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El deber de vencer pese a todo

LO QUE ESTÁ EN JUEGO

El exdiputado nacional por Tucumán, Miguel Camel Nacul, señala al “enemigo interno” del peronismo, y recuerda que “a los de afuera los conocemos desde 1810”.

(Foto: Facebook Miguel Camel Nacul)


Luego de muchísimos años, el peronismo nuevamente va a internas. Y en realidad, para los que militamos desde los 70, esto no representa una situación traumática, que llame a dramatizar por las consecuencias. Menos a señalar como traidores, a quienes no se identifiquen con uno de los personalismos en juego. El aspirar, el querer ser, no quita a nadie el derecho a pertenecer. Por el contrario, valoriza y dinamiza la política hacia dentro del movimiento.

Lo preocupante, es la ausencia de debate interno. La no confrontación de visiones, a las que el modelo justicialista nos invita definir, una vez asumido el enemigo común. Ese, que impúdicamente, desde el odio de clase, desde el antiperonismo, y peor aún, desde la antipolítica, está decidido a acabar con el sueño de una Argentina solidaria, democrática e independiente. Productiva y desarrollada. Con justicia social y ambiental, signada por la dignidad del trabajo, como es la base del bien común, presupuesto de la organización libre del pueblo, y factor genuino de la movilidad social ascendente.

En lo inmediato, superadas las PASO, el desafío para los dirigentes del peronismo tucumano que confrontan en ellas, consistirá en articular con racionalidad resiliente, un comando electoral coordinado, de cara al definitivo compromiso electoral de noviembre, que, a nivel nacional y comarcano, disputaremos contra los esbirros del demoliberalismo apátrida e individualista, responsables del criminal endeudamiento en dólares, los negociados y la devastación macrista. 

Contra los negacionistas del drama de la pandemia que impidió al gobierno nacional ejecutar un plan de reactivación industrial y expansión del mercado interno, obligado a enfocarse en conseguir vacunas, aplicarlas, socorrer las empresas, el empleo y a los que nada tienen. 

Mientras, ellos se dedicaron a quemar barbijos en marchas patéticas, de nazis/libertarios, de terraplanistas/antivacunas, de antiderechos/evangélicos, de agrogarcas/militaristas. Todo esto, naturalizando mentiras desvergonzadas, manipulando la justicia y controlando los medios de comunicación.

Concluida ésta elección de medio término, el peronismo, como soporte del movimiento nacional, debe en general, construir poder popular para dar la batalla cultural y política contra las corporaciones, el narcotráfico, la pobreza y el daño ambiental. De otro modo, no podrá revalidar la vigencia de sus banderas, de su historia y, sobre todo, de su legitimidad para construir un futuro que contenga las aspiraciones de todos los argentinos.  

En Tucumán, el peronismo tendrá que garantizar la gobernabilidad por los dos años restantes de mandato, y reconstituir su tejido militante, hasta poder obligar a la dirigencia, a discutir y articular un programa de gobierno doctrinario y valiente, que prevalezca sobre la pelea personal y por cargos. Sobre las dinastías familiares y los feudos territoriales, al servicio de administradores providenciales, y no de conductores políticos.

¿En Tucumán hay traidores al proyecto nacional y popular? Sí, claro. En la municipalidad de la capital, Alfaro encarna lo malicioso y oscuro. No sólo por su formación fascista y retrógrada, ni por haberse apoderado de un bastión que disponía el peronismo, sino, además, por haberlo puesto al servicio de los enemigos de la Patria y el modelo justicialista. Junto con Amaya se fueron con Macri, “porque se enojaron con Alperovich”, quién les había regalado la Municipalidad, pero les negaba sus aspiraciones a gobernar la provincia. Un asco realmente. Allí está el enemigo interno. A los de afuera, los conocemos desde 1810.

Miguel Camel Nacul

Exdiputado nacional por Tucumán.