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Por qué pierden los oficialismos

OPINIÓN

Es tiempo de prestar atención al pedido de los electorados, tiempo de escuchar qué los aqueja, conversar honestamente con ellos y entender de verdad sus necesidades. La preocupación de la sociedad en general y el reclamo de los pueblos | Por Manuel Martínez Novillo

Alberto Fernández y Cristina Kirchner, luego del revés en las elecciones de medio término. Foto: Télam.


Es tiempo de prestar atención al pedido de los electorados, tiempo de escuchar qué los aqueja, conversar honestamente con ellos y entender de verdad sus necesidades. Es claro que los oficialismos alrededor del mundo, y muy especialmente en América Latina, no pueden hacerlo, porque están perdiendo las competencias electorales que enfrentan. Ocurre tanto en gobiernos nacionales, provinciales y municipales como en sindicatos e instituciones públicas que están sometidas al voto democrático.  

En Chile, por ejemplo, vimos en los últimos años un movimiento popular que no sólo desbancó de la Casa de la Moneda al partido gobernante, sino que además está por realizar un cambio completo de la constitución del país para intentar adecuarla a los problemas de nuestra época. 

Los jóvenes tienen mucho peso en este impulso de renovación política, institucional y social. Los jóvenes necesitan nuevas herramientas educativas para desarrollarse en el mundo, nuevas formas de trabajar para tener verdaderas oportunidades y esperan mayor diversidad e inclusión en nuestra sociedad. Por ello piden un lugar en la mesa donde se deciden estos asuntos: en las asociaciones gremiales, en las escuelas, en las universidades y en los gobiernos.

También existe una preocupación generalizada por nuestro futuro como sociedad. La prosperidad económica y el bienestar social que los gobiernos pueden garantizar hoy no es el mismo que en el siglo pasado. Si las cosas siguen como están, nuestros padres habrán tenido muchas más posibilidades en la construcción de sus vidas de las que tendrán nuestros hijos. 

La democracia receptará estos reclamos, lo quieran o no los oficialismos. El pueblo simplemente votará y echará de la oficina a quienes no estén a la altura del desafío y elegirá a quien pueda escuchar y proponer soluciones. Está en la esencia de la democracia la posibilidad de penar a los gobernantes que nos han defraudado, que no han cumplido con el trabajo que la época les ha asignado. 

Los gobernantes tienen que aprender de quienes los pusieron donde están, de los conciudadanos. Tienen que escucharnos. Es su responsabilidad, pero también debería ser su vocación y su principal razón para ocupar el rol que ocupan.  


*Manuel Martínez Novillo, Master en Ciencia Política (Universidad de Nueva York) y doctorando en Derecho (Universidad de Buenos Aires).