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INFLACIÓN

OPINIÓN

El economista tucumano Horacio Rovelli analiza los motivos y trasfondos de la inflación en la Argentina, tras conocerse ayer que los precios al consumidor subieron un 4,8% en marzo.

Foto: Tomás Posse para eltucumano.com


“Nos pasamos la vida hablando contra la inflación, todo gobierno (y todo ministro de Economía) lo primero que promete es combatir la inflación. Y, si uno se fija bien, el ataque a la inflación va dirigido al incremento de los costos, o sea al aumento de sueldos y salarios. Jamás se ha combatido la inflación diciendo que se debe al crecimiento de las ganancias (...) nadie se ha preguntado: si las ganancias tenían sentido y si eran económicas”.
 
Enrique Silberstein.
 
“Las variaciones del grado de monopolio no sólo tienen importancia decisiva en la distribución del ingreso entre trabajadores y capitalistas, sino en ciertos casos también en la distribución del ingreso entre la propia clase capitalista. El aumento del grado de monopolio ocasionado por la expansión de las grandes empresas da lugar a que las industrias en que éstas predominan absorban una proporción mayor de los ingresos totales y las demás industrias una parte menor, es decir, el ingreso se redistribuye de las empresas pequeñas a las grandes".

Michael Kalecki.
 
La inflación es el crecimiento generalizado de los precios, y es también el deterioro del poder adquisitivo del dinero. El dinero es el medio de pago creado por el Estado a través de la autoridad monetaria, en la Argentina su Banco Central, por ende la inflación perjudica a los que tienen ingresos fijos, generando una puja entre los que pueden fijar precios y los que no, afectando a la población, y paralelamente, a la capacidad de ese Estado de contar con un medio de cambio idóneo, y que sea medio de ahorro a la vez, combinación esencial para generar lo que en economía se llama “señoreaje”, que no es otra cosa que el financiamiento del gasto público con emisión monetaria.
 
El deterioro de nuestra moneda hace que solo sea usada como bien de cambio y,  el dólar la reemplaza como moneda de ahorro.  Cuando menos vale nuestro dinero, más valen los bienes y servicios y, las divisas (mayor precio debemos pagar por ellos).
 
En nuestro país la puja distributiva entre los asalariados y los patrones y entre los patrones entre sí, exacerba el proceso inflacionario, pero la causa principal, la mayor correlación de porqué suben los precios, es por la suba del dólar que es nuestra moneda de referencia.

Esto en la Argentina no siempre fue así, pero la dictadura militar generó un modelo dependiente del sistema financiero y cambiario mundial, que se profundiza de tal forma que en la dictadura la inflación, medida por el IPC (índice de precios al consumidor) del INDEC fue del 444% anual en el año 1976; de 176% anual en el año 1977; guarismo que se repitió en el año 1978; 160% en el año 1979; 101% en 1980; 105% en 1981; y 165% en el año 1982.

Se va inter relacionando el dólar con el aumento de los precios a medida que nos reprimarizamos y exportamos materias primas y alimentos, se abandona el mercado interno y se apuntala un modelo extractivista, agropecuario exportador que implica comparar nuestros precios internos con los externos, mientras se devalúa sistemáticamente nuestra moneda.

Esa situación se revierte en el kirchnerismo en que se creció sustentablemente en base al mercado interno y el gasto público y, a la vez, aumentaban las exportaciones con mayor valor agregado, por ejemplo en el año 2011 se logró exportar Manufacturas de Origen Industrial  (MOI) por 28.916 millones de dólares (cifra jamás antes y después lograda).  Pero el gobierno de Cambiemos implicó un retroceso y a la par una política premeditada de endeudamiento mediante el mecanismo de disminuir la presión impositiva sobre los sectores de mayores recursos y, eliminó los derechos de exportación (retenciones) y la dejó solo en la soja, para financiar el déficit fiscal resultante de menores ingresos por recaudación de impuestos y derechos, déficit que es en pesos, pero que financió con deuda en divisas.

