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Espadas, rotas cadenas y el anuncio que no fue: Tucumán, sepulcro de la inflación

OPINIÓN

Nuestra provincia esperaba escribir una nueva página de la historia. Alberto Fernández venía a poner en marcha la guerra contra la inflación, pero terminó rezando con la Policía de Tucumán. Fotos que hablan y dan que hablar. Una espada de Famaillá y las rotas cadenas del rockstar Romero.

Alberto Fernández en Tucumán. (Foto: Presidencia)


Cuando en la Argentina no pasa nada, en Tucumán pasa algo. O de todo. Los tucumanos siempre somos de una forma u otra el epicentro del debate nacional. Los tucumanos esperábamos ser testigos y protagonistas de una nueva página trascendental de la historia argentina. Mientras se debatía en el Senado el Programa de Facilidades Extendidas para el refinanciamiento de la deuda argentina con el Fondo Monetario Internacional, el presidente Alberto Fernández arribaba a Tucumán la tarde del jueves; para el viernes, había fijado el inicio de la "Guerra contra la inflación". La Cuna de la Independencia se perfilaba como el lugar elegido por el Jefe de Estado para un anuncio contundente, robusto, certero, que lo devuelva al centro de la escena y lo empodere entre tantos cuestionamientos propios y ajenos, en uno de los peores momentos del Gobierno, como casi todos los momentos de este gobierno.

No aterrizaba en cualquier provincia el Presidente. Tucumán tiene un nuevo rockstar, que se pone el traje de héroe o villano según la ocasión o el ojo que lo juzgue. Un día, Enrique Romero sale al cruce de la jueza Alicia Freidenberg porque su auto circuló por la vereda en plena marcha del 8M. Luego la jueza se excusó, afirmó que llevaba una persona descompuesta y que se trataba de una urgencia. Y pidió disculpas, claro. El subsecretario de Tránsito había demostrado que iba contra todos, hasta contra una magistrada, en su afán por poner orden en las calles tucumanas que tantas veces lo llevó a dirigir él mismo el tránsito.

Pero hizo una de más: esta semana se viralizaron los videos de los agentes de tránsito y el propio Romero cortando las cadenas de una bicicleta atada con candado a un árbol en pleno centro tucumano. Se trataba de la herramienta de trabajo de tucumanos y tucumanas que salen a pedalear la calle para ganar el mango en un contexto muy complicado. "Yo necesitaba seguir trabajando, perdí el día y no me repusieron el candado. No me hicieron multa", le reveló Lucas Juárez a eltucumano. A contramano de la popularidad que gana en TikTok, el funcionario municipal fue contra los trabajadores y quedó 'mal estacionado'.

Otro movimiento que dejó en ‘doble fila’ a Romero fue el sorprendente encuentro (institucional, según las partes) entre el intendente Germán Alfaro y el líder de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi. El hijo del genocida condenado Antonio Domingo Bussi es un histórico enemigo del alfarismo y viceversa. El propio Romero le ha dedicado algunas de sus frases más memorables. “Bussi es como la achilata de pollo, no existe”, es apenas una de ellas. 

Alfaro y Bussi se estrecharon las manos sonrientes en el Palacio municipal y desconcertaron a opositores y oficialistas, que intentan sin éxito descifrar los alcances de este acercamiento del que los protagonistas pidieron no hacer lecturas políticas. Casi al mismo tiempo, el gobernador Jaldo recibía al intendente Mariano Campero, que chicaneó: "Políticamente venimos de espacios políticos distintos con el gobernador. No así Alfaro”. El líder del Partido por la Justicia Social le ganó por poco más de cinco mil votos en las PASO 2021 al yerbabuenense, lo que dejó a Alfaro y el piloto - diputado Roberto Sánchez (aliado de Campero) en pole position rumbo a las elecciones provinciales del año que viene. Bussi coqueteó con los por entonces intendentes radicales, y ahora se acerca a Alfaro. “¿Tienen aca en la cabeza?”, se preguntaron algunos, mareados, parafraseando al propio Romero.

Mientras en nuestra provincia se cortaban las cadenas de las bicicletas y la foto Alfaro – Bussi sacudía el arco opositor y el escenario político comarcano, Alberto Fernández anunciaba en Tortuguitas que el viernes comenzaría la guerra contra la inflación, para cortar las cadenas empobrecedoras de los argentinos. Esto reflejó que para el Jefe de Estado no era urgente “terminar con los especuladores” cuando asumió, ni tampoco en plena primavera albertista, aquellos primeros meses de la pandemia con el país paralizado. Tenía que anunciar una guerra ahora, con el mundo en vilo y mientras nos explican que los bombardeos en Ucrania hacen aumentar el pan en Tucumán.

"Espero que esta semana podamos empezar a poner orden al tema de la deuda tremenda que heredamos. Y el viernes empieza la guerra contra la inflación en la Argentina; vamos a terminar con los especuladores", sentenció. Mientras el Jefe de Gabinete Juan Manzur condenaba los bombardeos en Ucrania en la Embajada de Estados Unidos, se anunciaba su arribo a Tucumán junto al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, para firmar convenios y entregar 100 camionetas la mañana del viernes. En simultáneo, tomaba fuerza la versión de que con ellos arribaría el propio Fernández, tras una visita a Salta. 

Así, la Guerra contra la inflación podría lanzarse desde nuestra provincia. La tierra de La Batalla de Tucumán y el “sepulcro de la tiranía” de Manuel Belgrano, la Cuna de la Independencia, el lugar donde Perón declaró la Independencia Económica, la provincia de los ingenios cerrados por la dictadura de Onganía y el laboratorio del genocidio y el terror de la última dictadura militar. La historia argentina y Tucumán, ese idilio eterno, nuestro pueblo pasional, sufrido y castigado siempre en el medio, escribiendo y protagonizando la historia, fiel a nuestro destino de grandeza.

Antes de comenzar su cruzada contra la inflación, Fernández aguardaba aprobar de una vez el acuerdo con el Fondo en el Congreso que tantos dolores de cabeza le trajo. Entre el voto negativo de los diputados alineados con Máximo Kirchner, las piedras y el atentado contra el despacho de la vicepresidenta Cristina Kirchner en pleno debate, las negociaciones dejaron al Gobierno del mismo lado que Juntos por el Cambio, poroteando contra los kirchneristas puros, accionistas mayoritarios de la coalición gobernante. El Frente de Todos es un frente de internas y el Presidente le abrió un nuevo frente 'bélico', cómo si faltasen problemas.

Para ir a la guerra hacen falta armas. Y Tucumán puso en el mapa una nueva, con la que no contaba nadie: la espada de Dómacle. "Lo primero que tenemos que considerar a la hora de evaluar los términos de este acuerdo es que, cuando asumió el Gobierno de Alberto Fernández, el Fondo Monetario Internacional ya estaba entre nosotros con su espada de Dómacle, lo que por definición representa el peligro inminente y cercano, es decir... una grave amenaza que se debe afrentar inexorablemente", planteó la tucumana Sandra Mendoza en pleno debate en el Senado.

Ya el presidente Alberto Fernández y el Jefe de Gabinete Juan Manzur habían comparado la deuda tomada por Mauricio Macri con la espada de Damocles. La famaillense quiso ratificar la línea discursiva de sus jefes políticos, pero al leer su discurso (lo que está prohibido por el reglamento de la Cámara) se confundió, y fue blanco de burlas en las redes sociales. Quizás la espada de Domacle sea la próxima apuesta turística de la Ciudad de las Réplicas, y el discurso de la embajadora de Famaillá en el Congreso fue apenas el adelanto de una sorpresa sin precedentes. Dramática es la deuda contraída por Macri y el cogobierno al que estaremos sometidos, no un yerro en un discurso.

Avanzaba el debate en el Senado, ya sin Cristina Kirchner en el recinto, cuando Alberto Fernández finalmente aterrizaba en Tucumán. El predio de ATSA recibió nuevamente al Jefe de Estado, que se dio un baño de calor a la tucumana, donde el peronismo siempre lo ha tratado con cariño. El Presidente se calzó el traje de presidente del Partido Justicialista y esbozó una arenga apuntando a volver a seducir y alinear a los compañeros que miran de reojo al Gobierno que no despega: "Cada problema que enfrento lo hago con los valores del peronismo: primero la Patria, después el Movimiento y al último los Hombres", sentenció. Aplausos y ovación. Como tantas veces hiciera Manzur, Jaldo agasajó a Fernández con la impronta peronista que le falta al admirador confeso de Alfonsín. Un mimo nunca viene mal, ni siquiera al Presidente.

Tras pasar la noche en Tucumán, Fernández encabezó un acto en la explanada de la Casa de Gobierno, frente a la Plaza Independencia, donde dejó a los tucumanos y tucumanas con las ganas de ser el sepulcro de la inflación. El Presidente que venía a lanzar una ‘Guerra’ terminó rezando con la Policía tucumana. Ningún anuncio. Apenas un discurso plagado de lugares comunes sobre la lucha contra la inseguridad tras entregar 100 vehículos a la fuerza. 

Desde lo político sí hubo mensaje. Tras la explicitación de la interna frentetodista a la hora de votar el acuerdo con el FMI en el Congreso, se ofreció desde Tucumán una foto potente al kirchnerismo: Alberto y Aníbal Fernández, Massa y Manzur, del mismo lado. En primera fila, los escoltaron los parlamentarios nacionales tucumanos. El senador Pablo Yedlin y el diputado Carlos Cisneros se ubicaron inmediatamente detrás del Jefe de Estado, el Jefe de Gabinete y el presidente de la Cámara baja, casi cuidando sus espaldas. No salió en las fotos la camporista Mabel Carrizo, que en Diputados votó en contra del acuerdo con el FMI. 

Tras el acto, Fernández regresó a Buenos Aires, y el anuncio bélico antiinflacionario tuvo como siempre tonada porteña, cargado de tibieza y con sabor a poco y nada, ya entrada la noche del viernes. No hay tal guerra. Al final el único que le puso picante a la expedición a tierras tucumanas fue el mismo de siempre, el que nunca falla: “Esto no es para cagones”, les dijo Aníbal Fernández a los policías tucumanos. Tranqui. Capaz con la espada de Domacle los tucumanos y tucumanas caminan tranquilos por la calle.