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El sentido actual de la independencia

OPINIÓN

La filósofa Susana Maidana indaga en las deudas pendientes y desafíos de nuestra independencia y plantea una pregunta : ¿Qué hacemos con la libertad que supimos conseguir?


Paul Ricoeur, en su libro Educación y Política, sostiene que toda sociedad se configura, a través de la confluencia entre el pasado y el futuro, entre la ideología y la utopía. La ideología, en un sentido general y no entendida como encubrimiento o deformación de lo real, es el conjunto de creencias, ideas, imágenes con las que las personas tejemos la trama de la sociedad. La utopía, por su parte, tiende al futuro, se proyecta e imagina un mundo en el cual las rugosidades del presente, las desigualdades y las brechas dejan de operar e imagina un mundo mejor. 

Las tres célebres utopías escritas por Tomás Moro, Campanella y Bacon, durante el Renacimiento, postularon mundos muy diferentes del estado de cosas de su tiempo. 
 
El 9 de julio de 1816 se contextualiza en ese cruce porque fue el grito de libertad y emancipación que quedó plasmado en el Acta de Declaración de Independencia de las Provincias Unidas del Sud, rompiendo con las cadenas del pasado de su dependencia política con la monarquía española para imaginar un futuro de libertad. 

La gesta de la Independencia se configuró a partir de las ideas ilustradas, que levantaron las banderas de libertad, igualdad y fraternidad, mientras que otro grupo sostenía las ideas escolásticas, atrapadas en la herencia del pasado. 

Ahora bien, nuestro contexto actual se ha transformado, hemos  conquistado derechos importantes, aunque aún quedan desafíos que atender. Contamos, por ejemplo, con la ley del matrimonio igualitario, pero sin embargo, no hemos derrotado los femicidios, las violencias de género, la discriminación al diferente. 
 
Además, atravesamos una pandemia con terribles consecuencias en el plano humano, con muertes y enfermedades que afectan nuestra salud física como psicológica; la pérdida de trabajos y cierres de negocios  acrecientan la desigualdad social y fragmentan el tejido social. Y sin embargo, ante este panorama, hay quienes se niegan a vacunarse poniendo en riesgo a sí mismos y a quienes los rodean. 

Todos estos aspectos nos impulsan a resignificar el pasado y a proyectar un futuro mejor. 
  
Kant en “Respuesta a la pregunta qué es la Ilustración” afirma que es el pasaje de los hombres a la mayoría de edad, es decir,  liberarnos de tutelajes externos y elegir el camino de la emancipación. 

No cabe pensar, acaso, cuán importante es recuperar el valor de la solidaridad, de la razón, del conocimiento científico, de la salud, ante el avance irracional de quienes descreen de la pandemia, del uso del barbijo, del distanciamiento y de la vacuna;   que   desvalorizan el papel de la educación pública, minan la confianza en la ciencia, generando desesperación e incredulidad. Estas actitudes configuran lo que Kant llamaba “minoría de edad” , es decir “pensar por delegación”. 

La libertad es uno de los ejes de nuestra independencia, especialmente, la mental que es la más difícil de romper que nos lleva a valorar lo de afuera y a desvalorizar lo propio y que creen que el paraíso está afuera y el infierno dentro de nuestro país.  

Hay, entre otras, dos grandes formas de definir la libertad: libertad de y libertad para. La libertad de alude a cortar con las cadenas, en este caso, liberarnos de la sujeción de España. Libertad para refiere  a qué hacer con esa libertad para recuperar la solidaridad, en una sociedad más igualitaria en la que el otro no tenga el rostro del enemigo, sino de alguien que piensa distinto. En efecto, hay todavía cuentas pendientes para conquistar la independencia. 

*Profesora y Doctora en Filosofía. Profesora Emérita de la UNT

Susana Maidana

Doctora en Filosofía. Profesora Emérita de la UNT.