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El linchamiento es la expresión de una sociedad desbordada

OPINIÓN

"Estamos ante un momento de una gran fragilidad como sociedad, los crímenes de las niñas deben ser pensados como emergentes de una sociedad que sufre profundas carencias, entre ellas las vinculadas a la justicia. Los linchamientos son muestra de una sociedad cansada, aunque para algunos sectores abre una opción que miran con alegría, es una opción inadmisible". Por Verónica Camacho.

Foto de Télam.


Tucumán vivió la última semana hechos de profundo dolor e injusticia. Me refiero a la muerte de Abigail Luna, la de Abigail Riquel, y al linchamiento del femicida. Esto nos lleva a preguntarnos sobre la situación en la que estamos viviendo como sociedad.

Es preciso pensar las situaciones mencionadas como emergentes, y en este sentido pensar en los procesos que se gestan en lo social y que generan la violencia. La violencia en estos casos no es solo la muerte de las dos niñas, sino también en el caso de Abigail Riquel debemos pensar en la violencia institucional sufrida por las familias por parte de la policía, que no tomó la denuncia, que no la busco, que no apresó al violador. Son múltiples violencias las que se conjugan en estas aberrantes situaciones que tienen como expresión más terrible el dolor y el daño ejercido sobre dos niñas. Desde esta línea de análisis, la institución policial y el gobierno, de quien depende, no sólo son responsables de las muertes de las dos niñas sino también del linchamiento del violador y femicida, en términos de justicia por mano propia.

Es imposible entender estas situaciones sino pensamos en el contexto y los procesos que se generan y que posibilitan que se cometan atrocidades. Este recorrido está marcado por una profunda desvalorización de la vida de las mujeres. Es en nuestra provincia donde siguen perdidas Daiana Garnica, Milagros Avellaneda y su hijo Benicio. Es en nuestra provincia donde los funcionarios de los organismos gubernamentales están comprometidos en causas relacionadas a violencia sexual contra mujeres, como son los casos de  Jose Alperovich, Jose Orellana y Ricardo Bussi, quienes tienen hoy causas en curso. Estas causas en su mayoría están acompañadas del silencio del resto de sus pares. ¿No es este silencio de alguna manera encubridor? ¿No estaría alimentando uno de los grandes privilegios que el patriarcado tiene reservado a los varones que es la impunidad? En nuestra provincia la adhesión a la Ley Micaela, que significa principalmente la capacitación de los trabajadores del Estado en la perspectiva de género, ha sido motivo de un largo ir y venir de debates. ¿No es este derrotero una muestra de la dificultad por parte de las instituciones de garantizar una vida digna para las mujeres?

Es necesario reflexionar sobre estas situaciones y ver que más que un superficial desinterés, involucran la naturalización de la violencia contra las mujeres expresada por la mismas instituciones que debieran dar respuestas a las necesidades de los sujetos. Es irrebatible pensar que los casos de mujeres desaparecidas, la impunidad de los funcionarios y la obstaculización de derechos de las mujeres generan en el conjunto de la población un mensaje de naturalización de la violencia que las mujeres padecemos.

El contexto del que halamos se ve complejizado aun más por las condiciones concretas  de vida ligadas a la pandemia. Con el aumento del desempleo y el empobrecimiento profundo de las familias son los barrios humildes los más golpeados. Barrios enteros sienten el abandono en medio de la pandemia ¿Quién se preocupa por las personas que viven en los barrios? Las instituciones no dan respuestas a las necesidades de las personas. ¿Qué pasa con la necesidad de justicia? El linchamiento del femicida es la expresión de una sociedad desbordada que ve constantemente negadas sus necesidades por quienes debieran resolverlas, ya que son los responsables y tienen acceso a los recursos. El linchamiento, la “justicia por mano propia”, debe llamarnos a reflexionar sobre la necesidad de exigir que las instituciones funcionen en relación a las necesidades de la comunidad. 

Los procesos sociales por los cuales hemos atravesados como sociedad, principalmente aquellos ligados a la impunidad y a la obstaculización en el acceso a derechos, no son sin consecuencias. La violencia sufrida por las niñas y el linchamiento son muestras de que estos procesos van configurando ideas que dan cuenta de un destino ineludible de injusticia e impunidad en la sociedad, particularmente para algunos grupos sociales. 

En Tucumán continúan ocurriendo femicidios, las organizaciones denuncian y exigen medidas urgentes, la sociedad llora la muerte de dos niñas. Tal vez las instituciones del Estado deben cuestionarse su accionar y no tan solo en relación a lo ocurrido la semana pasada. La impunidad, el silencio y la inacción no resuelven, por el contrario recrudecen más las condiciones en las que vivimos. El hartazgo y la bronca, son fenómenos debajo de los cuales hay angustiantes situaciones cotidianas ligadas a la imposibilidad de satisfacer las necesidades.

En Tucumán llevamos 7 meses de aislamiento debido a la pandemia, hay un empobrecimiento de los sectores populares, hay un incremento de la violencia contra niñas y mujeres, se suma a esto la llegada del fin de año en un año particularmente difícil. ¿Qué respuestas darán las instituciones?
Para prevenir futuras situaciones de violencia las instituciones deberán generar nuevas respuestas, lo que no es posible sin analizar críticamente las condiciones de vida de los sujetos. 

Estamos ante un momento de una gran fragilidad como sociedad, los crímenes de las niñas deben ser pensados como emergentes de una sociedad que sufre profundas carencias, entre ellas las vinculadas a la justicia. Los linchamientos son muestra de una sociedad cansada, aunque para algunos sectores abre una opción que miran con alegría, es una opción inadmisible, que es la del pueblo contra el pueblo, la que promueve la "justicia por mano propia". La fragilidad de la sociedad no tiene que ver con la confianza- desconfianza en las instituciones, principalmente tiene que ver con la falta de registro y de resolución de necesidades que la sociedad exige. El gobierno y sus instituciones al no resolverlas, al negarlas y minimizarlas, profundiza una contradicción entre instituciones de gobierno y sociedad, generando mayor fragilización y aumentando las posibilidades de hechos dolorosos e injustos, como los vividos recientemente, se repitan.

** Verónica Camacho es Docente de la Cátedra de Psicología Social de la Facultad de Psicología  de la Universidad Nacional de Tucumán.



Verónica Camacho

Docente de la Cátedra de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán.