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La Vacuna

Entendiendo...

La verdadera pandemia hoy por hoy es sin duda la libertad, o al menos los hilos que la disfrazan. La masividad comunicativa da voz y voto a cualquier aberración cognitiva que en muchos casos pueden conllevar peligros palpables para nuestra especie.

Un poco cotradictoria la propaganda en contra de la SPUTNIK V. Es la vacuna identificada con el comunismo, cuando en realidad la Federación Rusa es un estado capitalista hace ya 30 años, mientras que China (un estado comunista) tiene su propia vacuna, la cual no sufre este tipo de boicot mediático. | Imagen de The Atlantic


Hace un par de meses que tuve COVID y debo decir que es una enfermedad única. En mi niñez tuve enfermedades “más graves” como meningitis, pero este bicho nuevo tiene un nosequé más. No, no tuve dificultades respiratorias, ni internación ni nada de eso. El coronavirus te jode de otra forma más sutil, la psicológica. Encerrarse 15 días con miedo a no contagiar a seres queridos (mi hijo tenía 2 semanas en ese entonces), una sucesión de síntomas que alteran los límites de la cordura y de yapa la pérdida indefinida del sentido del olfato (podría llegar a meses). Si esto último parece algo secundario se equivocan. Comer es una sensación netamente olfativa, de ahí la diferencia entre gusto y sabor. Esto genera un resultado a la hora de comer un tanto contradictorio, se mezcla asco y a la vez una sensación de no saciedad por más que uno esté lleno. Como fuere, procastiné la aplicación de la segunda dosis sufrí las consecuencias que podrían haber sido ahorradas. El tema es el por qué.

Creo que fue una mezcla de cuelgue, creer que esto se terminaba antes, creer que esto “le pasa a otro” y también puedo llegar a decir que tanta propaganda antivacuna quizá me tocó inconsciente, es decir, no la parte racional, sino la emocional; el miedo. Por todo esto, creo que el estado me falló. Cuando nació mi hijo, directamente me lo entregaron con las vacunas puestas, lo cual me parece perfecto. ¿Qué tengo yo para opinar de un criterio médico retecontra comprobado? Además de que no tengo ni quiero tener la libertad de exponer innecesariamente a un bebé a enfermedades muy evitables y mi “decisión” no debe generar rebrotes que puede afectar a terceros. Por eso digo, el estado me falló, me deberían haber obligado a ponerme la segunda dosis y a otra cosa. 

Un tanto humillante que Milei se haya puesto las dos dosis antes que yo. Pero bueno, las reglas del hipercapitalismo, la economía por sobre la salud: él tiene supuestamente tiene que facturar afuera.

Evidencia Empírica

Entre mi collage laboral, trabajé 10 años en diversas instituciones de salud en funciones de gestión sanatorial y otras. Tengo la piel y los sentimientos bastante gruesos en cuanto a ser impresionable en enfrentar enfermedades y la muerte. Al principio cuando conocí los primeros datos del COVID me pareció una exageración milenial. Todos los inviernos en cualquier institución sanatorial hay un fenómeno estacional de neumonía y patologías afines. Existe allí una lucha todos los años para enfrentar farmacológicamente a microorganismos más y más resistentes. Por ello al coronavirus lo vi como una cuestión mediática adornada por su carácter exótico y lo que en verdad me aterró en un principio son las evidentes consecuencias económicas que hoy se hacen tan palpables. Sí, estuve rotundamente en contra de la cuarentena, ya que, como lo explicaron algunos expertos, el parate económico se lleva muchas vidas por diversos motivos que aquí no vamos a profundizar. Sin embargo, aún en mi etapa más rebelde, entendí que la salida de una vacuna debía ser inminente y su aplicación obligatoria. En un balance costo beneficio como lo vi tantas veces en gestión de salud, la vacuna debía ser impuesta y bancarse hasta cierto punto los efectos colaterales como los tiene cualquier medicamento ya sea nuevo o viejo. Pero bueno, no me sorprendió a comunicadores sociales en medios masivos, políticos oposicionistas, conspiranoicos, terraplanistas y libertarios declamando que la vacuna era un veneno. Sí, soy un apasionado de la historia y de la ciencia y cuando aparecen estos bichos pseudointelectuales que con el principio de “cuestionar todo”, hacen un falaz revisionismo de si el hombre fue a la luna, si los políticos son reptiles disfrazados, si hay un complot sionista/marxista para lavar mentes y otros tantos plots de gente que conjuga el perfecto balance de demasiado tiempo libre, poca formación, mucha información y una pereza total a la hora de fundamentar lo que no es evidente, o simplemente lo que no es conveniente para estructuras de creencias un tanto caprichosas. 

La duda como método. Descartes es nada más y nada menos que el fundador de la filosofía moderna. En su obra cumbre, "El Discurso del Método", plantea que el conocimiento científico se construye demoliendo las estructuras preimpuestas hasta los cimientos, y replantear inclusive hasta la misma existencia donde nace la formulación "pienso, luego existo". Personalmente considero que cualquier atajo en este método es el germen de falacias, conspiranoia y otras aberraciones cognitivas tan presentes y peligrosas en nuestros días. Un antivacunas no piensa y por tanto hace formulaciones que no existen bajo el amparo de una pseudocientificidad. 


Me llegaron críticas de por qué hago tanto énfasis en la historia y la verdad que, aparte de que me apasiona esa disciplina, no queda otra. Donde las ciencias exactas no pueden penetrar del todo, el principal elemento en la construcción de deducciones racionales deben ser los antecedentes. Algo que está demostrado porque ya ocurrió.

Conspiraciones + Paranoia 

Tomemos por ejemplo el caso de la viruela, una enfermedad que prácticamente aniquiló a los pueblos originarios americanos cuando los europeos comenzaron la conquista. Siguiendo este ejemplo para contrastar la lógica de los conspiranoicos antivacunas, era un enigma como 200 españoles destruyeron el Imperio Azteca con millones de habitantes. No, no fueron los aliens ni viajeros del tiempo, en gran medida la viruela aniquiló a la población y su voluntad de lucha. Esta accidental e implacable arma biológica tuvo un final, una campaña de vacunación mundial por la que hoy por hoy podemos decir que es una enfermedad completamente extinta en el planeta. Un esfuerzo que requiere la colaboración y que cada uno ceda un espacio de su “libertad” para sacarnos de encima un problema de todos. Civilizaciones americanas extintas completamente por un bicho son el testimonio de la peligrosidad del discurso conspiranoico, sobre todo el antivacuna, ya que esta rebeldía no se circunscribe al COVID. El movimiento antivacuna es un fenómeno anterior que fundamenta que casi todas la vacunas son malas, siendo el caso más paradigmático la que combate la poliomielitis, ya que ellos aseguran que es la causa del autismo en niños. Afortunadamente, ya no es común cruzarse con gente que sufrió polio, pero si los padres lo hiciesen, no tendrían ninguna duda a la hora de cumplir al pie de la letra el calendario de vacunación. 

Vamos con el tema del supuesto dominio mundial de una casta por medio del COVID y sus vacunas. Para quién no lo sepa, hoy por hoy se está llevando a cabo la 3ra guerra mundial entre oriente y occidente. Aún no alcanza el grado de guerra militar total, pero vemos algunos chispazos como lo fue la retirada de Estados Unidos de Afganistán y la actual situación de Ucrania entre otros conflictos proxy. El punto es que hay una guerra comercial, cultural y militar de baja intensidad, en la que están en juego nada más y nada menos que la hegemonía del planeta tierra. Para ello los gobiernos de USA, Rusia, China, la UE, India, Pakistán y un largo etcétera invierten recursos humanos y económicos que superan cualquier imaginación. Difícilmente estos bandos se unan para destruir la economía mundial y lavarle la cabeza a algún libertario que se gana la vida con la promoción de criptomonedas o alguna que otra piramidal. Todo esto es una sobredosis de medios de comunicación y un déficit de humildad. Imperios trataron de controlar el mundo y fallaron en entenderlo. Desde el plano matemático hasta la sociología moderna, los factores que marcan un comportamiento son inabarcables e intrínsecamente imposibles de predecir de manera categórica, mucho menos se podrán hacer planes en base a generar pánico por amenazas invisibles como el comunismo,el islam o un virus chino. 

Si vamos a cuestionar todo, vamos en serio. Una tesis que afirma que "no todo lo que es verdad se puede demostrar" y explora esta perspectiva desde las ciencias duras.

Dicho esto, cómo puedo saber que algo realmente es cierto. La respuestas es ver el balance de fuerzas. El fallo fundamental de los conspiranoicos se puede resumir con fundamentar por ejemplo que River y Boca se unirían para cobrar un penal a favor de uno o del otro. Sí, es la lógica la brújula señores, no un tonto en la TV que fundamente que una buena forma de enfrentar el COVID es la homeopatía o beber cloro. Siguiendo este camino todo se aclara. ¿Cómo sabemos que USA llegó a la luna? Porque la URSS hubiese denunciado con bombo y platillo cualquier inconsistencia. “Ah, pero la URSS y USA son parte de lo mismo, que es una mesa de masones, sionistas y reptiloides que fabricaron la guerra fría para dominar al mundo…” bla bla. 

En lenguaje médico eso es psicosis, es decir, inventar fantasías y proyecciones como si fuesen reales, en una palabra, ser loco. Gente, no sean psicóticos, no sean tontos, no sean locos. Vacunense, terminemos con esta mierda de una vez. Hay una infinidad de profesionales médicos y expertos en todos los campos monitoreando este tema y muchísimo en riesgo. Imaginen lo que le puede causar a un gobierno o laboratorio en materia judicial alguna falla o riesgo deliberado. Consulten todo con su profesional médico (cuerdo) y dejemos de lado este individualismo “liberal” que nos enferma y endeuda.


Arturo Antonini

Analista político-financiero, promotor cultural y productor audiovisual.