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El valor de la unidad (y su precio)

TRIBUNA ABIERTA

Se viven horas de definiciones en Juntos por el Cambio. Mientras los socios mayoritarios de la alianza siguen con las zancadillas judiciales, Alfaro y Sánchez estarán en Buenos Aires. ¿Habrá cónclave y acuerdo?

Campaña 2021: el momento de mayor armonía entre Sánchez y Alfaro.


En política siempre se mide (o al menos, eso se espera de los protagonistas) el costo y el beneficio de una acción. Las alianzas son un momento clave de cualquier proceso político. Una alianza implica una negociación entre dos fuerzas distintas, en la que alguien tendrá que ceder si quiere un beneficio. No son fáciles las decisiones: desde lo ideológico a lo estrictamente material, siempre el que cede termina haciendo una apuesta. Más todavía si la alianza es electoral, ya que las sumas de fuerzas no son aritméticas. Hay sumas que restan.

La suma de Roberto Sánchez y Germán Alfaro dio resultados. En 2021, esa alianza, dada por una instancia de competencia previa en la que ambos ganaron en su categoría, les permitió alcanzar los 40 puntos y aprovechar el río revuelto del oficialismo, recién salido de su propia interna (bastante más feroz que la de la oposición). La elección, muy buena ya de por sí, pasó a ser excelente por el retroceso del Frente de Todos: del 50% en dos listas (Chahla y Jaldo), cayó al 42%. El ejemplo contrario: la suma de los candidatos jaldistas en la lista ganadora de Manzur mermó ocho puntos. Una ajustada victoria en el marco de una derrota nacional del peronismo, hizo ilusionar a radicales, macristas y peronistas disidentes con la posiblidad de arrebatarle la Casa de Gobierno a quien fuera el candidato del oficialismo en 2023.

En la matemática electoral también entra como factor el tiempo. El renovado cariño entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo (y hay que decirlo, la capacidad de conducción de ambos) logró estabilizar la estructura de la coalición gobernante. Formalmente existe un solo partido y hasta unificaron los bloques legislativos en uno solo, pero es conocida la interna subterránea entre sus soldados. El haber mantenido la disputa 'por abajo' con una paz 'por arriba' le dio réditos a la dupla gobernante. Manzur entregó algo que 'le correspondía' como ganador de la interna: el rival, al que derrotó en esa instancia, será el candidato a gobernador. No lo hizo porque sí: fue una cesión para buscar un tesoro más grande, involucrarse en la pelea nacional. Una apuesta jugada y todavía de final incierto. Jaldo, por su parte, 'entregó' su comando absoluto de la gobernación en el año y medio que estuvo a cargo. En la recta final, no peleó por la candidatura en San Miguel de Tucumán, cargo expectable, hoy ocupado por quien lo vención en la interna, Rossana Chahla. Lo hizo ansiando ganar la principal candidatura sin tener que pelearse con nadie. Ese triunfo ya lo tiene. Algo no menor: el orgullo de ambos quedó de lado y volvieron a tratarse de "querido Juan" y "querido Osvaldo" luego de haberse dicho las peores cosas en campaña.

Al revés, en JxC las internas fueron abiertas y en la superficie. Alfaro y Sánchez se embarcaron en una pelea mano a mano por tener la conducción del frente opositor. Con el diario del lunes parece un crimen para ellos, pero es cierto que la situación parecía óptima para la oposición y daba la sensación de que el tiempo daría la respuesta. casi naturalmente, a la disputa entre los candidatos prematuramente lanzados. Sin embargo, ese mano a mano generó que uno y otro dejaran de lado la conducción de sus espacios y vieran pasivamente cómo se alejaban sus jugadores. En los últimos meses, las huestes 'juntocambistas' exigían la unidad de los 'de arriba' para contener a los 'de abajo'. La inversión completa del oficialismo. El tiempo desagregó a Alfaro y Sánchez y evidencia un retroceso de JxC que el ex jefe del bloque alfarista, Raúl Albarracín, se muestre tan cerca de Jaldo y se presente a disputar el municipio de donde es oriundo Sánchez. El tranqueño hace la combinación más preciada de la aritmética electoral: sumar en lo propio y restar en lo ajeno en un solo movimiento.

A cuatro días del límite del plazo para inscribir alianzas (JxC fue inscripto unilateralmente por la UCR y eso le valió la judicialización -quizás el campo de juego favorito- del PRO), se anuncian novedades en el frente opositor. Alfaro y Sánchez confluirían en Buenos Aires, convocados por el precandidato a presidente porteño Horacio Rodríguez Larreta. Los dos están lanzados como candidatos a gobernador. Dos para un solo puesto. La prenda de unidad sería la intendencia de Capital. Un lugar preciado por la influencia que significa, por la posiblidad de construir a futuro a partir de ese lugar y, lógicamente, por la millonaria caja municipal. Quien se quede con ese puesto, ¿cederá la gobernación? En ese caso, ¿dará por perdida la madre de las batallas antes de pelearla para concentrarse en el pago chico? Al fin de cuentas, ¿la disputa es por encabezar la gobernación o por 'cederla' a cambio de la intendencia?

La unidad tiene un valor: una coalición unificada daría altas chances de sostener los municipios conquistados y permitiría polarizar con el gobierno. En una polarización donde se gana por un voto, un triunfo provincial no sería imposible. Pero también tiene un precio, o mejor dicho dos: uno local, en el que los lugares expectantes tendrán que ser rediscutidos; y uno nacional, en el que quizás la estructura de la UCR termine equilibrando en otra provincia lo que ceda o reciba en Tucumán (no hay que olvidar que Larreta, aliado a Alfaro, y Gerardo Morales, jefe político de Sánchez dentro del radicalismo y también precandidato a presidente, trabajan en una fórmula nacional). 

No se sabe quién está dispuesto a pagar el precio de la unidad. Pero a esta altura, parece ser el más barato: una oposición atomizada pondría en riesgo no ya sus chances en la provincia, sino en los municipios que tiene bajo su órbita. Seguramente, además, terminaría de empujar gente fuera de sus estructuras partidarias, en busca de algún refugio con alguna posibilidad un poco más ambiciosa. Y para colmo la campaña sería la interna que no fue de cara a las elecciones del 14 de mayo. La oposición corre el riesgo de parecerse al quinteto "Las Voces Unidas", aquel número de Les Luthiers en el que los integrantes discutían febrilmente el valor de la unidad mientras vociferaban a destiempo por apellidos distintos. El precio de la unidad opositora parece estar indexado.