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De una nueva pesadilla a la felicidad total

análisis

Lo que pintaba para otra derrota y ponía todas las miradas en el entrenador y sus dirigidos de cara al choque con River, el Decano despertó, puso lo que había que poner y con un hombre menos se dio el lujo de festejar en rodeo ajeno.

Captura de video.-





El mal pase, la pifia, otra desconcentración que termina en gol y una roja de esas llamadas tontas, provocaron un combo para que al final del primer tiempo los hinchas de Atlético Tucumán putearan al cielo por lo que parecía otra derrota de visitante y una nueva fecha sin sumar de a tres.


Lejos habían quedado las victorias consecutivas contra Comunicaciones por Copa Argentina y Patronato por la Copa de la Liga, tapadas por la derrota ante Gimnasia de La Plata y el empate inmerecido ante Newell’s.


Por eso, en Junín, los dirigidos de Omar de Felippe debían ganar ante el recién ascendido Sarmiento y los primeros 45’ demostraban que volver a la victoria sería una misión casi imposible ante un rival que le tiraba la localía al Decano y sin querer la pelota, tenía contra las cuerdas a la visita.


¿Qué pasó en el vestuario en el entretiempo? ¿Qué les gritó Omar a sus dirigidos? ¿Qué ajustó? ¿Qué despertó a los jugadores? Preguntas que se me vienen a la mente pero difícilmente conoceré su respuesta  porque a pesar de la tonta expulsión del Bebé Acosta, el equipo salió en el segundo tiempo a matar por cada pelota y decidió atacar sin importar las contras del Verde.


En los segundos 45’ se vio un Atlético más compacto entre sus líneas, con los defensores atentos para el anticipo, ya sea con falta o de manera lícita, y los volantes que dejaron todo para cortar, tocar, pasar y buscar el arco rival.


No solo en lo táctico ajustó De Felippe, ya que todos los jugadores que ingresaron aportaron con su entrega y rendimiento. Aguirre por Junior Benitez (el sacrificado por la roja del Bebé), Mussis por Erbes, Heredia por Triple R y Toledo por Lotti, le dieron al equipo lo que necesitaba: marca, distribución y un 9 de área que gane por arriba en una cancha chica con un campo de juego castigado, lo que invitaba al desborde y los centros.


Y esto fue lo que hizo el Decano: se aprovechó de la liviandad con la que el rival salió a jugar el tiempo restante, logró recuperar muchas pelotas y las pequeñas sociedades funcionaron, como quedaron demostradas en los dos goles Toledo.


El primero de ellos tras una pared entre Mussi y Heredia; el volante central abrió hacia la izquierda entre líneas para que Carrera ponga un centro perfecto de zurda que el goleador cambió por gol.


El segundo fue un pie a pie del Gordo, que como en el empate, abrió la pelota, esta vez hacia la derecha para que Ortiz tire un centro pasado al segundo palo que el iluminado Toledo mandó a guardar.


Párrafo aparte para el autor de los dos goles. Las sociedades que Atlético encontró en el mediocampo liberaron al goleador de la eterna lucha que mantiene con los centrales rivales cuando el equipo sólo atina a tirar pelotazos arriba. Sin el desgaste de esas batallas (que generalmente gana) el que llegó hace más de 3 años para reemplazar a Menéndez y Zampedri disfrutó de estar más con el arco de frente y aprovechó que fue “alimentado” por su compañeros para cumplir con su tarea: la de hacer goles.


La necesitada y esperada victoria llega en el momento justo, ya que el miércoles el Decano tendrá su partido más importante del año:enfrenta a la máquina de River y eliminarlo de la Copa Argentina.