Lo afirmado es tan cierto que si tomamos por ejemplo, el período del 1 de abril de 2015 al 31 de marzo de 2021, fin del gobierno de Cristina Fernández, administración de Cambiemos y, 15 meses y fracción de Alberto Fernández, el tipo de cambio comercial se incrementó en un 1.100% (de $ 8,86 a $ 97,5) y la inflación medida por el IPC del INDEC lo hizo en un 1.082,85%.

Esto es así, porque se les permite a los grandes fijadores de precios de los alimentos, de la energía, de insumos básicos (acero, aluminio, cemento, productos petroquímicos, etc.) igualar el precio interno con el del exterior.

La botellita de 900 cc de aceite comestible mezcla se vende en el mercado de Ámsterdam (puerta de entrada a Europa) a 1,8 euros (unos 2 dólares) y en Argentina que se produce el bien y sin costo de embalajes, transporte y aranceles la misma botellita se vende a $ 200. La diferencia es que el salario promedio en la Argentina según RIPTE, que es la remuneración promedio sujeta a aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación es, a enero de 2021 de $ 68.100,73 (último dato publicado), menos de 700 dólares por mes. Y en Europa central el salario promedio es de unos 3.200 euros (unos 4.000 dólares) y en Holanda es de 4.433 euros mensuales.

Se torna más complejo cuando observamos que el gobierno nacional arribó a un acuerdo con CIARA-CEC (Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y Centro Exportador de Cereales) por el cual no se le aumenta la tasa del derecho de exportación (retenciones) y no se cierran los registros de exportación en las ventas de soja, girasol, harinas y aceites del complejo aceitero,  a cambio que se garantice la venta de 29 millones de litros de aceite de soja y girasol en el mercado interno, al precio que nos referimos en el párrafo anterior.

Sabemos por el Presidente de CIARA-CEC y conspicuo representante del CAA (Consejo Agroindustrial Argentino), Gustavo Idígoras, que pretenden renovar el acuerdo pero que el gobierno le reduzca la alícuota de las retenciones y, pagan el 12% en general y solo la soja es del 30%.   Cuando el manual de economía afirma que la principal medida para desacoplar los precios internos con los externos de lo que se produce, es subir el derecho de exportación. El pretexto de los establecimientos agro industriales es que deben importar soja y otros granos de países lindantes (léase principalmente Paraguay que exporta más soja que la que produce) y que tienen capacidad ociosa en la industria aceitera y producirían más si le bajan las retenciones.

Ellos deben importar soja y otros granos y, en el año 2020 de la Argentina se exportaron 39 millones de toneladas de maíz.  El único trabajo fue recolectar los choclos y desgranarlos. No se le agregó más valor que ese, y se vendieron montañas de granos de maíz y con ello aumentó el precio de la carne aviar y porcina que lo emplea como forraje.

Lo mismo podríamos decir de la carne vacuna que, según ROSGAN (mercado ganadero de la Bolsa de Comercio de Rosario y compañías consignatarias), aumentó el precio promedio en un 75% en el mercado interno argentino en el año 2020 y, las exportaciones fueron record jamás alcanzado, se vendió al mundo un millón de toneladas, mientras que paralelamente el consumo de carne vacuna per cápita en el país fue el más bajo de los  últimos 100 años, de solo 50,1 kilogramos. El precio del kilo de asado en torno a $ 600.- lo pueden pagar y en algunas veces los que residen en este país, pero lo compran los países del este asiático que cambian sus gustos tras la gripe aviar y la gripe porcina y nos compran la red entera.

