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El canal menos 10 de Tucumán

OPINIÓN

El abogado penalista Gustavo Morales habla sobre el rol de uno de los programas periodísticos más conocidos de Tucumán, a partir de 2003. "Alperovich se valió de un proteico sujeto de nefasto origen que pasó de cabo de policía torturador en la más carnicera dictadura a convertirse en una meretriz oficialista", asegura el letrado en esta columna.

El periodista Omar Nóblega junto al expresidente Mauricio Macri.


“Lo mas desagradable del mal es que a uno lo acostumbra” (Jean Paul Sartre).

“Puede parecer una idea ridícula, pero la única manera de combatir la plaga es la decencia” (Albert Camus).

 

Con el advenimiento al órgano ejecutivo provincial de José Jorge Alperovich, éste decidió, en el marco de su estrategia de poder, construir mallas de impunidad y apropiarse de un instrumento comunicacional para fines propagandísticos de su gestión, difamatorios a sus críticas y de censura a quienes el mandamás disfrazado de peronista consideraba “enemigos".

Con un pretérito político oscilante entre el Partido Comunista y la Unión Cívica Radical, Alperovich se valió de un proteico sujeto de nefasto origen que pasó de cabo de policía torturador en la más carnicera dictadura a convertirse en una meretriz oficialista, para su abyecto proyecto hegemónico en Canal 10.

Mientras el pseudo periodista y su equipo de obsecuentes se autopercibían “los primeros" (sic) no sin alguna razón porque cada vez resultaba más evidente la impúdica lisonja al gobernador de turno y el deleznable papel de censor de ese “programa”, iniciaba simultáneamente “José”, el copamiento del fuero penal, designando “a piacere" a los fiscales de instrucción Guillermo Herrera, Arnoldo Suasnabar y Adriana Giannoni como a los jueces de instrucción Francisco Pisa y Mirta Lenis de Vera.

Además, Alperovich transformó al tribunal penal de apelaciones en “único” presidido por una “muñeca" –sólo de sobrenombre-, hermana del entonces ministro de Gobierno y Justicia, Edmundo Jesús Jiménez.

A partir de ese momento, es decir, fines de 2003, perdió su esencia Canal 10 como “televisión pública” porque, fundamentalmente, de lunes a viernes, desde la madrugada, exhumó la halitosis de un mercenario al servicio del mejor postor y cuyos colaboradores y familiares también fueron beneficiados con “contratos" en la administración.

Sin embargo, “Los Primeros", desde aquella fecha hasta hoy, exteriorizan un efecto docente – no decente –pues enseñaron a violar leyes laborales, previsionales y tributarias bajo el manto protector de un presidente del directorio con sexopatía constitucional, la falta de respeto al artículo 14 de la carta magna y, en definitiva, como era previsible, a ignorar lo que significa una auténtica democracia con contenido social.

Leña al fuego. 

Que se animen los prudentes aludidos a contra argumentar, aunque, como sostenía Ernesto Guevara, “son moderados todos los que tienen miedo o los que piensan traicionar de alguna forma". 

Gustavo Morales

Abogado penalista (MP 3924)