nos alineamos fanáticamente. Hablemos del eje de la política económica de Milei para frenar la inflación y estabilizar la economía. Este plan es muy de la escuela austríaca y consiste en no hacer nada. Dejar que los precios floten libremente y busquen el dichoso equilibrio del cuentito de la oferta y demanda.
Es así que los precios se disparan hasta que finalmente el consumidor no compra, la ventas caen y no queda otra que “bajar los precios”. La consecuencia de este proceso es que sencillamente el vendedor gana menos. El vendedor tiene que recortar. El vendedor no crecerá, no abrirá nuevos negocios, no tomará nuevos empleados, etc. No solo eso, el vendedor decrece, cierra sucursales, echa gente, etc. Si decrece no gasta, si no gasta su proveedor gana/gasta menos, sus empleados despedidos evidentemente gastaran menos y así. Todos ganan menos, consumen menos y le generan eso mismo a su contraparte en la cadena.
La recaudación del IVA cae a niveles de otro proceso (forzado) de congelamiento de la economía, la pandemia en 2020.
Este agujero negro trae otro problema, la recaudación. El estado recorta, produce una recesión, se vende menos, se labura menos, se recauda menos. La interrogante ahí es preguntarse de qué sirve “ahorrar” si por otro lado vas a cobrar cada vez menos impuestos. Conscientes de esto, ¿realmente hay que darle más tiempo a esta fórmula?
Solo ese efecto convierte en un completo sinsentido las políticas enfocadas en el recorte, sobre todo si vivimos en un sistema adicto al consumo que produce crecimiento si se gasta. Hay que preguntarse si este sistema occidental es adecuado y si nos llevará a buen puerto. Pero bueno, es el esquema en el que nos encontramos insertos. Existen otros modelos de economía, pero eso es material para otro artículo y creo que cuando esta joda estalle veremos cuales son los países que apostaron a la acumulación de recursos reales que a la falopa del consumismo.
Otra forma de hacer economía. Rusia entra en la guerra con Ucrania y luego de una inicial caída, su moneda, el rublo, recupera su valor y hasta crece hasta llegar a un pico. ¿Cómo es posible que ante el ingente gasto de una guerra un país fortalezca su moneda? Evidentemente Rusia apuesta a la acumulación de recursos reales como el oro, el desarrollo de industria pesada y la producción de energía de la que depende europa. La pregunta sería, que vale más, este tipo de crecimiento o el que produce el consumo de "ceros y unos" (apps, redes sociales y plataformas de contenido multimedia).
Pecadores
Existe además una concepción de gimnasio de que si el ejercicio duele es que está funcionando. Una concepción bien católica de que estamos expiando los pecados de la joda del pasado. Ya explicamos que desde la lógica hedonista del actual sistema consumista, ese dolor no nos dará más músculo, sino al contrario.
Pareciera que hay un placer culposo en ciertos estratos sociales que tácitamente elaboran una formulación implícita que dice más o menos así: “prefiero fundirme a que el negro, el puto o el zurdo siga cobrando”. Suena fuerte, pero es una idea manifiesta, un verdadero estandarte presente en buena parte del electorado de Milei.
Otra formulación vigente es “de esta se sale laburando”. Uno puede trabajar en un comercio 16 horas al días, pero si los compradores no vienen… Ya explicamos bien eso. “¡Agarrá la pala!”, ¿cuál si se paró en seco la obra pública?
Pero bueno, mientras al puto/negro/zurdo le vaya mal, todo vale la pena.
La joda
Alguno ya pensará, “pero ya van a venir las inversiones”. Sí, eso sería un ingreso genuino para nuestro hogar, el tema es que gracias al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones, el dichoso RIGI (recientemente aprobado en la ley bases), convierte este “ingreso” en una aspiradora de recursos reales. No hace falta analizar a fondo al RIGI puesto que es una receta típica neolibertal, ahora libertaria. Este régimen atraerá inversiones, pero las mismas no tendrán impacto en nuestro hogar puesto que las empresas inversoras no tributarán durante décadas, no están obligadas a contratar servicios o empleados locales y demás detalles de una política obscenamente extractivista.
