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Viaje al pasado: Marcos Paz, la ex villa veraniega que se convirtió en Yerba Buena

nuestro patrimonio

En el año 1906 por iniciativa de Luis F. Nougués, se fomentó la creación una villa veraniega en terrenos donados por Cariola. A partir de la segunda mitad del Siglo XX, los tucumanos empezaron a elegir el lugar como residencia permanente. Conocé la historia por Gabriela Neme. Video.


El siglo XX trajo consigo importantes trasformaciones que cambiaron para siempre la vida cotidiana de las personas, como ser la invención de nuevos medios de transporte: el automóvil, el tren y el tranvía y tiempo después el colectivo. Éstos posibilitaron grandes desplazamientos y recorridos de mayores distancias hacia los suburbios, donde se implantaron nuevas urbanizaciones -en las afueras de las ciudades existentes-, por la necesidad de la población de contar con momentos de descanso o distención de las jornadas laborales que empezaban a regularse, así como un contacto más estrecho con la naturaleza. 

Tucumán no permaneció ajena a estos procesos, fue así que en el año 1906 por iniciativa del Gobernador Luis F. Nouguès, se fomentó la creación de una villa veraniega: la Villa Marcos Paz en terrenos de propiedad particular donados por el señor Fermín Cariola. Se trató del primer asentamiento organizado por una estructura urbana sobre un área rural en la que se aplicó la traza colonial española: una plaza central, hoy conocida como Plaza de Marcos Paz con una iglesia enfrente bautizada como Nuestra Señora del Valle, rodeada por una cuadricula ortogonal de 3 por 4 manzanas divididas en cuatro solares de 48 metros de ancho por 48 metros de profundidad cada uno. Estos lotes pudieron ser adquiridos por los miembros de la burguesía tucumana quienes tenían residencia permanente en San Miguel de Tucumán. Para promocionar su compra, el gobierno ofreció ciertas ventajas: hacer una exención de impuestos, invertir en la apertura de las calles, entre otras. 

Sin embargo, esta no fue la primera urbanización de la actual ciudad de Yerba Buena, ya que por ese entonces existía la Villa Yerba Buena sobre la Avenida Solano Vera, con una plaza (hoy conocida como Plaza Vieja) frente a la cual se implantó la iglesia Nuestra Señora del Carmen. En esta zona vivían trabajadores de la tierra, agricultores y campesinos y obreros de los ingenios de la zona: el San Pablo y el San José.

La instalación del tranvía rural a vapor en el año 1916 multiplicó las posibilidades de accesibilidad a la Villa. Circulaba por la Avenida Mate de Luna (todavía no se la conocía como Avenida Aconquija) con pocas paradas en los pueblos de los suburbios y finalizaba su recorrido al pie del cerro. 

A partir de la segunda mitad del Siglo XX, los tucumanos empezaron a elegir la Villa como residencia permanente, momento en el cual comenzó su crecimiento acelerado, extendiéndose por todo el territorio para transformarse, décadas después, en la ciudad de Yerba Buena. Al observar las imágenes de hace un siglo atrás nos cuesta reconocer que se trata del mismo sitio ya que su crecimiento explosivo fue dejando en el olvido aquellos campos verdes, verdísimos de la exuberante yunga tucumana que contenían campos de cultivo.

Esta ex Villa veraniega quedó contenida dentro de la ciudad, sin embargo, aún conserva la imagen de sus orígenes ya que gracias a las normativas vigentes se pudo conservar como parte de nuestro patrimonio. ¡No dejes de visitarla en este verano!

Mirá la columna de Gabriela Neme en FM latucumana 95.9: