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A propósito de la trágica muerte del Dr. Jesús Amenábar

TRIBUNA ABIERTA

José Vitar, exdiputado nacional y referente del kirchnerismo en Tucumán, se refirió a las iniciativas para modificar el nombre del Hospital de Día Presidente Néstor C. Kirchner en homenaje al Dr. Jesús Amenábar "sin otro fundamento de tal propuesta que el de atizar las antinomias".

Foto: Facebook Luis Rodolfo Agulló


Ante cada tragedia o suceso luctuoso, los militantes de la grieta acuden siempre prestos con su cargamento de odio y división.

Apenas conocida la triste noticia del fallecimiento de Jesús Amenábar, salieron –rápidos de reflejos- a proponer el reemplazo del nombre del hospital Néstor Kirchner por el suyo, sin otro fundamento de tal propuesta que el de atizar las antinomias.

Conocí superficialmente al Dr. Amenábar y siento el mayor de los respetos por su familia. Las vastas expresiones de dolor por su muerte seguramente son representativas de la clase de persona que fue en vida.

No compartí algunas de sus ideas, como su exhortación a los jóvenes tucumanos a marcharse del país, porque es lo opuesto a lo que inculqué a mis hijos. Tengo una deuda con mi Argentina, en la que pude acceder a un título universitario, proviniendo de una familia de modestos recursos, gracias a la educación pública gratuita.

Pero no es eso lo trascendente, en este triste momento.

El Dr. Amenábar merece el reconocimiento de la sociedad tucumana toda, pero seguramente su indómito carácter se hubiese rebelado ante el hecho de que reivindicar su nombre provocara una falsa división entre nosotros, justo en momentos en que la agresión pandémica exige lo contrario.

Hay mil maneras de recordarlo con emoción, en paz y sin discusiones ni diferencias sobre tan legítima iniciativa.
Por eso resulta repugnante que so pretexto de homenajearlo, se intente hacer una utilización política de su infausta muerte, quitar al hospital que nos enorgullece, el nombre del fallecido ex presidente que ayudó a construirlo.

Que los traficantes del odio y la confrontación entre argentinos no se salgan con la suya en su cínica iniciativa de aprovechar el dolor por su deceso, porque -parafraseando a León Gieco- la mentira “es un monstruo grande, y pisa fuerte, sobre la pobre inocencia de la gente”.