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"Cómo la querí" a metros del Obelisco

HISTORIAS DE ACÁ Y DE ALLÁ

Con stand propio, las sangucherías Chacho, Tutti y A mi noooo migraron al Campeonato Federal del Asado en Buenos Aires y por un día cautivaron a cientos de tucumanos que saborearon milangas tucumanas

Los tucumanos quieren y cuidan al sánguche de milanesa "como a un hijo"


no es ausencia/de calor/ este carecer/ 

mi alimento/ se cuece igual/ pero le falta/ la luz

Franco Rivero

 

Las mejores motivaciones comienzan en el feibu: era sábado a la tarde, aunque parecía un domingo. Desde que vine a vivir a Buenos Aires, los fines de semana parecen un domingo eterno. Sin distinción, los findes tienen la tristeza característica del ocaso del último día de la semana. La tarde se iba apagando y no había fútbol con los changos, nadie me había invitado a escabiar, menos a comer; la noche se proyectaba triste y solitaria. No quedaba más que la vieja y confiable: prender la compu y entrar al feibu. Entre memes y noticias algo llamó mi atención, como un input visual que tensa y obliga a mirar. Era una publicación del grupo Tucumanos en Buenos Aires: un flyer con un texto:

La milanga tucumana estará presente en el “Campeonato Federal del Asado”. Chacho, Tutti y A mi nooo iban a tener un santd en medio de la avenida 9 de Julio. La publicación se iba llenando de comentarios: 

Changos y chinitas mañana en el obelisco puesto nro 26.puras milas tucumanas.directo desde nuestro tucuu querido.ya saben .no se lo pueden perrrderrr.

-Espero q rebosen con pan rayado ; -Yendo soy tucumano, no me pueden estafar;-Sabén hasta que hora están; -llevo las nortes.

Si bien en el campeonato Federal del Asado participará un parrillero por provincia, además habrá puestos de comida durante toda la jornada y entre esos, las tres sangucherías tucumanas que se unen para mimar paladares tucumanos en Buenos Aires y cautivar nuevos adeptos a la milanga. No queda otra, voy a tener que ir y constatar si ese producto es tucumano o si todo es un chamuyo.

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Sobre las tensiones gastronómicas Tucumán – Buenos Aires ya se dijo, y vimos, mucho: soportamos empanadas servidas en frascos de mermeladas en restaurantes de Palermo; intentos de panchuques porteños y hasta los ojos del Oficial Gordillo sufrieron traumas irreparables el año que vivió en la capital al ver perecer un sanguche de milanesa envuelto en un film puesto en una heladera, con las hojas de lechugas enteras y en pan francés.

Debemos ser varios los que, lejos de la provincia, soñamos con estar en el pasaje Dos de Abril, que haga calor. Estar de bermudas y en esas sillas de lona con mil batallas. Disfrutar un completo con picante, sacando servilletas a lo loco; porque esas hojas de calcar no limpian nada. A gaseosa de vidrio y plato mal lavado con huellas dactilares que delatan comensales previos. A lechuguita con savora y mayonesa que se cuela por nuestros dedos, aquellos que sostienen y miman ese pan levemente tostado.

El épico viaje de la milanesa inició con la idea de la Subsecretaría de Turismo del municipio de San Miguel de Tucumán y la iniciativa en conjunto con sector privado sangucheril. “Todo surge en el marco de la ruta del sánguche de milanesa: queremos posicionar a Tucumán como capital gastronómica del norte y qué más que el sánguche de milanesa como plato bien nuestro” explica Mario Esteban Véliz, al mando de la subsecretaría municipal, que viajó, con milaneseros, sangucheros y los propios dueños de las tres sangucherías. Véliz cuenta emocionado lo fundamental que fue adquirir todo como si fuera hecho en Tucumán: “sabíamos que si conseguíamos el pan sanguchero, el producto no iba a fallar. Pero aquí no hacen esos panes. Por suerte conseguimos una panadería cuyo maestro panadero es tucumano. Él nos fabricó los 2.500 sánguches. Además, la verdura se compró en el mercado central y los milaneseros desde el miércoles que están en Buenos Aires, trabajando para que todo salga a la perfección” concluye.

