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Los dos Rodríguez, las venas abiertas del fútbol tucumano

OPINIÓN

Este domingo sin fútbol, Tucumán lamenta y extraña a sus dos máximos ídolos de los últimos años. Dejaron sus camisetas 7 huérfanas y se fueron a otros pagos a continuar con sus carrera. Dos despedidas distintas, dos finales diferentes, ambos cargados de nostalgia.


Es un domingo triste para el fútbol tucumano. Domingo: día por excelencia de nuestro querido fútbol, antes de que la televisión nos mandara a jugar los lunes, los martes, o cuando le sobrara un espacio entre los gritos de Diego Díaz, Pagani, Recondo o Edul sobre cómo debería formar River o Boca.

Es domingo sin fútbol en Tucumán, y eso ya es triste, pero además es el domingo de una semana en la que nos quedamos sin dos ídolos. Uno con una camiseta, el otro con la otra, los dos con la 7, los dos amados, los dos extrañados, los dos duelen.

En tiempos donde en Tucumán nos hemos acostumbrado a futbolistas foráneos que vienen y se van como si fueran mochileros rumbo a Machu Picchu, también nos hemos resignado a ver a los mejores nuestros con los 20 recién cumplidos, con la camiseta de Lanús, Banfield, Newcastle o vaya a saber qué otro club bonaerense, santafesino o europeo, pero nunca tucumano.

Algunos llegan a la Selección y nos enteramos con que son de acá cuando el relator porteño de turno lo bautiza como “El Tucu”: el “Tucu Palacios”, “el Tucu Palomino”, “el Tucu Pereira”, “el Tucu Correa”.

Por supuesto que nos gusta, enorgullece, alegra, que a un tucumano le vaya bien en el mundo. Pero no dejamos de mirarlo con nostalgia del propio presente y no podemos evitar soñarlos con alguna casaca de acá: la del Santo, la del Deca, o la de Sportivo, el Cuervo de El Bosque, los Cuervos del Sur, los Leones de la Banda, El Aviador de Aguilares, Santa Ana, All Boys, cualquiera pero de acá.

Es por eso que duele el doble, cuando los nuestros bien nuestros que se quedaron a pelearla nos dicen: “Chau”, para siempre, por un rato, o quién sabe… Este es el caso de El Pulga y El Turbo, los dos Rodríguez que ya no tendremos en nuestros pagos, que ya extrañaremos. A los dos los perdimos en la misma semana, en esta que se termina hoy.

Uno ya se había ido antes, con la promesa de volver, algo que hoy, parece imposible. Se fue por la puerta grande, como el máximo ídolo Decano de todos los tiempos, y volvió a Tucumán para cerrar esa puerta grande, a la chica y hasta a la ventana.

Sus idas vueltas en este último mercado de pases cruzaron un límite de que a esta altura ya es muy difícil salir. Además, con 36 años de edad y un mínimo de 18 meses por delante jugando en otro club se hace muy difícil imaginar al simoqueño otra vez con la casaca del Decano.

Ya resultaba extraño, por lo menos a los de acá, su partida a Colón, porque en ese momento Atlético era más competitivo que los santafesinos: el mejor jugador tucumano estaba eligiendo irse a otro club, cuanto menos, del mismo calibre o incluso menor.

Hay que decir que al Pulga le salió bien su migración a Santa Fe. A pesar de que Colón, parecía menos que Atlético, terminó consolidándose como figura de un equipo que terminó permitiéndole logros que hasta acá no había alcanzado: fue sub campeón de la Sudamericana y campeón del fútbol argentino.

En cuanto a lo estrictamente individual, no hay dudas que en Colón el simoqueño alcanzó un nivel de notoriedad que antes no había tenido. Por momento, parece vivir en modo reality show y una firma de un autógrafo, la espera de una colectivo y, por su puesto, sus grandes golazos, se viralizan en cuestión de minutos y el país entero parece no hablar de otra cosa.

Tal vez la cercanía de La Plata con la Ciudad de Buenos Aires, haya sido uno de las razones que más hayan seducido a PR7 que dejó plantado a dos equipos donde es muy querido e idolatrado para irse a otro que durante el año que viene peleará, ineludiblemente, el descenso.  Es probable que sus presencia cercana a los estudios de televisión de los principales canales porteños, le den al jugador la posibilidad de visitarlos con frecuencia y eso magnifique aún más su figura carismática y querible para todos los hinchas del fútbol argentino, salvo para aquellos a los que le rompió el corazón.

Hasta hace poco, el Pueblo Decano y todo Tucumán celebraba los logros de Luis Miguel como si fueran propios. Sus goles/obras maestras se gritaban en algunas casas cuando todavía se soñaba con un pronto regreso. Habrá qué ver que pasa ahora cuando use la Gimnasia.

Así como El Pulga que ya era exitoso, crack, ídolo y figura, buscó fuera de Tucumán explotar no solo deportivamente, sino su imagen, Gonzalo Rodríguez podría estar ante una situación similar, dejando atrás un club en el que creció, mejoró, se ganó el corazón de todos, pero en el que también le costó ser profeta en su tierra.

Es distinta la forma en la que se va Turbo: entre pasillos de los compañeros, aplausos de los presentes, ovaciones desde la casa, cartas en las redes sociales, Gonzalo se va por la puerta grande en busca de un futuro mejor y todos apuestan por su regreso en algún momento.
 
Lo cierto es que también lo extrañaremos porque es un pilar fundamental de nuestro fútbol tucumano que cada día debe ver partir a los buenos nuestros y ser reemplazados por los no tan buenos de otras provincias.
 
Heredero del Ratón, de Troitiño, de Jorge López, Gonzalo transpiró la 7 y la defendió hasta el último de sus días con el tesón y la entrega que lo caracterizaron.
 
Es difícil imaginarlo con otra camiseta y aún no tiene nuevo club. Su partida no parecía posible y tampoco se conocen los detalles de esa negociación. Desde San Martín afirman haberle ofrecido una importante mejora salarial, evidentemente no fue suficiente para el jugador, o su representante.

El fútbol es un trabajo para mucha gente y como tal, cualquier y trabajador/ futbolista pone muchas cosas en la licuadora a la hora de analizar dónde trabajar, lo económico es el condimento principal. Y este sentido ojalá que lo que venga para Gonzalo sea mejor, porque lo merece.

Las partidas del Pulga y de Turbo nos generan una profunda tristeza como futboleros de acá. Los queríamos siempre en nuestras canchas, pero por ahora no será posible. En tiempos donde siempre es más urgente comprar que esperar que los nuestros crezcan, ellos también son la prueba de que en Tucumán podemos volver a generar grandes ídolos. Porque al fin y al cabo, a los dos Rodríguez los vimos nacer, crecer, consagrarse y luego partir. Ambos brindaron una década gloriosa a sus clubes y eso no se olvida, lo dice la hinchada con el corazón. Gracias y hasta pronto.