Ese periodismo al que le importa quién sos
Una redacción donde no hay lugar para la monotonía y un periodismo que cuenta la historia de cada tucumano que respira en este suelo sagrado que firmó la independencia. Por Aldana Mayantz.

Foto: Lucas Bayk
Un día de lluvia, una hora de viaje en colectivo, caminar dos cuadras con un paraguas en la mano. Incertidumbre. Tocar el timbre, entrar a una casa. Observar computadoras, una sala, una cocina, café. Realizar una entrevista donde uno de los entrevistadores habló demasiado. Creo que hizo catarsis.
A fines de marzo de este año me dirigí a la Moreno 250 con la esperanza de realizar una pasantía en este diario. Han pasado nueve meses y creo que soy periodista de eltucumano. Estoy feliz. Y no digo esto porque esté escribiendo una columna por el cumpleaños número siete de este medio, lo digo porque lo siento, trabajar aquí, de alguna manera, me salvó la vida.
Cuando era adolescente tenía tan solo dos certezas: quería escribir y ayudar a las personas. No tenía idea de cómo lograrlo. Entre la oferta académica de la UNT pensé que había dos opciones: Letras y/o Trabajo Social. Me inscribí EN las dos y solo cursé una: Letras. Yo quería leerlo todo y ser escritora. Así, sin más. Nunca, en 27 años de vida, había pensado en ser periodista. ¿Qué es ser periodista?
Cuando llegué el pasado siete de junio a las puertas de la redacción en Moreno 250, todavía era pasante. El compañero Alfredo Araoz me abrió la puerta y me dijo “¡Feliz Día!”. Tiesa me quedé. No recuerdo si le dije “gracias” o “feliz día para vos también”. Tal vez, no respondí. A las horas llegó Santiago Sibaja y dijo “feliz día para los que se autoperciben periodistas”. Y yo me reí.
El inicio, en realidad, se remonta a febrero (o marzo) de 2020 en un edificio ubicado en la calle Jujuy. El famoso y mítico taller “Un pollo y seis sillas” coordinado por el periodista de este diario, el Pollo Svetliza, tenía lugar en un departamento con una mesa y siete sillas, no sobraba ninguna. De hecho, cuando le escribí, me dijo que no había más lugar. Alguien abandonó la silla y yo la tomé. El taller se vio interrumpido por la pandemia que todos conocemos y que nos ha dejado mucho dolor.
Lo que no se interrumpió fue el comienzo de mi escritura, de mis entrevistas, de mi trabajo. Llegué al periodismo por la crónica. Llegué al periodismo sin saber qué estaba ejerciendo el periodismo. En una entrevista, la periodista Leila Guerreiro cuenta que cuando la llaman para su primer trabajo en un medio ella dice que no es periodista (antes había escrito cuentos), y le contestan que sí lo es, pero aún no lo sabe. Salvando las distancias, su anécdota me identifica.
Sin preguntar y sin pedir demasiado, eltucumano.com me abrió las puertas de su casa para que yo descubriera lo que quería hacer en mi vida. Nadie sabía, pero en mi interior se estaba disputando una crisis existencial que me costó la mejor relación amorosa que alguna vez tuve y vaya a tener. El futuro me parecía tan cercano y yo sin certezas. El Tucumano me permitió tener esas certezas, descubrir que se podía vivir de la escritura, que podía contar tantas historias como quisiera, que podría ayudar a la gente, que podía comunicar, que podía tener una voz; que todos los habitantes de Tucumán pueden tener una voz.
El Tucumano me enseñó que las historias están en todas partes. Yo siempre fui muy curiosa, me gusta hablar y preguntar, me gusta conocer, me gusta que alguien se siente a mi lado y me cuente su historia. El tucumano permite que todos sepamos esas historias de cada tucumano/tucumana/tucumane que respira en este suelo sagrado que firmó la independencia.
Esta casa me permitió no solo hacer periodismo, sino observar, conocer, sentir la provincia que tanto amo y de la que tanto reniego. El calor siempre agobiante, el manjar del sánguche de milanesa, las quejas de un olor nauseabundo, los incontables baches de la capital que poco habito, la solidaridad tucumana ante cada nota de un compatriota que pide auxilio, las maestras de alta montaña, los turistas que visitan nuestro suelo.
Desde que trabajo en esta redacción, he hablado con muchas personas que me han contado su historia, que han confiado que podía escribirla y con eso lograr algo: concientizar sobre una enfermedad, buscar una solución a un conflicto, o simplemente decirle a todo Tucumán quienes son y para qué han venido a este mundo. Hace nueve meses que navegó por las vidas públicas y privadas de la gente y las cuento como puedo, con cariño, con compromiso, con devoción.
Pero este medio también me ha dado la posibilidad de la introspección. Una de mis primeras notas firmada fue una reflexión sobre la vida sexual, de las representaciones en torno a la sexualidad desde la mirada feminista que me habita. Cuando se publicó sentí vergüenza, sin embargo me llegaron mensajes de muchas mujeres que se sentían identificadas y agradecían ese espacio de lectura que posibilitaba reflexionar y hablar sobre un tema que, aunque ya no sea tabú, la discusión está relegada a espacios poco difundidos.
En la entrevista, el Pollo me había advertido sobre las penurias del oficio. Pero después de una charla, me dijo convencido: “Se trata de hacer lo que nos gusta”, y así lo vivo cada día.
Soy geminiana. Me aburro rápido. El absurdo, el sinsentido están siempre latentes. Un gusto por todo y nada al mismo tiempo. El periodismo, y esta redacción, me dieron la magia de ser todo lo geminiana que yo quiera ser. No hay espacio para el aburrimiento, no hay lugar para la monotonía. Si hay algo que eltucumano.com, y sus periodistas hacen es observar y contar. Ahí, donde hay una señora vendiendo diarios, eltucumano sabe que hay una historia. Donde hay una pared con una amenaza a alguno de los tantos tucumanos y tucumanas que se apellidan Díaz, eltucumano sabe que hay una historia. En el contenido de redes que se viralizan, eltucumano sabe que hay una historia mucho más profunda; que hay una vida, que hay una voz. Eso aprendo cada día, este periodismo mira, observa, contempla, pregunta y cuenta. A este periodismo le importa quién sos, qué haces, por qué decís lo que decis, qué temés, qué anhelás, qué soñas, qué buscas.
Por un periodismo cada vez más plural, más tucumano, más norteño, más de nosotras y nosotres. Por un periodismo que se divierta, que la goce, que la sienta, que la viva. ¡Feliz cumpleaños a este medio que nos ha dado tanto!