Top

Cristina Vive, la sinfonía de un sentimiento y la marcha en el corazón de Tucumán

ANÁLISIS

Una multitud se convocó en la Plaza Independencia esta mañana para defender a la vicepresidenta Cristina Kirchner y a la Democracia. Crónica del día después de la pesadilla que mantiene a un pueblo despierto, unido y en movilización | Por Alfredo Aráoz

Todxs con Cristina. Fotos y galería de imágenes por Franco Olea.


Es el padre abrigado con una gorra rosa y blanca y el vaquero arremangado que camina lento al compás de los pasos cortos de su hijo. Es el muchacho rengo sin bastón que le pide un cigarrillo a otro que fuma con el barbijo en la quijada y mantiene seria la mirada. Son los que vinieron en moto y en bici los que también caminan, se bajan y caminan, todos caminan uno al lado del otro, siempre junto al resto que se arenga, que se grita, que se alienta, que apuren el paso, que se la defiende en las calles, que meta compañera, que fuerza compañeros, que vamos compañeres. En todos ellos, en todas ellas, en todos y en todas, una sola persona habita: ella.

Hay ojeras en los rostros de los tucumanos y tucumanas que esta mañana llegan al PJ y ellos sí que no descansan este feriado nacional. No descansan desde anoche. Porque son ojeras, pelos, semblantes, voces y venas de una noche donde nadie durmió (y la que durmió, durmió como Marian Gallardo de Las Muchachas Peronistas: mal y poco). Todos los aquí reunidos somos testigos vivos y recientes de la auténtica pesadilla vivida en tiempo real el jueves a la noche. Todos y todas con los ojos abiertos, todos y todas lejos de cualquier campo ficticio, todos y todas sin Netflix, todos y todas ante la peor pesadilla hecha realidad desde el regreso de la democracia a la Argentina hace 39 años. 

Todo lo que no se ha dicho anoche, toda la ficha que hasta anoche no había caído, toda la ficha que recién ahora comienza a caer, todo lo que la mayoría del pueblo argentino ha sentido anoche, todo eso sale a la calle esta mañana. Este viernes a la mañana sale, y sale a la calle porque ya no alcanza con el televisor, ya no alcanza con el celular, ya no se puede escuchar más lo que dicen los noticieros, ya no se puede leer más lo que pasó. Ya no alcanza. Entonces se sale a la calle para escucharse a uno mismo y sobre todo para escuchar al otro. Porque La Patria es el Otro y como tal es el momento de escucharse, de sacar lo que se tiene adentro, lo acumulado, lo que anoche sí salió, lo que ese intento de disparo ahora disparó.

Mientras la militancia le guiña al cielo, a Dios y a Néstor, acá más terrenal, acá más Tucumán, desde la Virgen de la Merced, desde el corazón de la sede del PJ, desde las ocho de la mañana, la calle comienza a poblarse de jóvenes y grandes, de niños y niñas, de grafa y de saco, de Bella Vista Presente y de barrio Norte también. Sea quien sea, da la sensación de que quienes se encuentran esta mañana en esta calle, antes de emprender la marcha a la Plaza Independencia, antes de gritar, de cantar, de hablar, antes de todo, toda esta gente necesita abrazarse, necesita contenerse, necesita verse, necesita decirse lo que hace unas horas acaba de sentir, de vivir, de ver.

Las escalinatas de la sede del PJ se convierten en el primer tablón de la tribuna que será la banda sonora de un viernes histórico en Tucumán. Día histórico para muchos, feriado maldito para otros. Porque claro que estamos todos. Los que piensan de una manera y los que piensan de otra. Porque cuando se dobla por la calle San Martín rumbo a la Plaza Independencia, claro que hay vecinos y vecinas que miran con desdén desde el balcón de sus edificios, claro que sienten el drama de los vecinos y vecinas de Recoleta. Y claro que hay miradas de desaprobación contra la multitud como en una señora que anoche sí pudo dormir. Y por supuesto que el guardia de supermercados Carrefour filma. Y más adelante, ya en la Plaza, un cliente de Bernasconi hundirá su bigote blanco en un cortado mientras se ríe. Claro que están, claro que también forman parte de este día.

Es un día que empieza a subir el volumen cuando los pibes y las pibas de la Facultad de Derecho agitan y cantan: “Somos soldados del pingüino, llevamos la doctrina del General Perón, lo que yo siento por este movimiento, se defiende en las calles y con el corazón, y muchas veces nos bancamos la lluvia, los palos de la yuta y todo eso por vos, Gorila no te va a alcanzar, la nafta no te va a dar, si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”. Y es una letra que algunos de los más grandes todavía no la saben, no la aprendieron, no tienen Twitter. 

