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Nuevas prohibiciones en el país de la libertad

opinión

La batalla cultural en contra de la “agenda 2030” no da tregua en el gobierno de Javier Milei. Esta semana, el lenguaje inclusivo y la perspectiva de género fueron el objeto de debate. Qué hay detrás de esta prohibición. Por Aldana Mayantz.

Javier Milei, el rostro de la estatua de la Libertad. (Foto: Instagram oficial del presidente de la nación).


El lenguaje inclusivo, la perspectiva de género, el derecho al aborto, la educación sexual integral, los derechos humanos, han sido blanco de ataque en este último tiempo. Desde su campaña, el presidente Javier Milei se posicionó en la vereda del frente y le declaró la guerra a la “agenda 2030” . La misma fue aprobada por la Asamblea de las Naciones Unidas y refiere a políticas de estado cuyo objetivo es “no dejar a nadie atrás”. La justicia social, la igualdad de género y la lucha contra el cambio climático son tres de los objetivos que más ruido han hecho.

Al respecto, el lingüista neerlandés Teun Van Dijk advierte que las políticas e ideologías de Milei son, ante todo, una reacción contra los numerosos cambios liberales, sociales y culturales, que caracterizan cada vez más a las sociedades contemporáneas: “Sociedades cada vez más diversas, donde mujeres, inmigrantes, negros, indígenas y las personas LGBT tienen los mismos derechos y oportunidades. En las que el uso del lenguaje refleja estos derechos y esta diversidad”.

“El curro de los derechos humanos”, afirmó Milei en varias ocasiones. Sus dichos no son aislados, muchos menos inocentes, forman parte de la llamada “Batalla Cultural” que libran los neoconservadurismos. Esta guerra simbólica va en contra de los feminismos, la eutanasia, políticas medioambientales, el multiculturalismo, la migración, etc.

Amparados en este discurso, todo el espacio político de La Libertad Avanza hizo su campaña electoral. Una de sus diputadas y referente del liberalismo, Lilia Lemoine propuso en plena campaña un proyecto de ley para la renuncia de la paternidad, aludiendo que las mujeres engañan a los hombres para quedar embarazadas en contra de su voluntad. Su fundamento: se lo contó su abuela.

El pasado martes, el vocero presidencial, Manuel Adorni, anunció que el lenguaje inclusivo y “todo lo referido a la perspectiva de género” quedaban prohibidos en la administración pública. El gobierno que grita con fuerza “viva la libertad carajo” retrocede en la libertad de expresión y en el derecho de las identidades disidentes a ser nombradas.

Cuando el gobierno nacional prohíbe el lenguaje inclusivo no está prohibiendo (solo) un morfema. Cuando el gobierno nacional prohíbe el lenguaje inclusivo niega las identidades femeninas, trans, no binarias, intersexuales, entre otras. Le dice que no a las políticas de género y derechos humanos que han sido conquistados por los feminismos y la comunidad LGTBQ a lo largo de estos años. 

Al gobierno de Javier Milei le importa poco la ortografía y la comprensión de texto: prohíbe un morfema para advertir que la derogación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo es la próxima batalla, que la Educación Sexual Integral no estará garantizada.

A prohibir la perspectiva de género deja sin efecto la ley Micaela que establece la capacitación obligatoria en violencia de género para todas las personas que se desempeñen en la función pública. Desde los discursos neoconservadores suelen llamar a esta perspectiva “ideología de género” para pregonar que son falsas creencias que adoctrinan a quien "recibe" esta ideología a través de la educación o las capacitaciones que se brinda en organismos del Estado.

Perspectiva de género es que hoy se reconozca que ser ama de casa es un trabajo que merece una remuneración económica, es invertir en investigaciones científicas en relación a enfermedades que conciernen a las mujeres, es incentivar la participación de las niñas en los debates y en las ferias de ciencia, es brindar becas de estudio a mujeres y disidencias, es dejar de creer que la crianza de las infancias es un tema de mujeres, es que los varones puedan tener licencias de paternidad más amplias, es enseñar en las escuelas a desnaturalizar la violencia en el noviazgo.

Perspectiva de género es que se haya dejado de llamar crímenes pasionales a los femicidios, es que exista la categoría de femicidio. Perspectiva de género es que el acoso callejero y las violaciones dentro del matrimonio sean delitos penados por la ley.

Entonces, ¿por qué se combate con tanta violencia el lenguaje inclusivo y la perspectiva de género?

En principio, porque forma parte de la “Batalla Cultural”. Usar el inclusivo es una toma de posición política. Nunca fue obligatorio. Ahora está prohibido. Pero ¿se puede prohibir o imponer cambios en la lengua? La respuesta es no. El lenguaje es un fenómeno dinámico, está en constante cambio y refleja de alguna manera los cambios sociales y culturales. 

Beatriz Sarlo sostenía ya en el 2022 que todo el debate en torno al lenguaje inclusivo es arcaico, inútil y mediático y que “el lenguaje no se modifica por ley”. “Las palabras no están en manos de las academias, más bien sistematizas esas órdenes”, había manifestado la escritora. En esa línea, también había planteado que “prohibir el inclusivo es una batalla desplazada, es sencilla y cuesta poca plata”. En cambio, incluir a los numerosos adolescentes que están por fuera de la enseñanza es costoso.