IPC

Los datos del IPC del INDEC del primer trimestre son claros e irrebatibles, los precios al consumidor subieron 4,8% en marzo de 2021, el más alto de los últimos años. La inflación acumulada del primer trimestre 2021 es un 13% de aumento y si anualizamos los datos abril 2020 a marzo 2021 la inflación fue del 42,6%, muy lejos del 29% anual contemplado en la ley de Presupuesto Nacional 2021 y de referencia de las paritarias a la fecha.

El gobierno nacional que vino ajustando el tipo de cambio, el dólar comercial era de $ 59,60 el 10 de diciembre de 2019 y de $ 97,50 el 31 de marzo de 2021 (ajuste del 63,5%), en lugar de poner cupos de exportación a los alimentos (priorizando el abastecimiento interno) y fijar retenciones del 35%, trata de acordar con las grandes empresas y cadenas de formación de valor con las siguientes medidas:

1) Garantizar el abastecimiento de la carne vacuna a precios accesibles y mejorar el funcionamiento del sector. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación establece mayores requisitos para la exportación de carne vacuna con el fin de generar mayor transparencia y trazabilidad y evitar prácticas ilegales y especulativas y crea un nuevo registro de exportaciones de carnes.
 
2)  Acuerdos sectoriales para una mayor previsibilidad de precios durante los próximos meses y mejoren el funcionamiento sectorial. Se negocia un acuerdo con la cadena de producción avícola, incorporando compras de maíz con cobertura para dar certidumbre a la provisión y precio de este insumo.
 
3) Se lanza el programa Mercado Federal Móvil, que permitirá acceder a productos frescos a precios mayoristas. Este programa comienza en el Gran Buenos Aires y luego se irá extendiendo a otras áreas del país.
 
4)  Se pone en marcha el Observatorio de Precios creado a través de la Ley 26.992. Será coordinado por la Secretaría de Comercio Interior del Ministerio de Desarrollo Productivo, e integrado por representantes de diferentes ministerios y asociaciones de consumidores.
5) Se firma un acuerdo con los principales proveedores de insumos industriales de uso difundido y de la construcción a los fines de sostener el precio vigente al mes de marzo 2021 hasta fin de año, con cláusula de revisión trimestral. Este acuerdo incluye a los sectores productores de insumos textiles, cueros, madera, celulosa y papel, plásticos, químicos, hierro y acero, caucho y aluminio, cartón y vidrio y cemento.
 
6) Se firma un acuerdo de precios con los principales fabricantes y cadenas de comercialización de productos de electrónica y electrodomésticos.
 
Honestamente son medidas muy generales para frenar el aumento persistente y constante de los precios de los bienes y servicios, van a los efectos y no a las causas y la causa es el de permitir que se igualen los precios internos del país con los externos,    repetimos se deben aumentar sideralmente todas las tasas de las retenciones, máxime después de la depreciación cambiaria realizada por el macrismo que devaluó nuestra moneda un 100% en tres meses (de fines de abril a fines de julio de 2018, tras la corrida y fuga cambiaria) y la que continuó la actual administración.  En segundo lugar, poner cupos de exportación priorizando el abastecimiento del mercado interno. Y tercero, frenar el crecimiento del tipo de cambio.
 
La lucha contra la inflación debe darse en un marco de crisis sanitaria y económica generada por la pandemia del covid-19.  No es cuestión de administrar, es cuestión de intervenir, de priorizar la vida y la salud de la población y, los que más están en riesgo son los que menos recursos tienen, por ende, es indispensable y urgente medidas de redistribución, cobrar impuestos a los que más tienen y abastecer al pueblo de vacuna, demás medicamentos y, de asistencia social, por lo menos en lo más agudo de la pandemia.

Horacio Rovelli

Tucumano, Licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Profesor a cargo de la asignatura Política Económica de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Miembro de la Comisión de Economía de la Fundación Estado, Trabajo y Producción (FETyP). Vocal de la revista Realidad Económica. Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica en el Ministerio de Economía y Finanzas de la Nación. Autor de numerosos trabajos publicados sobre los temas económicos y financieros.