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"Un monumento a la transparencia": el Palacio de Tribunales, una joya de Barrio Sur

NUESTRO PATRIMONIO

Fue construido con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los tucumanos. Escala monumental, su majestuosidad y sobriedad caracterizan al emblemático edificio. Por Gabriela Neme.


Durante la primera mitad del Siglo XX, Tucumán vivió una época de esplendor económico, político, social y cultural que tiene como testigos a edificios-símbolo que se transformaron en parte de nuestro patrimonio más preciado y aún continúan brillando en el paisaje urbano de la ciudad. En este proceso 1939 fue un año clave, que vio nacer a ejemplares como la Caja Popular de Ahorros, el Palacio de Correos (desarrollados en notas anteriores) y el Palacio de Tribunales. Estos proyectos se desplegaron durante el Gobierno del Dr. Miguel Campero con la intención de mejorar la calidad de vida de los tucumanos y a la vez sembrar un sentimiento de genuino orgullo a través de sus obras. 

Hasta entonces los Tribunales de la provincia tenían su sede en una vieja casona ubicada en la calle Crisóstomo Álvarez 344, pero era necesario pensar en un edificio que se adecue a las nuevas necesidades. Es así que el 14 de Julio de 1936 se coloca la piedra basal del Palacio de Tribunales con la leyenda: “Justitia societatis Júndamentum” (“La Justicia es el fundamento de la sociedad”), como legado del ex Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Tucumán: el respetado Juan Heller, principio firme y contundente del Estado republicano para defender con espíritu amplio y perseverante, dejando así grabado este anhelo para las generaciones futuras. 

Se concibió como “un monumento a la transparencia, a la eficacia, a la modernidad y a la solemnidad de la Justicia, tanto para sus contemporáneos como para la posteridad”, según aportaba el difunto Arq. José Aragón en su libro “La Arquitectura, símbolo del Poder Político en Tucumán (1924-1928 y 1934-1938)”. Se impuso por su escala monumental, su majestuosidad y sobriedad, como una de las joyas de Barrio Sur, sobre una mitad de manzana rodeada por las calles Congreso, Pasaje Díaz Vélez, 9 de Julio y Lamadrid. Mientras que la otra media manzana fue destinada a la ex Plaza Humberto I, hoy Plaza Hipólito Yrigoyen, con el objeto de jerarquizar a este gran Palacio, antecediéndolo con un espacio verde. Primitivamente en este sitio, sobre calle 9 de Julio, funcionó el ex Mercado del Sur (trasladado hacia el terreno que hoy ocupa la Municipalidad). 

El proyecto fue ideado por el Arq. Francisco Squirru, un destacado profesional de la época, que resultó ganador del Primer Concurso Público de Proyectos Nacional y la construcción estuvo a cargo de la Empresa Sollazzo Hermanos (la misma del edificio de la Caja Popular). El planteo de Squirru responde a una composición académica y consistió en un prisma alargado, que ocupa toda la manzana y se encuentra perforado por dos grandes patios internos a los que desbordan los espacios interiores. Los lados menores y mayores son de fachadas simétricas entre sí, sobre estos últimos se encuentran los accesos principales caracterizados una columnata que alude a la de Perrault del frente posterior del Louvre. En el exterior aparece una gran cúpula escalonada, de rasgos art decó, que remarca la axialidad y el acceso principal al edificio. Se trata de una arquitectura imperial o imperialista, de marcado carácter neoclásico muy depurado, lenguaje muy utilizado como imagen del Estado en ese momento para expresar la solemnidad requerida por la función a la que está reservado. 

El Palacio integraba un plan a nivel urbano, pensado por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán y proyectado por el gran Arq. Ángel Guido, que pretendía abrir una Gran Avenida Central desde calle General Paz hasta 24 de septiembre, finalizando en la Plaza Independencia, a los fines de vincular los dos poderes estatales: el Judicial y el Ejecutivo. La intención fue darle un marco monumental a la Casa Histórica, sin embargo, quedó inconcluso, ya que solamente se construyó una cuadra, el actual Pasaje 2 de abril, por el enorme costo que significaba para el Estado la expropiación de las viviendas y su posterior demolición.  

Con el tiempo, este edificio se constituyó en un elemento transformador de la zona: un polo judicial, que trajo consigo la multiplicación de estudios jurídicos, oficinas y funciones afines. Al poseer un gran valor patrimonial, durante el año 2017, se desarrolló el diseño de la iluminación exterior del edificio para potenciar su valor. Mientras que en el año 2019 se inauguró al frente, sobre calle 9 de julio, el Complejo Tribunales II, un edificio anexo tipo torre en altura de dos torres de 14 y 5 plantas, construido por la empresa Falivene S.R.L, que funciona como sede anexa de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Tucumán. Esta decisión se fundamenta en la necesidad de dar cabida a las nuevas necesidades funcionales y espaciales, por ser el Palacio un edificio sin posibilidad de extender su superficie. 

Sin dudas este patrimonio nos enorgullece como tucumanos y es un hito de referencia en nuestra ciudad.