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9 días

OPINIÓN

El diputado nacional por Tucumán Pablo Yedlin, reflexiona sobre la emergencia sanitaria en plena segunda ola y los próximos días de confinamiento.


Las novedades de esta semana en materia de COVID19, han sido muchas y de distinto tenor. Por un lado vivimos un momento álgido de la segunda ola, me gustaría poder decir que el peor momento de esta enfermedad ha pasado, pero la pandemia nos ha enseñado que debemos ser prudentes. Casi 40.000 casos en un solo día, más de 750 muertos, son una verdadera catástrofe.
 

Solo a modo de ejemplo para dimensionarlo: Imaginen la caída de dos aviones de cabotaje todos los días durante esta última semana y además anunciados y sin poder evitar la caída. ¿Cuantos viajaríamos en aviones en semanas así? Sin embargo: ¿Cuántos de nosotros no usamos barbijos en lugares cerrados?
 
Por otro lado la ocupación de camas de terapia intensiva ha llegado a niveles mayores que en el peor momento de la primera ola. Si la situación no mejora la letalidad aumentará, es decir que en lugar de fallecer solo 2 de cada 100 enfermos… ese número podría ampliarse.
 
La pregunta es por qué si ya más de 3.5 millones de  argentinos han padecido la enfermedad confirmada  y más de 10 millones han recibido al menos una dosis de vacuna, los casos no paran de subir. La respuesta quizás sea más simple de lo que creemos. Es verdad que las nuevas cepas del virus se han hecho mucho más contagiosas y ya circulan en el país, pero lo cierto es que, a diferencia de lo que pasaba en la primera ola, hasta ahora la circulación de la población era casi normal. Y eso hizo (y aún provoca) que el virus circule mucho más fácilmente que en la primera ola. Esta situación ha generado una cantidad inusitadamente alta de pacientes, de los cuales la mayoría de ellos ingresan en estados leves o moderados. Pero también hay graves y algunos con desenlace fatal.
 
En promedio los pacientes y los muertos son más jóvenes que en la primera ola. Eso se explica, en parte porque hay nuevas cepas, pero también por la efectiva campaña de vacunación llevada adelante en mayores de 60 años en todo el país.
 
Las vacunas han sido, cuando no, protagonistas de esta semana también. Por un lado se confirmó el arribo de casi 4 millones de dosis de AstraZeneca desde México, de donde llegarán en forma sucesiva más de 20 millones en los próximos meses. Vacunas elaboradas en Argentina y formuladas allá. Vacunas que fueron criticadas al decir por qué no se formulaban en Argentina. Veamos algunas de las razones.  
 
 La Argentina carece de una planta de esas características. Tampoco la poseía México y la tuvieron que desarrollar para esta emergencia. Recordemos que este acuerdo es entre laboratorios privados y ellos decidieron dónde y cómo instalar las plantas y transferir la tecnología. Hubiéramos preferido que hagan todo acá…, quizás México hubiera preferido hacer todo allá también. Pero lo importante no es renegar sino valorar la cooperación entre privados de países hermanos. Por otro lado no faltaron quienes “aseguraron” que las vacunas iban, vía México, hacia los EEUU, que se las iban a apoderar, y las  dosis no regresarían más a nuestro continente. El hecho de que estas vacunas no estén autorizadas para su uso en los EEUU no les pareció motivo suficiente para no decir semejante mentira, aún no rectificada.
 
 Argentina se encamina a potenciar su programa de vacunación. Para muchos argentinos y argentinas lamentablemente será tarde, pero para muchos y muchas será la causa por la que sobrevivirán a la pandemia.
 
Por otro lado, el presidente Alberto Fernández -una vez más sin especulaciones electorales tan comunes en esta época-  ha decidido restringir la circulación por 9 días en todas las zonas de alta tasa de incidencia del virus. Casi todos los conglomerados urbanos del país entran en esta categoría. Suspender las actividades, sociales, educativas, deportivas, económicas es de un costo económico para la población.
 
La decisión es la correcta, y así lo han entendido todos los gobernadores, aún aquellos que se atrevieron hace algunas semanas a judicializar medidas previas, y que sin duda tienen responsabilidad en el momento actual que vivimos. En aquellos días en los cuales  el jefe del gobierno porteño, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación jugaban a ver qué “presencialidad” era más importante, si la escolar o la de los argentinos en las fiestas de fin de año y que sin duda, contribuyeron a que los casos se multiplicaran.
 
La “autónoma” Ciudad de Buenos Aires es la jurisdicción con más casos de Covid19 por millón de habitantes y con la mortalidad más alta por cada 100.000 habitantes de la Argentina. Y eso que cuenta con la mayor infraestructura sanitaria del país, la mayor cantidad de médicos por habitantes, la mayor cantidad de enfermeras - aunque no reconocidas como profesionales-  por habitante.
 
La situación que vivimos es dramática y requiere del esfuerzo de todos, de nada sirve buscar culpables en este momento, ya habrá tiempo para ello. Hoy debemos cerrar filas respetar las normas, cuidarnos mucho entre todos y seguir vacunándonos a la velocidad que nos permita la industria farmacéutica. Esta problemática será tema de análisis en otro momento.