Ese es el modelo de país, convertirnos en una país bananero con una economía estable aunque servil. Un país donde no haya inflación puesto que se cede la soberanía monetaria y que se abre para que piratas financieros hagan negocios aquí sin derramar una gota de bienestar a nuestra población. Sí, los precios serán estables, pero todo será caro puesto que los ingresos bajos también serán estables y la movilidad social será aniquilada. Lo social será estable también puesto que no habrá protesta en la constitución de un estado policial que vigilará la disidencia con la excusa de velar por la seguridad. Un neocolonialismo que estructurará una sociedad feudal en la que el pobre será siempre pobre y el rico, rico.
Toto Caputo es el ministro de economía rockstar, un ídolo entre los jóvenes libertarios.
Pero la joda para el de afuera ni siquiera es armar una empresa para extraer riqueza. Para qué calentarse en eso si podés ir al casino de Caputo. Igual que en el gobierno de Macri, la timba (arreglada a favor del jugador, no de la casa), consiste en poner dólares, cambiarlos por pesos; poner esos pesos en tasa y después de multiplicar la plata; cambias los pesos por dólares y te los llevás. Total el tipo cambiario está congelado (ya no tanto en parte a que en este semestre se imprimió más pesos que en la primera mitad de 2023) y así te garantizas la mayor tasa fija en dólares del planeta. Alguno dirá “pero si Caputo bajó la tasa y es más baja que la inflación”. Sí, pero pensemos que los jugadores no compran los productos inflados argentinos, simplemente obtienen una supertasa, para el que no le sirve ese interés es para el local que gasta aquí.
Otra interrogante sería, qué pasa si los jugadores se van todos juntos y cambian sus pesos de la timba por dólares para llevárselos. Bueno, eso mismo pasó en 2018 y se pidió un masivo préstamo al FMI para que los jugadores puedan retirar las fichas. Por esa misma razón ese dinero ya no existe, simplemente fue una barrera de contención para contener el tipo de cambio vendiendo esos dólares por pesos hasta que los amigos de Caputo saquen lo ganado. Igual eso no es excusa, el préstamo hay que devolverlo y con intereses. Como no aprendemos nada, ahora Caputo pide una nueva camada de préstamos al FMI vaya uno a saber con cuál excusa. Ahora, ¿seguís pensando que nos va mal porque el negro cobra el plan?
Y esto empeora, hoy la ganancia para los jugadores del casino de Caputo es mucho mayor que durante el gobierno de Macri generando una enorme inflación en dólares puesto que el tipo de cambio no acompaña (por ahora) los aumentos de precios.
Pero tranquilos, vamos a agarrar la pala y a salir laburando pagando las deudas tomadas y por tomar para cubrir las “inversiones” de afuera de los amigos de Caputo. Y con intereses.
Internacional
Bueno, la política internacional es aún más grotesca que la política interna. Pero hay que admitir que es un perfecto composé.
Nos super alineamos con Estados Unidos e Israel. Salimos del BRICS*, nos peleamos con China, nos peleamos con Brasil, nos peleamos con España y así. De la peor manera e insultando. Resulta cómicas ahora las quejas de los tintes ideológicos en las políticas del kirchnerismo ahora que nos peleamos por motivos netamente ideológicos con nuestros principales socios comerciales. Volviendo a la analogía del hogar, ¿qué opinan si los padres insultan a sus clientes y empleadores?
Pero esto no es un sinsentido, responde a una agenda, el objetivo nunca fue salir adelante como país, sino vendernos y por eso se vende la idea de que somos “inviables”. Qué importa cuál es la ideología del gobierno de un socio comercial en un momento que necesitamos desesperadamente comerciar y obtener divisas.
Para colmo está el tema de alinearse con Israel, ¿realmente nos tenemos que involucrar en ese lio?. Creo que la mayoría de los Argentinos no queremos optar entre el sionismo y la yihad. La mayoría queremos que el conflicto en medio oriente se resuelva de manera pacífica, nadie quiere que se cobren vidas de civiles y menos vidas argentinas. Ya sufrimos dos atentados por otro gobierno neoliberal (Menem) que se metió en esa.
