eltucumano, el 7 bravo: La esencia del potrero hecha diario
El 7 bravo, el número de los ídolos y el de nuestro diario. Siete años después, aquí estamos, como en las tribunas, en las buenas y en las malas, sacando pecho y contando historias del más acá - Por Gabriel Sanzano
En mitad de la tribuna de calle Thames, cancha de Central Norte, apretado y mirando el partido casi de perfil, en una tarde calurosa, nublada y espesa, típica de la primavera tucumana que quema más que el verano de cualquier otra provincia tibia, desde allí y en ese marco, asistía al comienzo de una leyenda: una lauchita pelilarga y barbuda, con el 7 en la espalda le pintaba la cara al 3, al 2, al 6 y al que saliera a marcarlo. Era el Ratón Ibáñez debutando en San Martín. Mezcla rara entre penúltimo linyera, Caniggia y el Burrito Ortega, deleitaba al Pueblo Ciruja que tras dos descensos consecutivos igualmente copaba El Bosque con la esperanza inclaudicable de los años mejores por venir.
Años después, también con el 7 en el dorsal, con la otra casaca, la celeste y blanca, la del Deca, un simoqueño petisón, retacón, de una calidad nunca vista y un carisma que despertaba sonrisas a lo largo y ancho de todo el país, aparecía por 25 de Mayo y Chile: el Pulga Rodríguez, al comienzo llamado Pulguita, por ser el hermano menor de Walter, otro crack que usaba la 10 y que ya llevaba un buen tiempo en el primer equipo.
Disruptivos como ningunos, el Pulga y el Ratón no solo marcaron un antes y un después en ambos clubes: encarnaron la rebeldía futbolera y fueron abanderados de la recuperación de las esperanzas perdidas tras años oscuros en lo deportivo y en lo institucional.
San Martín en la Liga y Atlético en el Argentino A sin haber conocido la Primera atravesaban tiempos de desilusiones y, lo que es peor, de desesperanzas. Nuestros clubes se habían vuelto aguantaderos de dirigentes con poca vocación y capacidad que años tras año traían a decenas de jugadores porteños y de otras provincias a pasear por Tucumán, fracasar y llevarse la plata.
Fue en aquel entonces, cuando esos dos tucumanitos del interior, de San Pablo y Simoca, se calzaron la capa con la 7 y saltaron a la cancha a defender lo nuestro, a empoderar a los pueblos heridos, pero jamás vencidos, y devolverle nada más ni nada menos que la alegría y el orgullo de ser tucumanos.
Después de ellos, y sus respectivos procesos exitosos, el de Atlético más que el de San Martín, en nuestra provincia ya nos cuestionamos a los doble camisetas, a los hinchas de Boca, de River y de otros clubes que no nacieron en nuestros pagos y a los cuales nos impusieron en Buenos Aires. Algunos hay todavía, y los seguirá habiendo, pero son menos, o, lo que es mejor, somos más los que solo elegimos la del Santo, la del Deca, la de Sportivo, la de los Cuervos del Sur, la Los Leones de la Banda.
Con el espíritu del Pulga y del Ratón, sin saberlo, o quizás sabiéndolo, surgió desde las entrañas mismas de este maravilloso lugar en el mundo, eltucumano.com, un diario hiperlocalista en tiempos de extranjerización total, de universalización de la cultura, de pérdida de identidad cultural permanente. Justo cuando la tecnología permitía que leyéramos diarios alemanes en nuestro idioma, o cuando podíamos seguir las ligas mayores de baseball con el menor esfuerzo que la Liga tucumana, justo cuando diarios de Neuquén hablaban más de la reina de España que de la lucha docente en Cutral-Có, justo entonces, surgía en nuestros pagos un diario de acá que solo habla de acá.
Esto pasó en hace 7 años, el número del Pulga y del Ratón, también de Jorge López y Troitiño, de Canseco y Correcaminos Reartez, y desde entonces nos hemos calzado ese número tan simbólico para encabezar la cruzada contra la colonización mediática e informativa de los medios concentrados en Buenos Aires, esos que nos hablen del bache en el Congreso, o el piquete en Retiro.
Pero no es solo una reivindicación geográfica, ni localista porque sí la que se pretende en este diario. Es también de mirada, de punto de vista, de cosmovisión, o micro-visión, porque si hablamos de piquete, hablamos con quienes lo llevan a cabo, les preguntamos el por qué, sus historias que lo llevaron a cortar una calle. Hablamos con el que busca laburo, con el que lo encuentra, con el que nunca lo encontró, con el héroe, con el anónimo. Ni siquiera hablamos con El Pulga y el Ratón, preferimos hablar de la alegría que generan, o de las desilusiones, hablamos con los hinchas que gritan sus goles.
Tucumán es historia, es historias, es Cuna de la Independencia, de la Batalla más importante, de las batallas más importantes, las de cada uno día a día. Tucumán es todo: es calor y achilata, es sánguche de milanesa y empanadas, es limones y naranjos, es lapachos y tarcos, es Mercedes Sosa y Tony Molteni, es Alberdi y Roca, es el Pulga y El Ratón, pero es, sobre todas sus cosas, su gente, nosotros, los tucumanos, eltucumano.