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Apología del delito

OPINIÓN

El ingeniero Antonio Leone opinó sobre los dichos del comunicador Ceferino Décima, que despertó el repudio de gran parte de la sociedad y organismos gubernamentales.


Desde hace algunos años encontramos en las redes y en algunos medios de comunicación, expresiones de comunicadores sociales, políticos y conciudadanos que niegan algunos o todos los aberrantes delitos cometidos por la última dictadura cívico militar. Esto, siendo tan grave, no está específicamente tipificado como delito por la legislación vigente en un inexplicable vació legal, por lo que muchas veces la respuesta ciudadana se ve limitada a rebatir o reclamar por esas declaraciones ofensivas.


En una vuelta de tuerca más, ayer (por el sábado) nos encontramos con un comunicador social, Ceferino Décima, que no solamente niega esos delitos, también exalta la figura de Videla, máximo exponente del genocidio, afirmando que “los zurdos descienden de los aviones” en una clara e inconfundible alusión a los “vuelos de la muerte", terrible método utilizado por la dictadura para “desaparecer”, arrojándolos vivos y drogados al mar a opositores políticos que previamente habían sido secuestrados y torturados.


Esto claramente excede el negacionismo, es una apología de los delitos mencionados, que en diversas instancias judiciales fueron considerados Crímenes contra la Humanidad y sus perpetradores condenados en consecuencia y es apología de un criminal, condenado varias veces a prisión perpetua en diversas instancias judiciales.


No quiero detenerme en el tremendo dolor y angustia que provoca esta actitud en quienes fueron personalmente víctimas, tienen algún familiar o persona de sus afectos que fuera víctima de esta metodología o de quienes tantos años después aún ignoran la suerte y el destino final que tuvieron los suyos. Esto tiene otra trascendencia. Mucho más allá de los dolores personales.


Los Delitos de Lesa Humanidad tienen como víctima a la sociedad en su conjunto, afectada gravemente por la persecución, encarcelamiento, tortura y muerte de un amplio segmento de la misma, sea por razones políticas, religiosas, raciales, etc. en cualquier lugar del mundo.
Y es la sociedad quién debe reaccionar, por medio de las instituciones que a tal efecto existen, en este caso, por vía administrativa, las instituciones que deben evitar la discriminación y los discursos de odio, pero también la Justicia, condenando conforme a la legislación vigente estas transgresiones.


En nuestra democracia, muy reciente en términos de tiempos de las sociedades, una de las piedras basales de la convivencia es el Nunca Más. Nunca más al Terrorismo de Estado.


Estas manifestaciones, sobre todo cuando son emitidas por personalidades públicas o comunicadores sociales con amplia trascendencia, van naturalizando la violencia, la tortura y la muerte como forma de resolver los conflictos políticos, con la estigmatización de los opositores y la construcción en el imaginario popular de enemigos de la patria, que serían responsables de todas las desgracias de la sociedad.


A lo largo de la Historia, se demuestra que la violencia simbólica precede y prepara el terreno de la violencia real. Así funcionan los discursos de odio, estigmatizando y deshumanizando al que piensa o es diferente al emisor. Estos discursos no son “el huevo de la serpiente”, son La serpiente. Por ello, la Justicia debe actuar y aplicar con el máximo rigor la sanción que corresponda. Porque Nunca Más debe ser para siempre Nunca Más.


Memoria, Verdad y Justicia.