 

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Ya es domingo, veo el reloj: son las 10 de la mañana y estoy arrancando la jornada. Dudo: ¿desayunar o no? Bueno, me la juego y no desayuno para llegar con más hambre. -Si son del Kun (empecemos a reivindicar eso también) Tutti y Chacho deben ser los sánguches posta- pienso. 

A las 12 ya no aguanto más y salgo para ahí. Entro en el subte, voy medio nervioso porque a estas alturas, con el hambre asomando con más impulso, tengo muchas expectativas. Salgo en la estación Diagonal Norte. Hay móviles de televisión, vallas, la gente como hormigas viene llegando y se aglomeran entre las parrillas. Camino buscando las milanesas, en un momento dado veo una camiseta de Atlético, también voces que reconozco tucumanas.

Arribo al puesto número veintiséis. Está ahí: majestuoso, infinito, sublime, excelso. Sangucheros con el uniforme de Tutti, Chacho y A mi nooo, todos juntos y trabajando codo a codo demostrando que cuando el objetivo es noble, no existen las diferencias. Es un sánguche de milanesa y brilla más hermoso que nunca.

$500 la mitad y $1000 el completo. Para completar el maridaje se ofrece Pepsi o, claro está, Mirinda Manzana. Compro y voy a retirar. El sanguchero que me atiende es de A mi nooo, y normalmente trabaja en el local de la Sarmiento y Suipacha. Cuando me escucha la tonada tucumana y me pregunta -como la querí. Sólo me sale responder: completo, con toda la gilada. Los ojos le brillan mezcla de calor que emana la fritura y emoción. Me cuenta que no han parado de pasar tucumanos, de todas partes. Le meto un mordisco. El sabor de Tucumán me invade, a cuerpo completo. ¡Qué rico está! Es el posta, no es chamuyo.

Cuando termino de comer escucho algo, una madre le dice a su hijo:- Nooo ¿sangcuche de milanesa? Para eso te lo hago en la casa-. Palabras impensadas, un sacrilegio, se me hierve la sangre y me dan ganas de decirle: No, usted no puede decir semejante barbaridad. Usted se tiene que arrepentir de lo que dijo. Cómo va a decir esoPero no me animo, ese niño ya tendrá la oportunidad de saborear un sánguche tucumano y sabrá, sin ningún tipo de dudas, que aquel manjar sólo se consigue en las sangucherías, que por más que se intente en la casa nunca saldrá igual, es en vano. Quizá las empanadas, bueno… vaya y pase. Se comen empanadas ricas en muchas casas. Pero con el sánguche es distinto, se resiste a la comodidad del hogar.

Pasan dos horas: vuelvo a pedir otro y con el mismo sanguchero de hace rato. Ya no me pregunta nada, sabe con una mirada cómo lo quiero. También, completo y con toda la gilada. El sabor tucumano vuelve a invadirme, cada vez escucho más voces que las siento propias, son de mi provincia, cientos de nosotros. Muchos comen en silencio, los que se conocen hablan y ríen; sacan fotos y por un momento se sienten como en casa.

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Tucumanos vivimos una jornada que nos repiqueteó en el alma. Porque el pago tira, los sabores están ahí… encapsulados en la memoria y siempre se sueña con el reencuentro en la sanguchería disfrutando con amigos. Somos nostálgicos y, eso, como el sánguche de milanesa, nos constituye. 

Entre ese mundo de gente, por arriba se erige el obelisco. El olor de las milanesas confunde por un instante el paisaje. Avenidas anchas y puestos esparciendo humo con turistas sacando fotos. Pero sí: las milanesas son tucumanas y estamos en Buenos Aires. 

Con el alma contenta y el sabor del sanguchazo revoloteándome el paladar ya es hora de retomar camino a casa. Agradecí al mundo, al ser tucumano. Entré al subte, de fondo el obelisco como un falo erecto. Perdón, como un pingo parao adornaba la tarde. 


En fotos: