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Aprendimos a construir consensos

OPINIÓN

Antes de dejar su banca, el tucumano Pablo Yedlin hace un balance de su gestión como diputado nacional.

Pablo Yedlin. Foto Twitter/Pablo Yedlin.-


El 10 de diciembre terminaré mi gestión como presidente de la comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados de la Nación.

La humanidad ha vivido un momento único de su historia. Una pandemia es un fenómeno raro. Además, una de la magnitud, duración y gravedad como la que estamos viviendo diría que es rarísima. Hay que remontarse a la Gripe “española” hace más de 100 años – con todas las dificultades de comparación que eventos de este tipo tienen- por las bajas capacidades de registro, científicas y médicas de esos tiempos, que recordemos ocurrieron en medio de eventos como la Primera Guerra Mundial, la Guerra civil española y la Revolución rusa.

Cuando la historia cuente con la distancia necesaria de esta pandemia -que hoy el periodismo no tiene- podremos evaluar conductas, aciertos y errores. Mediremos la gravedad de la misma en “muertos por millón de habitantes” o en “exceso de mortalidad por país”. La diferencia entre estos dos indicadores es casi nula en Argentina pero duplica y triplica en muchos países del mundo, incluso en los países desarrollados (¡recuerden este punto, va a ser interesante!).

También tendremos registros precisos sobre el impacto económico en caídas de PBI, pérdida de empleo y en aumento de pobreza. Mediremos la equidad en acceso a las vacunas, mostrando continentes abandonados y países “sobre vacunados”. Evaluaremos la utilidad o no de los organismos internacionales de control, la OMS, Naciones Unidas, el mecanismo ACT Accelerator y dentro de él “COVAX”.

Repasaremos el accionar fabuloso de la comunidad científica y su capacidad de enfrentar a un nuevo virus, producir test diagnósticos, tratamientos adecuados y vacunas seguras y efectivas, algunas de ellas absolutamente innovadoras. También revisaremos tratamientos absolutamente inútiles -incluso perjudiciales- que se presentaron como la solución mágica (cloroquina, ivermectina, etc.) y que aún no han sido lo suficientemente desmentidas.

Agradeceremos una y mil veces más el trabajo heroico de los sistemas de salud en el mundo, enfrentando una enfermedad desconocida altamente contagiosa, mortal, exponiéndose muchas veces sin vacunas previas y sin EPP adecuados al virus.

Seguramente podremos revisar el rol de la industria farmacéutica en la producción masiva de los fármacos e insumos requeridos, su voluntad real de contratar con el mundo y su capacidad de distribuir estos insumos críticos y estratégicos con un sistema equitativo y basado en riesgo y no sólo en resultados económicos.

Y entonces deberemos sacar algunas conclusiones y lecciones aprendidas. Quizás la próxima pandemia no esté tan lejos y no debemos desperdiciar toda esa información.

Desde la comisión de Acción Social y Salud Pública que tuve el honor de presidir nos enfrentamos desde el comienzo mismo a dificultades impensadas. Recuerdo que mi designación como presidente de la Comisión la seguí por videollamada desde mi casa en Tucumán porque tras haber arribado de Washington DC, de un evento científico al que fui invitado a discutir sobre financiamiento de los sistemas de salud en Latinoamérica, se instauró la cuarentena obligatoria para viajeros de aquel país. No sospechaba en ese momento que casi todas las reuniones se darían así en forma remota y en los próximos dos años.

Lo hicimos con un sistema creado por la propia Cámara de Diputados, que nos permitió identificarnos en forma fidedigna, votar en forma transparente y firmar dictamen en forma digital. La Cámara tuvo que dar un salto tecnológico, en semanas, que le hubiera llevado años.

Hay que destacar la vocación del equipo de Informática, no sólo en hacer su trabajo sino en la paciente docencia que permitió que todo funcionara. Aun cuando los legisladores que viven en cercanías urbanas del Congreso de la Nación insistieron en sesiones presenciales. Los mismos que cuando estamos en el recinto no pasan mucho tiempo sentados en sus bancas y salen a recorrer estudios televisivos y sólo vuelven para las votaciones.

Recorrimos la pandemia con una agenda que acompañaba al ministerio de Salud de la Nación, con las mismas incertidumbres que todos y con un enorme sentimiento de responsabilidad. Las comisiones tienen la misma proporción de diputados que el recinto, es decir que es difícil imponer mayorías cuando no las hay y nuestro objetivo fue siempre conseguir los consensos más amplios. Para eso conté -y quiero volver a reconocerlo- con la ayuda de la vicepresidenta primera, Carmen Polledo, que desde su claro rol opositor tuvo una actitud abierta, colaborativa, de diálogo sincero. Como nos dijimos en algún momento: decidimos confiar en el otro y pudimos avanzar. No quiero dejar de nombrar a quienes fueron autoridades de la comisión, Paola Vessvessian, Eduardo Bucca, María Luisa Montoto, Rubén Manzi, Claudia Najul y Estela Neder, y a su secretaria Diana Dianne, incansables todas y todos. Y cuando todo parecía un imposible, ahí estuvieron siempre Cecilia Moreau, Paula Penacca y Cristina Alvarez Rodríguez. Quiero agradecer a nuestro presidente de la Cámara, Sergio Massa, y al jefe de nuestro bloque, Máximo Kirchner, atentos siempre a cada iniciativa. Sin estos compañeros y compañeras mi tarea de encontrar puntos comunes y acuerdos hubiera sido imposible.

Muchas normas fueron necesarias, leyes para acompañar a nuestro personal esencial, para asegurar los elementos y protocolos de prevención personal, para evitar que paguen ganancias por horas extras o guardias. Otras iniciativas, como programas de donación de plasma de pacientes recuperados, habilitar la prescripción digital y regular la teleasistencia en salud. Y, por supuesto, la ley para la compra de vacunas Covid-19, permitiendo al Ejecutivo firmar contratos durísimos con la industria, y normas para permitir el acompañamiento de los enfermos aislados por sus familiares en situaciones críticas.

Evaluamos todos los contratos con la industria para la compra de vacunas, TODOS. Citamos a funcionarios, citamos a los laboratorios. Dimos las discusiones, muchas veces no coincidimos y muchas sí lo hicimos. Hemos cumplido nuestro rol. La comisión se reunió 41 veces en los dos años, muy por arriba del promedio histórico; aprobamos 41 expedientes de resolución y declaración, y logramos llevar al recinto 14 proyectos de ley que fueron aprobados en su totalidad por gran mayoría. Tres de esas iniciativas tengo el orgullo de decirle a los tucumanos y tucumanas que me votaron fueron de mi iniciativa.

Claro que han quedado temas pendientes. La nueva ley de antibióticos -tan necesaria y trabajada por equipos interdisciplinarios estatales y del sector privado durante casi un año, con dictamen unánime de la comisión y ODM para la sesión, pierde estado parlamentario. La nueva ley de VIH que trabajamos con tanto esfuerzo con las organizaciones de la sociedad civil, con el INADI, la ANSES, que obtuvo dictamen casi unánime, pierde estado parlamentario también. La Ley de Enfermería, un compromiso asumido frente al presidente Alberto Fernández, con dictamen de mayoría en la comisión de Salud no avanzó en la comisión de Educación ni Presupuesto.

Me voy de la Cámara de Diputados con muchas enseñanzas, con un enorme agradecimiento a su personal y a mi equipo de trabajo. Hemos aprendido que fijar metas claras, construir consensos y generar confianza son las herramientas parlamentarias más útiles. Seguiremos en ese camino desde el Senado de la Nación. Gracias de corazón a todas y todos.

Pablo Yedlin es diputado nacional, presidente de la Comisión de Acción Social y Salud Pública. Senador nacional electo del Frente de Todos. Para Parlamentario.com.