No es la Franja de Gaza ni Ucrania, esto sucedió en Argentina. Se trata del ataque terrorista a la AMIA, un atentado con coche bomba que se cobró 85 vidas en 1994 durante el gobierno de Carlos Menem.
Resulta además muy contradictorio que los sectores conservadores adopten como paladín a Milei y su doctrina. Yo fui formado prácticamente como un caballero cristiano, es decir super nacionalista y conservador. No se entiende entonces el apoyo del sector facho hacia el alineamiento con la OTAN (a favor de los "piratas" ingleses y en contra de los intereses en Malvinas), Ucrania y la UE (según ellos promotores de ideología de género y el neomarxismo) e Israel (fachos=facistas=antisemitas=filonazis). Que se yo. Esto es al menos contradictorio.
Porque Alberto…
Mucha, pero mucha gente optó por esto para no optar por lo otro. ¿Tan malo fue? Se justifica el actual rumbo porque el otro era muy malo e íbamos a terminar como Venezuela.
Vamos por partes. Para empezar, bajo todo punto de vista el país como lo dejó el gobierno de Cristina Kirchner en 2015 es infinitamente mejor a todo lo que vino después. Recordemos que dejó una inflación en torno al 26%** y estadísticas económicas superiores en todo sentido. Lo que le pasó fue una discreta merma del tremendo estado de bienestar de años anteriores al 2011. Es más, me atrevo a decir que objetivamente Axel Kicillof dejó una economía estable y que de hecho fue el mejor ministro de economía de este siglo después de Roberto Lavagna.
Pero bueno, según la mayoría de los medios en 2015 la situación era insostenible, por ello era necesario un cambio. Y vino Mauricio Macri, el casino de Caputo, el préstamo del FMI y un considerable crecimiento de la inflación.
Luego vino Alberto que arrancó tremendamente, sus primeros 100 días fueron brillantes (nadie se acuerda) e inclusive bajó la inflación con la pandemia y todo. Pero bueno, fue trágico, había que pagar la joda del casino de Caputo con una economía congelada no por una política de ajuste, sino por una episodio inédito en la historia de la humanidad como fue la pandemia. Los efectos de parar la economía por un virus del que no se sabía mucho y con el fin de preservar a la población, de hecho son análogos a los de un ajuste. En una cuarentena se vende menos (o no se vende nada), y se gana menos (o nada). El resto del espiral descendente del gobierno de Alberto Fernandez fue el resultado evidente de este parate económico forzado y las consecuencias de la timba de Caputo.
Una entrevista reciente al ex presidente que resulta ser una buena recopilación de todo esto que vengo mencionando. La valoración de su gestión ahora quedará en manos de la historia.
Con el diario del lunes podemos decir que ese gobierno quizá no debería haber implementado una cuarentena tan fuerte y larga por los perjuicios económicos que eso generó y el efecto en la sociedad. El tema es que estábamos ante lo desconocido. Otra observación sería no haber implementado una devaluación progresiva y ajuste moderado post pandemia, es como si se hubiese esperado a ganar las elecciones para aplicar esas medidas. Por último, mi principal planteo hacia el anterior gobierno es no haber procesado a los responsables del fraude del préstamo del FMI.
En fin, nada de lo que escribo ya importa. Milei aún cuenta con la mayoría del apoyo popular que, bajo la noción que si duele funciona, se bancará esto hasta uno vaya a saber cuando. El problema es que tan irreversible será el daño. Qué vamos a hacer, es el juego de la democracia en la que la mayoría se puede equivocar y de hecho lo está haciendo. No considero que esto sea una falta del pueblo, sino que sencillamente fue intoxicado por un bombardeo mediático que convenció a la mayoría de que si seguíamos así íbamos a terminar mal, por eso tenemos que hoy estar peor.
*BRICS es el acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Se trata de una organización liderada por los países mencionados, en la que fue incluida Argentina durante el gobierno de Alberto Fernandez. Luego el gobierno nos desafilia por cuestiones ideológicas.
**Inflación medida por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuyo jefe de gobierno era Mauricio Macri en aquel entonces.
Arturo Antonini
Analista político-financiero, promotor cultural y productor audiovisual.