Villa Padre Monti, un paraíso tucumano enclavado en la quebrada de las Sierras de Medina
A tan solo 44 kilómetros de San Miguel de Tucumán, se encuentra este remanso en donde muchos tucumanos encontraron su lugar en el mundo. Conocé su historia por Gabriela Neme. Video.

Villa Padre Monti.
El paraíso tiene sucursales en la tierra y una de esas se encuentra en el departamento de Burruyacú. Se trata de Villa Padre Monti, un pueblo enclavado en una agosta quebrada de las Sierras de Medina, en donde sobre sus faldeos se mezclan la Yunga y el Monte Chaqueño. Para llegar desde San Miguel de Tucumán se toma la Ruta Provincial 305 hacia el norte, durante el viaje se van atravesando extensos campos de cultivo a los costados del camino y tras 44 kilómetros se arriba a este remanso en donde muchos tucumanos encontraron su lugar en el mundo.
El lugar fue conocido antiguamente como Puerta de Palavecino, por hallarse aquí la estancia de la familia Palavecino, pero cambió su nombre a “Villa Padre Monti” (por una resolución del año 1948), tras ser descubierto en los años ´30 por los “curas azules” de la Congregación Hijos de la Inmaculada Concepción fundada por el sacerdote italiano Luis Monti. Por ese entonces estos hombres se encontraron solamente con una escasa y dispersa población, fue así que decidieron construir aquí una iglesia junto con una casa de retiro, determinados por su misión que era asistir a los niños huérfanos. Este conjunto religioso se convirtió en un mojón del paisaje, dominando desde la altura su entorno y actualmente es usado para retiros espirituales por los alumnos del Colegio San Cayetano de la capital tucumana.
Con el tiempo se fueron instalando espontáneamente, a lo largo del camino que lo atraviesa, las viviendas de fin de semana o vacaciones de aquellos enamorados del lugar. Aquí tiene lugar el encuentro con amigos y la familia, los juegos de la infancia, las canciones en algún fogón e infinitos momentos compartidos que van construyendo inolvidables recuerdos. Cuenta también con una población de poco más de 200 habitantes que reside allí de manera permanente.
La Villa, elegida por ser un remanente de naturaleza poco intervenida aun por el hombre, lamentablemente está poco explotada para el turismo por la falta de infraestructura necesaria, ya que solo cuenta con un destacamento policial, un juzgado de paz y teléfonos públicos, por la mala señal de celular. Se puede ir a pasar el día, hacer algún picnic o asado y volver a la ciudad, quedarse en el camping comunal o alquilar alguna de las casas de los veraneantes.
Continuando unos 12 kilómetros hacia el norte se encuentra Río Nío con sus sorprendentes cascadas para poder refrescarse, que aparecen inesperadamente entre la espesura de la vegetación. Al seguir hacia el norte por 20 minutos emerge “El Alto de Medina”, un lugar de paisajes majestuosos, en donde recomiendan deleitarse con sus atardeceres que bañan la vegetación que va cambiando sus colores. Se llega en auto o en colectivos de la empresa “La Florida” que sale desde la Terminal de Ómnibus.
Villa Padre Monti es un lugar de especial belleza en donde se fusionan la fe y la naturaleza en el ambiente. Sin dudas, vale la pena conocer sus cascadas para mitigar el intenso verano tucumano y disfrutar de sus paisajes que invitan a la contemplación, la vida al aire libre y los paseos por caminos de serranías y montañas. Si no te convenciste aun de visitar este maravilloso lugar, los versos de la canción “A Villa Padre Monti” de Ricardo Maximiliano Cabrera, van a terminar de cautivarte:
Las mudanzas de mi alma / toda mi vida te cantaré / ay Villa Padre Monti / con tu recuerdo me quedaré. / Envuelto en vino y noche / junto a mi cielo quisiera oír / esas viejas vidalas / que con mi Tata cantaba allí. / Casita de mi infancia, / de juegos, soles y algún querer / solo quedan recuerdos / de aquella linda niñez.
Mirá la entrevista en FM latucumana 95.9: