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El encuentro entre Cine y Filosofía

opinión

El libro de José Guzzi sostiene una noción nietzscheana de la vida humana, cuyo rostro aparece en cada uno de los films elegidos, a través del tejido dionisíaco de la naturaleza humana, que desconoce armonías y recetas edulcoradas para enfrentar la dimensión sufriente y descarnada de la condición humana. Por Susana Maidana.

Captura de 21 Gramos.-


En su libro, José Guzzi entrelaza dos de sus pasiones: la filosofía y el cine y nos conduce por sendas filosóficas desde los órficos, pasando por  Sócrates y Platón, avanzando por las categorías de la modernidad y sus críticos y  por las figuras más representativas de la filosofía contemporánea hasta Byung Chul Han.

Guzzi se aleja de la vieja concepción de filosofía como saber eminentemente racional para entrelazarla con deseos, pasiones, sentimientos, imágenes que la acercan al cine. 

El libro está muy bien escrito, cada palabra que usa está cuidadosamente elegida  y hace gala de  un estilo claro y amigable con el lector. 

La mirada inteligente de José capta las paradojas y contradicciones que caracterizan al lenguaje filosófico y cinematográfico, brindándole hondura al texto. 

Filosofía y cine despiertan asombro, disparan preguntas, generan turbulencias y no dejan nada como está y ambos se ocupan de la existencia humana y operan como imanes ontológicos por esa atracción y conmoción que provocan perplejidad, asombro, admiración, temor y temblor y, por cierto, angustia que dispara la reflexión. 

La existencia humana es la protagonista central de la obra de Iñárritu,  existencia  atravesada por la sociedad, la cultura, la política, acosada por la muerte, la discriminación, la inequidad, la injusticia, el dolor, la enfermedad, la culpa y el amor, entre otras sensaciones, imágenes y sentimientos.  Una existencia sin poder pero potente, capaz de rebelarse, de transformarse como es el caso de los protagonistas del cine de Iñárritu.

El libro sostiene una noción nietzscheana de la vida humana, cuyo rostro aparece en cada uno de los films elegidos, a través del tejido dionisíaco de la  naturaleza humana, que desconoce armonías y recetas edulcoradas para enfrentar la dimensión sufriente y descarnada de la condición humana. 

José Guzzi sitúa la obra del cineasta mejicano en la posmodernidad, movimiento filosófico  que rompe con las categorías modernas, con la sucesión lineal del tiempo, con la causalidad y el determinismo para jugar con lo ocasional y casual. 

Ahora bien, ¿cuál es el hilo conductor de las  5 historias que relatan las películas que José eligió? Aún cuando reconozco que no es fácil encontrar un eje porque es un cine complejo con varios abordajes, lo cierto es que se pueden rastrear ciertos aires de familia. Por un lado, es un cine que refleja  el contexto de un mundo globalizado inequitativo y desigual, discriminador, injusto que genera  fracaso y angustia. Por otro lado, la existencia humana y la conflictiva relación con los otros aparece y una situación trágica mueve los decorados: un accidente, una enfermedad, la situación de esclavitud, la penuria de los inmigrantes, la expulsión de los senegaleses, la muerte de los chinos, entre otras vicisitudes. 

Amores perros del año 2000,  sitúa a la fragilidad de la existencia humana  en el Distrito Federal de Méjico, agobiado por el smog, la polución y las consecuencias del neoliberalismo. El amor muestra su rostro, sin pinceladas románticas, amor que se expresa en los perros y en los seres humanos, que  sobreviven en esa “vida de perros”. 

21 gramos del 2003, por su parte, también incursiona en la vida humana y, especialmente, en esa relación compleja de alma y cuerpo, que ha sido tema central de la reflexión filosófica. Y nuevamente, la existencia humana enfrentada a la muerte porque, con palabras de Heidegger somos  seres para la muerte, signados por ella. Y, de pronto, un accidente une las diferentes formas de vida de sus protagonistas. 

3 años después, se filma Babel que expone las dificultades de comunicación en 3 historias humanas distintas  en 4 países diferentes: Marruecos, EEUU, Méjico y Japón. Nuevamente, un accidente fortuito trastoca las vidas humanas.  El film muestra  las paradojas entre la comunicación y la incomunicación, la soberbia y la modestia, la pobreza y la abundancia, la tradición y la modernidad, el amor y el desamor, la ética y la trastocación de valores. Una de las protagonistas es una adolescente sordomuda, que se vale del exhibicionismo para ser visible a los ojos de los otros y  que expresa la penosa situación de la incomunicación en un mundo supuestamente hiper comunicado. 

Biutiful del 2010  no refleja la belleza de la condición humana sino su  rostro más horrendo, en esa Barcelona, tan luminosa y tan gris y llena de penumbras, tan cercana al infierno sartreano. Ese otro es el extranjero, el negro, el senegalés, el pobre.

Una existencia acorralada por la culpa y una sociedad deshumanizada y salvaje que no tiene nada de biutiful. 

Y, finalmente, Birdman del 2014, cuyo subtítulo es “la inesperada virtud de la ignorancia” incursiona en un signo de nuestro tiempo, en el narcisismo,   propio del consumismo con sus nefastas consecuencias, toda vez que el amor hacia uno mismo lleva a la autodestrucción. Como contrapartida al narcisismo está la ignorancia, la admisión socrática de que sólo sé que no sé nada. 

Finalmente, el libro que presentamos es desafiante  porque nos enfrenta a nuestra sociedad actual, al mundo de la globalización neoliberal, a ese otro convertido en enemigo por pensar distinto, a la inequidad e injusticia hacia el extrano que nos viene a quitar nuestra educación, nuestra salud, con matices fundamentalistas. Es, pues, un texto que nos interpela con una actualidad realmente escalofriante y que no deja nada como está. Felicitaciones José por haberte anticipado a los dilemas y angustias que hoy nos acorralan. Gracias.

Susana Maidana

Doctora en Filosofía. Profesora Emérita de la UNT.