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Cuando San Martín se quedó con la escolta de Belgrano

opinión

Luego del desastre de Ayohúma, el Ejército del Norte, comandado por el Gral. Manuel Belgrano tuvo que abandonar el Alto Perú. Lo que quedaba eran alrededor de ochocientos hombres andrajosos, mal alimentados, armados e instruidos. La intervención de San Martín. Artículo del tucumano Juan Pablo Bustos Thames, publicado originalmente en perfil.com.


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Luego del desastre de Ayohúma, el Ejército del Norte, comandado por el Gral. Manuel Belgrano tuvo que abandonar el Alto Perú. Lo que quedaba del otrora victorioso ejército de Tucumán y Salta eran alrededor de ochocientos hombres andrajosos, mal alimentados, armados e instruidos.

Belgrano le escribió a San Martín: “He sido completamente batido en las pampas de Ayohúma, cuando más creía conseguir la victoria, pero hay constancia y fortaleza para sobrellevar los contrastes y nada me arredrará para servir, aunque sea en la clase de soldado, para la libertad e independencia de la Patria”.

En Salta, Belgrano recibió “un escuadrón de Granaderos a Caballo, del regimiento que había formado el entonces coronel don José de San Martín: no tuvo ocasión de cargar ni aún de entrar en lo arduo de un combate; pero debo decir que me agradó el continente de aquellos soldados, cuyos oficiales, sin embargo, eran muy novicios”, cuenta José María Paz.

El Gobierno ordenó al Coronel José de San Martín llevar estos refuerzos al desbaratado Ejército del Norte: 100 artilleros; otro escuadrón más de Granaderos y un batallón del Regimiento Nº 7 (de Pardos y Morenos). 

Paz los calificó así: “A más de los escuadrones del regimiento de Granaderos a Caballo, había venido a engrosar el ejército un hermoso batallón de setecientas plazas (el número 7) al mando del teniente coronel don Toribio Luzuriaga. Venían instruídos en la táctica moderna, de modo que eran los cuerpos que servían de modelo en las dos armas”.

Originariamente, San Martín debía asumir como Mayor General (segundo jefe) del Ejército. Sin embargo, el 18 de Enero de 1814, el Director Supremo Gervasio Posadas ordenó a San Martín relevar a Belgrano como comandante: 

“Excelente será el desgraciado Belgrano, será igualmente acreedor a la gratitud eterna de sus compatriotas, pero sobre todo entra en nuestros intereses y lo exige el bien del país, que por ahora cargue Usted con esa cruz”.

Estando en Salta, Belgrano le había ordenado al capitán Gregorio Aráoz de Lamadrid que reclutara en la campaña tucumana jóvenes voluntarios para integrar su escolta, que después de Vilcapugio y Ayohúma había quedado muy reducida.

Habiendo cumplido tal orden, ya en Tucumán, Lamadrid advirtió que San Martín ya había llegado, y que se proponía completar, con reclutas tucumanos, la dotación de los dos escuadrones de los Granaderos, que había traído.

Ese mismo día San Martín ordenó a todos los oficiales que presentaran, a las 4 de la tarde, en la calle de La Merced (actual Rivadavia, 1ª cuadra) a todos los hombres disponibles para ser revistados y poder seleccionar los más aptos para remontar sus Granaderos a Caballo. 

Lamadrid protestó porque “aquellos hombres eran voluntarios para servir bajo mis órdenes en la escolta del General en Jefe y cuya fuerza no formaba aún cuerpo alguno reconocido en el ejército. No hubo excusa, se me ordenó los presentara”.

Para no desprenderse de sus mejores soldados, los demás jefes presentaron a “los hombres de menos importancia”. Cuando San Martín los revistó, separó a pocos de ellos, “pero habiendo llegado a los 25 que yo presenté – cuenta Lamadrid -, los miró de un extremo a otro, y mandó que saliesen todos al frente y fueron destinados a Granaderos, ordenándome en seguida que los restantes fueran incorporados a mi compañía”. 

Conformado y disuelto en pocos días

Así fue que el futuro Libertador reclutó a los primeros 25 Granaderos tucumanos. Luego de eso, Lamadrid fue “hecho reconocer en la orden general por ayudante de campo del señor General en Jefe José de San Martín”.

Dos días después, le comunicaron a Lamadrid que “habían dado orden para disolver los voluntarios, destinando 15 hombres a la artillería, 25 a Granaderos, y el resto distribuido entre las compañías del cuerpo”.

Era el fin de la “Escolta de Belgrano”; ya que San Martín había ordenado distribuir a los pocos voluntarios que le habían quedado a Lamadrid, entre todos los demás cuerpos del Ejército. 

Entonces Lamadrid, totalmente contrariado y sorprendido, se dirigió a San Martín, para “hacerle presente que aquellos hombres los había yo reunido voluntarios por orden de su antecesor, el general Manuel Belgrano, para servir en su escolta bajo mis órdenes; y que distribuyéndolos en otros cuerpos, no sólo quedaba desacreditada mi palabra para otra vez que se ofreciera, sino que aquellos hombres se irían, por cuanto se habían prestado a seguirme bajo la condición ya dicha”.

A lo que San Martín respondió: “¿Se queja Ud. de que se disuelva su fuerza? ¿Cree Ud. que estando a mi lado le faltará mejor acomodo? Deje Ud. que se cumpla lo mandado. Si se van algunos, no importa”.

Lamadrid, frustrado por segunda vez replicó: “No me quejo de ninguna manera, mi general, de su mandato… pero me es sensible el inesperado engaño con que he arrancado a estos jóvenes del lado de sus padres para dejarlos ahora abandonados”.

No hubo caso: el fugaz escuadrón quedó disuelto; y sólo los 18 muchachos que quedaron con Lamadrid permanecieron a su lado. El resto: muchos jóvenes y adolescentes, que fueron distribuidos entre los demás cuerpos, desertaron en los días subsiguientes.

Refiere luego Lamadrid que, a los pocos días llegó a la ciudad “el señor general Belgrano con los restos del ejército y los entregó al Señor San Martín”.

Su camarada, José María Paz, en tanto, coincide en señalar que el encuentro entre ambos próceres tuvo lugar en Tucumán, diciendo que “ya en ese tiempo había llegado el coronel San Martín a Tucumán, y nombrado general en jefe del ejército, había tomado el mando de él”. 

Sin embargo, nadie nos ha contado cuál fue la reacción de Belgrano al arribar a Tucumán y enterarse que su sucesor, el coronel San Martín, lo había dejado sin su escolta.

Juan Pablo Bustos Thames.

Abogado, Ingeniero, Profesor Universitario, Director de la Cámara de Comercio Exterior de Tucumán, estudioso e investigador de la historia, escritor, realizador y conductor televisivo y de documentales. Miembro de la Fundación Federalismo y Libertad y la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP). Facebook: https://www.facebook.com/juan.p.thames/ Instagram: jpbthames / Linkedin: Juan Pablo Bustos Thames.


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