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La UNT en el cruce entre la moral y la moralina

Opinión

Perplejidad, incertidumbre, ilegalidad, acoso y persecución embargan a la comunidad universitaria y ponen en evidencia el gran problema ético de la UNT del cual la crisis en la obra social es un síntoma más.

Foto: https://www.academica.unt.edu.ar/


Perplejidad, sentimiento de abandono, incertidumbre, ilegalidad, acoso, persecución han sido los síntomas que en los últimos años y, particularmente, en este proceso electoral, nos embargan a los universitarios, sin olvidar los votos “origami” y los distintos rostros de la corrupción. Ese listado de sensaciones se sintetizan en la triste afirmación de que en nuestra universidad la moralina ha reemplazado a la moral

Nietzsche definió a la “moralina” como la incoherencia entre los principios que se declaran y las acciones que se realizan. Sartre hablaba de “mala fe”, que es faltar a las obligaciones convenidas, a los convenios, a los pactos. Aunque seguimos anhelando reconocernos en la excelencia académica, en los recursos humanos que formamos, en las creaciones artísticas, en los descubrimientos científico tecnológicos. Pero sentimos que nos encontramos en un territorio atravesado por la impunidad.

Hoy nos despertamos con la trágica noticia de que la Asociación de Clínicas y Sanatorios de Tucumán había rescindo el contrato con ASUNT, nuestra obra social, y que nos convertíamos en pacientes particulares. Situación temida porque semanas atrás nos enteramos de un embargo no se realizó por tener una moratoria. Aunque sabíamos que una moratoria se produce  cuando hay falta de pago. Hace mucho tiempo que somos testigos de enormes problemas en la prestación de salud. La mayoría de los universitarios o nuestros colegas hemos pasado por la reducción de servicios y la dificultad, en tiempos de pandemia, de recibir atención telefónica. El deterioro en el servicio de salud era algo que todos sentíamos y más aún los pacientes oncológicos, entre otros. 

Percibo con dolor que hemos naturalizado lo que es producto de falta de políticas y de falta de respeto a los derechos humanos. Es por esto que digo que el problema fundamental de la UNT es ético. El cuidado de la salud, el buen trato, el cumplimiento de normas legales, el respeto al que piensa diferente es ético. Mientras que amordazar al que piensa distinto, ponerle rótulos a las personas que son colegas, compañeros y no enemigos, son formas de arrasar con los derechos humanos y ejercer la “moralina” que consiste en autoproclamarse defensor de los derechos humanos y acusar al otro de ser de “derecha o cipayo”, entre otras descalificaciones.  Amordazar o perseguir al otro no es propio de quien defiende derechos. No es ético inscribir como consejero a un jubilado, tampoco ocultar los errores, sino asumirlos, si los hubiera. No es ético esconder expedientes, tapar presuntos abusos y creer que todo seguirá igual. Hay un momento, decía Camus, que las decoraciones se derrumban.

Sin embargo, soy optimista porque sé que hay estudiantes, docentes, investigadores, egresados y no docentes dispuestos a no renunciar a su libertad, a hacerse cargo de su responsabilidad en la defensa de derechos y a recuperar los lazos solidarios que son la verdadera trama de la democracia, especialmente, en una institución universitaria que tiene un legado que debemos reactualizar, guardando coherencia entre nuestro pasado y nuestros proyectos. 

*La autora es filósofa y profesora emérita de la UNT

Susana Maidana

Doctora en Filosofía. Profesora Emérita de la UNT.