Pero son ellos los que se saben la Marcha hasta el último Perón, y Madres de la Plaza el Pueblo las abraza, y los que a pesar de las bombas, de los fusilamientos, de los compañeros muertos, los desaparecidos, y también son los movimientos sociales, son aquel padre con su hijo, son esta madre con la mochila escolar en la espalda, son los barrios de pie, son las banderas verdes, son las banderas celestes y blancas, son las banderas negras y rojas, son las azules, y son las banderas del Orgullo, las únicas capaces de lograr que cuando flameen y Pipo Albano tome la palabra salga el sol: “¡Porque todos nuestros derechos conquistados fueron gracias a Néstor y Cristina!”.

Toda la bronca muta siempre en amor, todo forma parte y bombea acorde a la adrenalina de un país que vuelve a protagonizar un Cabildo abierto en todas las plazas del país y que acá en Tucumán tiene voz y es una voz metálica de megáfono como la de una compañera que dice: “¡Compañeros, compañeras! ¡Esto es un atentado a la democracia! ¡Esto es un atentado a nuestra líder! ¡Es un atentado al Pueblo argentino! ¡Es un atentado al Peronismo, al que siempre pone los muertos! Hoy queremos decirles: ¡No! ¡No vamos a poner más muertos! ¡Vamos a salir a la calle a defender a nuestra líder!  ¡Vamos a salir a la calle a defender nuestra doctrina!”. 

Es el megáfono que pasa de mano en mano hasta llegar al compañero de campera de cuero negra porque Ubaldini también vive y grita: “¡Esto fue un atentado contra la compañera Cristina! ¡Que vayan presos todos! ¡Desde los ideólogos de este atentado hasta el autor material! ¡Hoy exigimos Justicia para la compañera Cristina! ¡Y pedimos la presencia de todos los conductores políticos! ¡Aquí tienen que estar desde el Gobernador hasta el último delegado comunal! ¡Todos tienen que estar defendiendo a la compañera! ¡Unidos! ¡Como nunca! ¡Más que nunca! ¡Todos y todas! ¡Unidas y unidos!”.

Esa unidad que se grita, que desgarra, que se clama, que se brega, que se pide, que se comenta, y que también se susurra es la unidad que convoca de una vez por todas a todos y todas, a los funcionarios ausentes, a Javier Noguera, a Pablo Yedlin, a Las Muchachas Peronistas, a Gabriel Yedlin, a la CCC, a Carolina Vargas Aignasse, a Alejandro Melo, a ATE, a Stella Maris Córdoba, a les Kompañeres Tucumán Peroncha, a la CTA Autónoma, a La Cámpora, al MPE Popular, Federal y Feminista, a Fabiola Orquera, y también a quienes acompañan desde un costado como Silvia y Beatriz Rojkés.

Es el público de este micrófono abierto que escucha a todos y a todas, que aplaude, que banca a Melo, que posa con Noguera, que mira las venas abiertas de América Latina en el cuello de los que gritan porque los bombos retumban, y es un público que ovaciona al gran discurso de Alejandra Muntaner de la CTA autónoma, quien arenga como nadie: “¡El Pueblo tiene que estar despierto! ¡Nosotras y nosotros tenemos que estar despiertos! ¡Seguir las políticas de Estado y no dejar que nos engañen nunca más! ¡Nunca más vamos a permitir este tipo de atentado contra nuestra democracia! ¡Compañeras! ¡Compañeros! ¡Sigamos adelante! ¡No nos dejemos vencer!”.

Se suceden los discursos hasta que suena el Himno Nacional Argentino. Un joven y una señora se toman de la mano y cantan mientras la bandera nacional argentina flamea al lado del Yunke. Cuando los aplausos cierran el acto, las canciones de siempre vuelven a sonar en la 25 de Mayo, frente a Casa de Gobierno con policías de cotillón, todo en la más absoluta armonía, todos y todas al compás de las pibas del MPE y Kompañeres en este gran karaoke de la indignación, de la preocupación, pero también de la alegría, del amor posta, verdadero, sin montajes ni operetas, genuino, plural, nacional y popular. Fue la banda sonora de un día agitado, de una noche agitada, del silencio que dejó el sonido ambiente del video cuando se escucha el sonido del gatillo, dos veces el gatillo, a 20 centímetros de su rostro, ese sonido que ha paralizado desde las 20.52 del jueves, que ha asustado hasta entrada la madrugada, pero que no ha amedrentado a nadie, que no ha calmado a nadie, que ha movilizado, que no ha encerrado, que no ha vencido. Que no nos han vencido.