En esa misma línea, Nicolás Cano, profesorx en Letras e investigadorx sobre el lenguaje inclusivo, advierte que la oposición se da porque “es la parte más visible”. “Es más fácil decirle no a la e, que decirle no al cupo trans, no al documento con la x, no a los derechos de las personas no binarias. Es más fácil decirle no al lenguaje que decirles no a las personas. Entonces creo que se focalizan en el lenguaje, en la lengua, en la práctica comunicativa, para intentar olvidarse de las personas que estamos en la E, que buscamos esa representación y que siempre nos quieren borrar”, sostuvo Cano, quien se está especializando en Educación Inclusiva.

En palabras de Cano, el lenguaje inclusivo es una estrategia discursiva para evitar ser sexista a través de la lengua. Es en el mismo sentido que sostengo que usarlo (o no) es parte de una toma de posición política e ideológica que va mucho más allá de un morfema. Que un gobierno lo prohíba es parte de todo un programa gubernamental que excluye a las minorías e intenta revertir años de lucha y conquistas en materia de derechos humanos.

¿Desde cuándo podemos hablar de lenguaje inclusivo en la Argentina?

La discusión no es nueva. Cada tanto aflora en los discursos mediáticos y en las redes sociales. Esta vez me animó a decir que fue parte de una estrategia del gobierno nacional de encender otra bomba de humo mientras se ocupan de empobrecer económicamente a la población. Mientras los ingresos de los argentinos se licuan, el gobierno prohíbe el lenguaje inclusivo para el aplauso y el apoyo de sus seguidores. Que la batalla este ahí y no en el precio de la carne.

Sin embargo, podemos ubicar el momento exacto donde el lenguaje inclusivo se volvió mediático en nuestro país: la entrevista de Natalia Mira, una estudiante de un colegio secundario de Buenos Aires, por parte de Eduardo Feinmann en el año 2018, en el marco del debate en Diputados por la ley del aborto.

“Les diputades van a tener que plantearse algo que es muy central: mañana quieren pasar a la historia como aquelles que dejaron que cientas de mujeres y cientos de cuerpos gestantes sigamos muriendo, o quieren pasar a la historia como quienes realmente la escriben y legalizan el aborto y quienes evitan la muerte de un montón de mujeres”, dijo la joven al aire en el contexto de una toma estudiantil. El periodista, sin reparar en los reclamos legítimos del estudiantado, le preguntó a Natalia “en qué idioma habla”, porque a él “le enseñaron en el colegio a hablar castellano”. 

Después de este cruce, la adolescente se convirtió en blanco de ataque a nivel nacional. Poco se habló del reclamo por Educación Sexual Integral. Al contrario, cualquier reclamo estudiantil quedó inhabilitado por el uso de la e en su discurso.

Si nos vamos más atrás en el tiempo, Cano advierte que “ya en los 80, en las primeras olas de feminismo, había manuales de lenguaje no sexistas. Desde ese entonces hay diferentes manifestaciones donde se pone, por ejemplo, el signo igual, o la arroba, la equis, el asterisco”.

Por su parte, la periodista Mariana Carbajal advierte que la irrupción del “todes” en el discurso público se fue gestando a partir del estallido feminista que trajo el surgimiento del movimiento Ni Una Menos en 2015. Y sostiene que, desde los feminismos, a partir de las décadas del ‘60 y ‘70 se empezaron a denunciar los sesgos machistas de la lengua española.

Lenguaje inclusivo en el mundo

Es importante remarcar que el lenguaje inclusivo no es solo un fenómeno de la lengua española, tampoco su prohibición. 

“En Francia, Macron prohibió las complejidades que implica el lenguaje inclusivo, mientras que en Estados Unidos hay movimientos que promueven ciertos pronombres, incluso han declarado el día del pronombre entonces la gente cuando se presenta dice “I he, she, her”, en los pronombres de femenino y en las cuentas de twitter se puede ver las bio con pronombres, esa es una característica más estadounidense y también se ve en algunos doblajes de videojuegos o series que usan el inclusivo”, contó Cano.

Y agregó: “En Brasil sé que hubo gente muy perseguida con Bolsonaro, en el portugués. En otros países de América Latina hay argumentos muy similares que en la Argentina, como la dificultad de lectura y comprensión. Eso es contradictorio, existen trabajos de sociolingüística que demuestran que no hay dificultad en la lectura, incluso el uso del inclusivo tiene menos ambigüedad para referir a grupos homogéneos”.

Un caso paradigmático es el de Suecia, donde fue el gobierno el que promovió la posibilidad de que las personas no binarias o trans usen otro pronombre. Es decir, en Suecia el mismo gobierno implementó el lenguaje inclusivo.

Es necesario reflexionar sobre el uso del inclusivo y su prohibición en torno a los discursos neoconservadores a nivel mundial y a la luz de las conquistas históricas en materia de derechos de las mujeres y disidencias. Como dice Cano “usar el lenguaje inclusivo es usar estrategias para recordar que estamos todes, que no nos estamos olvidando”.