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La grieta sin respiro, el odio que asfixia más que un barbijo

opinión

Una foto de un hombre estrangulando a Cristina Kirchner en la Plaza Independencia recorrió las redes sociales: "Todos le haríamos lo mismo", se justificaron los protagonistas. Cuando la violencia se naturaliza. Cuando el pensar distinto merece una condena de muerte. Cuando la democracia solo se respeta si se está del bando de los ganadores.


En la tarde del lunes, en distintos puntos del país se llevaron a cabo manifestaciones en contra de la gestión del Gobierno Nacional, denominada como la “Marcha #120”. La Plaza Independencia fue el lugar elegido por los manifestantes tucumanos que decidieron expresar su descontento.


La imagen fue compartida por él mismo en las redes sociales y le valió la crítica de cientos de usuarios que no pararon de escracharlo. Instagram decidió suspenderle la cuenta, pero la imagen trascendió y fue expuesta y visibilizada por varias personas y también por este diario que, incluso, habló con la pareja de Colombres, Florencia Gallardo, quién justificó con la acción expresiones del tipo “la imagen no es violenta porque no está ahorcando a una mujer, sino a un hombre disfrazado” o “No seamos cínicos porque acá cualquier que la tenga a Cristina al lado la ahorcaría, todos haríamos lo mismo”.

De la primera justificación está claro que la violencia de la imagen no radica en que en que esa escena se real o ficcionada, creo nadie habrá mal entendido y pensado que era la verdadera Cristina Kirchner quien estaba siendo ahorcada por un empresario tucumano en plena Plaza Independencia, sino que todo el mundo supo que se trataba de una puesta en escena. Entonces, que sea hombre o mujer le que está debajo de la máscara no es relevante, porque la violencia radica en su simbolismo, en el significado de la imagen y no en el género de sus actores, sino en el de sus personajes.

Entonces, la foto es violenta, porque siempre es violento ahorcar a alguien, en cualquier situación, en cualquier momento, pero lo es más si se trata de un hombre a una mujer, y si encima la justificación es que es “la culpable de todo nuestros males”, refiriéndonos a la vicepresidenta elegida hace menos de un año por el pueblo argentino, por todos, incluso, por lo que no la votaron, porque la democracia se trata de eso, de que entre todos elijamos a nuestros representantes, a los de todos, aunque no coincidan con el que “yo” metí en la urna el domingo de las elecciones. Cristina Kirchner es la vicepresidenta de todos, también de los que no la votaron.  

Desde este punto, la foto de alguien ahorcando a una funcionaria pública elegida por el pueblo, se torna antidemocrática, porque en nuestro país la democracia, que está camino a cumplir sus 40 años, sigue siendo débil e inmadura, porque una buena parte nuestra población sigue sin aceptar que, en el disenso, en la pluralidad de voces, se enriquecen la vida en sociedad. “Mí” opinión no es la única, ni la mejor, es simplemente “mí” opinión tan válida y aceptable como las demás y también tan discutible o debatible. 

Ojo, estas conductas no son exclusivas de lo que hoy se oponen al Gobierno, es una actitud general de los argentinos (hablo de los argentinos porque es lo que conozco), porque no importa de qué lado de la grieta estemos, siempre pensamos que el del otro lado es un “corrupto que solo pretende vivir del estado”, o “un Gorila”, o “Facista golpista” y siempre preferimos rotular al que opina antes escuchar el contenido su opinión. 

Y sino recordemos cuando en el 2011 militentes kirchneristas armaron un gran "escupidero público", para que los asitentes a una marcha de la Día de la Memoria escupan Mariano Grondona, Chiche Gelblung, Morales Solá, Mauro Viale y Aldo Proietto. O también podemos citar algunas imágenes de Macri en helicoptero, sugieriendo una abrupto final de su gobierno como el de De La Rua en el 2001. Sucede que se ha configurado un "nosotros vs ellos" en el que siempre "nosotros" tenemos razón y con argumentos autolegitimados, nos creemos dueños de la verdad. Si gobernamos, "ellos" son golpistas, pero si nos toca estar del otro lado, pedir renuncia del presidente de "ellos", auqnue haya sido elegido por el pueblo, es justo y necesario. Nos cuesta entender que la democracia, muchas veces implica que nuestras ideas sucumban en la derrota electoral ante las ideas de otros. 

Acaso, ¿Qué quiere decir la frase: “No seamos cínicos porque acá cualquier que la tenga a Cristina al lado la ahorcaría, todos haríamos lo mismo”? Es más que evidente que no todos harían lo mismo, de hecho, Cristina fue elegida dos veces, y por amplía diferencia, como presidenta, y también fue elegida como vice, entonces si todos la ahorcarían ¿Qué son los que la vienen votando hace 12 años? Y en la respuesta a esta pregunta radica la violencia más profunda de toda: para una parte de la sociedad, quienes votan a Cristina, no forman parte del “todos”, por ende, son “nadie”. Básicamente, no son considerados personas, o ciudadanos de este país, por eso los que hoy marchaban usan la bandera argentina, y se creen salvadores de la patria, porque piensan, en el fondo y no tanto, que los otros, los K, los peronchos, los zurdos, o simplemente los otros, no importa quienes, no son argentino, y ni siquiera son parte de "todos", entonces son nadie. 

Siempre me llamó la atención la forma en la que algunas personas presuponen que sus opiniones son universales, como colonizan el sentido común, como, en este caso, piensan que todos odiamos a Cristina Kirchner, que todos la ahorcaríamos, que todos pensamos iguales a ellos, que todos somos como ellos y que pensamos que ahorcar a una mujer ni siquiera es un acto violento, sino un acto legitimado universalmente. 

No quiero caerle con la espada de Damocles a una pareja joven de tucumanos, que seguramente la está pasando mal ante una situación compleja, complicada que, como muchos otros, están sufriendo una más que evidente crisis económica. Está Claro que Colombres y Gallardo no son los únicos culpables de la grieta y lejos están de ser sus principales promotores. Son, simplemente, dos ciudadanos más que creyeron lo que muchos otros: que no hay otro punto de vista posible, y la verdad es que siempre lo hay. 

Habrá mucha gente que no esté de acuerdo con esta opinión, que es solo mía, y que no se pretende universal, al contrario, está preparada para recibir todo tipo de críticas, incluso, insultos y agresiones gratuitas de más de uno que simplemente piensa distinto pero que por eso se creerá con derecho a las peores descalificaciones. Lamentablemente hemos naturalizado que opinar nos exponga a eso, pero, sin embargo, sigo prefiriendo hoy y siempre, poder opinar en un medio y ser criticado por los lectores, a ser censurado. También para los manifestantes de hoy, aunque tal vez no lo vean, es mejor elegir un candidato que pierde las elecciones que ser gobernados por dictadores que nadie elije. Algún día todos lo terminaremos de entender.