"La Gaceta" y la dictadura cívico militar eclesiástica
La misma lógica del silencio y la mentira. Por Gustavo Morales, abogado penalista MP 3924.
Jorge Rafael Videla y Antonio Domingo Bussi inauguran las rotativas del diario La Gaceta junto a su director Eduardo García Hamilton. (19 de junio de 1977, La Gaceta)
“Arderá la memoria hasta que todo sea como lo soñamos” (Francisco Urondo).
“Viven entre recuerdos. Pateando sombras que se cruzan por los senderos y de descuelgan de las paredes de chapa de zinc, lo cual ya es una antigüedad” (Haroldo Conti).
En general, salvo a nivel nacional, las críticas certeras que se lanzan en contra de los diarios “Clarín” y “La Nación” por sus fluidas relaciones con las distintas “juntas militares”, negocios económicos mediante, a partir de la insensatez e intolerancia instaladas desde el 24 de marzo de 1976, se omite cuestionar el rol de los periódicos locales -provinciales- en la megaestructura terrorista estatal.
Tucumán no es la excepción ni mucho menos una ínsula de periodismo verdadero durante el nefasto lapso comprendido entre otoño del 76 y el 10 de diciembre de 1983.
Veamos entonces el papel que le cabe a “La Gaceta” en el período supra señalado para concluir que es un engranaje fundamental de esa milicocracia carnicera.
Es un calco perfecto de “El Mercurio” chileno respecto del “pinochetismo”, para no abundar, como enseña el escritor David Viñas.
Enormes titulares que destacan el falso heroísmo de masacradores frente a sujetos indefensos -muchas veces mujeres- sirven de propaganda al genocidio perpetrado por el trío Videla -Massera-Agosti.
Exalta la tortura, privación ilegítima de la libertad y desaparición forzada en una supuesta cruzada de defensa de “valores occidentales y cristianos”.
A las víctimas de aquellos delitos, “La Gaceta”, que se jacta de “decir la verdad” (sic), los califica de “extremistas” o “subversivos”.
A las mesnadas verde oliva que invaden la privacidad e intimidad de las personas, las denomina “patriotas”.
Sobreactúa al desconocer el eslabón esencial en la sangría tanto doméstica como catamarqueña, del entonces teniente primero Humberto Viola.
Aprovecha esta oportunidad el columnista para instar a un debate público al historiador y abogado José María Posse Posse, quien es el portavoz de una “historia oficial”, plagada de inexactitudes y mendacidades.
Es que Viola viola derechos humanos fundamentales desde sus inicios como subteniente.
VIOLA QUE VIOLA. LA GACETA CALLA. PARECE UN TENEBROSO POEMA BREVE.
Además, mutismo sobre las deleznables técnicas empleadas como “Director de Investigaciones” de la Policía Provincial, de Hugo Guillermo Tamagnini pero… amplia cobertura ante su muerte.
EN FIN… “LA GACETA”, COLUMNA VERTEBRAL DEL GENOCIDA ANTONIO DOMINGO BUSSI, A QUIEN, INCLUSO, DESPUÉS DE LA CONDENA A “PRISIÓN PERPETUA” POR COMETER “DELITOS DE LESA HUMANIDAD”, IMPUESTA POR EL TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE TUCUMÁN, EL DIRECTOR DE FACTO DE AQUEL DIARIO, FEDERICO DIEGO VAN MAMEREN, LO LLAMA CANDOROSAMENTE “ANCIANO GENERAL”.
De allí que, todavía, buena parte de la sociedad espera el perdón o “mea culpa” de “La Gaceta,
No lo hicieron, no lo hacen, ni lo harán.
Le impide la fe católica, apostólica romana aunque… la soberbia es un “pecado capital” para este dogma.
Este sintético recorrido coadyuva a entender las razones por las cuales este centenario y desprestigiado diario comarcano encubre las desapariciones forzadas -verbigracia, la del cosechero de limón, Santiago Leguizamón, en Tafí Viejo- y las torturas perpetradas por el jefe de policía Joaquín Girvau “silleta”.
Exhibe la lógica comunicacional de los matarifes uniformados.
Por eso también asiente el latrocinio de la “Ciudad Universitaria” y protege, aún fallecido al ex rector de la Universidad Nacional de Tucumán Mario Marigliano, quien se desempeña como “Secretario de Hacienda en la Municipalidad de San Miguel de Tucumán”, designado ab initio de la usurpación a la voluntad popular por el dictador Bussi.
Se comprende, así el motivo por el cual comparte en el devaluado canal menos 10, el periodista de la “Gaceta” Alvaro Aurane, y un ex cabo de policía torturador, Omar Nóblega, un programa de obsecuencia mayúscula con el mandamás de turno.
A “LA GACETA”, PARAFRASEANDO A “PACO URONDO: “NADIE LE CREE NADA AUNQUE SIGA LLOVIENDO Y LAS ILUSIONES SON RESCATADAS”.
DR. GUSTAVO MORALES
Abogado Penalista
MP 3924
Gustavo Morales
Abogado penalista (MP 3924)