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Dejálo un ratito más al Diego

Opinión

Diego Armando Maradona vive momentos difíciles y la patria futbolera pide por su salud. Por los changuitos, los cracks de potrero y todos aquellos que lo quieren con devoción: larga vida al diez.

Crédito: Maradona Retro PICS


No te lo lleves ahora, dejálo un ratito más. Yo sé que se mandó muchas cagadas, que escondía en algún rincón de la casa, las copas, las medallas, la cinta de capitán y la pelota, para salir a jugar en la noche contra los rivales más duros. Esos que no te perdonan, que no te dan tregua.Te pegan donde más duele. La noche y la droga y los oportunistas, son más difíciles que los ingleses, mas duros que los alemanes, no te pegan en el tobillo, te destruyen el cuerpo, el alma, el equipo, la familia y los amigos. Y para eso no hay infiltración que valga, a pesar de enfrentarlos de nuevo, como lo hizo siempre. No vale la pena jugar contra ellos.

Pero dejáme decirte que a Diego le gusto siempre darse al máximo de sus posibilidades, como lo hizo en la cancha, lo hizo en los excesos, pero también le tiró un centro a los olvidados, porque fue injusto hasta consigo mismo y solidario con el que lo necesitaba. Seguramente te acordarás de cuando era un pibe, un morochito de barrio que no se dejó vencer por la pobreza, la marginación o la adversidad. Quizás porque encontró el ejemplo en sus viejos, la "Tota", una señora que simulaba no tener hambre para darle la comida a él y a sus hermanos, o Don Diego, un laburante que juntaba los pesos para comprarle una camiseta para su cumpleaños. Razones suficientes para cumplir su sueño de ganar un mundial y ser el mejor del mundo y devolverles una partecita de sus sacrificios  con un tan sólo un jueguete: la pelota. (Aveces un pedazo de cuero redondo le puede cambiar la vida a un muchcachito con clase, en un potrero de Villa Fiorito).

Pero dejálo un ratito más, ya recibió demasiados insultos, demasiado ultraje, ya se le burlaron los mercearios de siempre, ya lo juzgaron los puristas, ya reconoció sus errores y hasta se le escapó la tortuga.

Es difícil imaginar el fútbol sin Maradona porque el fútbol empezó a cobrar vida en la interpretación de éste artista, de un genio que le puso música a las tribunas, con solo mirarlo recorrer cincuenta metros por el pasto dejando despatarrados a sus rivales, sin adversarios que pudieran hacer algo más que bajarlo con una patada o, mejor aún, admirarlo con la resignación de no poder hacer nada, solamente, contemplar ese dimimuto botín número 39 metiendo a su amiga en el fondo de la red, haciendo de algo tan trivial como el fútbol, un cuento fantástico del estilo de Bradbury o Tolkien.

Asi que te ruego que lo dejés un ratito más con nosotros. Ya le diste una mano en el 86, no se la sueltes ahora. Hacélo por los chicos y los cracks que hoy juegan con el diez en la esplada. Por la fiesta irrepetible que se vive cada vez que pisa una cancha o se sienta en un banco de cualquier estadio. Pero sobre todo te lo pido, porque hoy, que el tren va terminando su recorrido, se merece ser felíz con los suyos, con sus hijos, sus nietos y darse el gustito de disfrutar de una buena musica riendo, bailando, mirando un partido por tele como le gusta, mientras una pelotita siga rodando hasta  el rincón de un mueble donde descasa una foto de Diego abrazando la copa del mundo.