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El cinturón de Manzur y el modo zen de Jaldo

INTERNA EN EL OFICIALISMO

Tras la fractura en el peronismo, el gobernador se apoya en sus 'leales' y el Partido Justicialista. El vicegobernador retomó sus funciones con un mensaje conciliador pero la lapicera afilada tras vencer al Covid.

Manzur ingresa triunfal a la sede del PJ Tucumán. Foto: Twitter @pinoalberto





Luego de que la designación de Eduardo 'Lalo' Cobos como Defensor del Pueblo expuso la interna entre el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo, el primero ha mostrado sus cartas y expone orgulloso como los campeones de boxeo su cinturón de Vicepresidente del Partido Justicialista, haciendo gala de su buena sintonía con el gobierno nacional y apoyándose en sus 'leales'. Tras vencer al Covid-19, el segundo retomó sus funciones con presunto tono conciliador, agrupó a los propios y comenzó a enviar mensajes desde la Legislatura: desde Casa de Gobierno denuncian que afiló la lapicera y dio de baja 3.000 contratos de dirigentes manzuristas.

La noche del lunes, el gobernador Manzur se abrazó con Axel Kicillof para la foto de presentación oficial de la nueva conducción del Consejo del Partido Justicialista, con Alberto Fernández a la cabeza. Sin embargo, la cuenta oficial del PJ lo dejó fuera de la postal de bienvenida. En su regreso a Tucumán disfrutó el calor y los abrazos de su bloque Lealtad Peronista, ya formalmente con los famaillenses Enrique Orellana y Sandra Mendoza en sus filas.

Tras los encuentros con delegados comunales y sindicalistas de la semana pasada, los representantes de los trabajadores comenzaron a desfilar por Casa de Gobierno para rubricar los nuevos incrementos salariales. El intendente de Tafí Viejo, Javier Noguera, se mostró fuera de su jurisdicción secundando a Manzur en el Club Belgrano, mientras que en Simoca al mandatario provincial lo recibió el intendente Marcelo Herrera, antes alineado con Jaldo que también se mostró en la primera fila del acto en el PJ. En Ranchillos, los leales Zacarías Khoder y Paula Galván fueron los lugartenientes del gobernador.

Cumbre de manzuristas en Casa de Gobierno.

El 23 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, le sirvió de excusa a Manzur para regresar a la sede del PJ Tucumán luego de que se colmó de dirigentes para ver su asunción nacional. Junto al kirchnerista Marcelo Santillán recordó a la militancia peronista perseguida por la dictadura cívico militar y siguió alineando a sus leales. La fecha también sirvió para el acto que compartieron Federico Masso y Gerónimo Vargas Aignasse que terminó de moldear un incipiente acuerdo político entre el exfuncionario alfarista y referente de Libres del Sur con el manzurismo.

Tras regresar a su casa, la Legislatura, el vicegobernador Jaldo agradeció especialmente a su número dos, Regino Amado, y también convocó a un encuentro del bloque Justicialista de Todos: el exbloque oficialista sigue siendo el de mayor volumen en el parlamento, pero ha perdido el quórum propio. El debut del bloque Lealtad Peronista transcurrió mayormente sin sobresaltos y el tranqueño hizo un llamado de paz puertas afuera, pero tomó su lapicera para tomar asistencia en el cónclave con los propios para evitar más fugas, y la afiló para comenzar su vendetta.

“Las diferencias que tenemos son de cuestiones políticas internas del PJ. No tienen que ver con el funcionamiento de las instituciones, es decir con el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Son diferencias que siempre han existido, como en cualquier partido. Si esa diferencia se lleva a las instituciones ahí es donde hay problema. Por parte del bloque que nos acompaña a nosotros, no vamos a llevar las diferencias al nivel institucional. No vamos a obrar en contra de la gobernabilidad”, afirmó Jaldo, casi en modo zen.

El ultrajaldista Javier Morof sí cargó con munición gruesa contra el entorno del gobernador: en diálogo con Detonados la mañana del sábado afirmó que el presidente del Poder Legislativo les pidió "ser cautos" aunque deslizó que intentarán imponer cambios en la mesa de conducción, desplazando al manzurista Gerónimo Vargas Aignasse y la bussista Sandra Orquera. También auguró que "el tiempo nos va a dar la razón" con Lalo Cobos como Defensor del Pueblo.

"No soy golpista institucional ni soy traidor. Yo en 2015 estuve en la plaza defendiendo a Manzur-Jaldo, los que hoy están a la par de Manzur tiraban piedras a Casa de Gobierno. Ahora resulta que nosotros somos los traidores y ellos son la lealtad", arremetió, apuntando en duros términos contra el núcleo duro del manzurismo, recordando que por aquellos años La Bancaria respaldó a los candidatos de la oposición por su rivalidad con el alperovichismo, o que el propio Vargas Aignasse fue candidato de Sergio Massa, por fuera del Frente Para la Victoria.

Más allá de su mensaje conciliador, la ofensiva del jaldismo llegó por otro lado. Desde Casa de Gobierno afirman que son 3.000 los contratos en la Legislatura de dirigentes manzuristas que fueron dados de baja en la última semana. Morof atinó a responder que si hay movimietos en el parlamento corresponden a "un tema administrativo" producto de la fractura de bloques, que obligará también a modificar la conformación de las comisiones ante el nuevo escenario parlamentario. El jaldismo afiló la lapicera y dejó ‘rengos’ a los leales a Manzur. Si así es el modo zen, conciliador, imaginen cuando se enoje.

Cumbre de legisladores Jaldistas.

Así transcurrieron los primeros días del peronismo fracturado tras la asunción del gobernador en el PJ Nacional y el regreso del vicegobernador al parlamento. Manzur siguió alineando a sus leales y paseando su cinturón de vicepresidente del Partido Justicialista, mientras que Jaldo se mostró cauto pero cortó cabezas en la Legislatura, apuntando contra los contratados, luego de que el gobernador hizo depuración de funcionarios en 25 de Mayo y San Martín pero también en cargos nacionales.

Mientras desde La Banda del Río Salí el intendente Darío Monteros ya no sabe cómo más pedir unidad y un ‘alto al fuego’, la dirigencia espera los próximos movimientos de la interna que tiene en vilo al peronismo local, donde las cabezas reclaman gestos de lealtad permanentes y nadie quiere quedar pagando, sin posibilidad de contener a los propios y a sabiendas de que el bando opuesto está al acecho.