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Periodismo para la guerra

OPINIÓN

La máquina de desestabilización periodística cree tener un nuevo Nisman. El asesinato de Fabián Gutiérrez les cae en el momento ideal para tratar de equilibrar el estruendo ya inocultable de la investigación de espionaje que podría salpicar a Mauricio Macri.


Las tres y media de la tarde del sábado. Los canales de aire ofrecen su programación habitual. En los de noticias, el menú es variado. En LN+ se escucha el acento británico del documentalista Simon Reeve, esta vez desde Vancouver. En los demás, lo de siempre: el coronavirus, algo sobre los espías que le producían el programa a Majul, alguna nota internacional de color...

El único que sigue con el tema que copó todas las pantallas a media mañana es TN. "Asesinaron al ex secretario arrepentido de CFK". Durante las cinco horas de cobertura excluyente, el nombre de Cristina estuvo casi permanentemente en los zócalos. Porque la muerte de Fabián Gutiérrez sólo sirvió de excusa para exhumar el tema de los cuadernos fotocopiados, perdidos y hallados del chófer y literato Oscar Centeno, de los tesoros enterrados que nunca encontró el excavador aficionado Guillermo Marijuan, de las bóvedas repletas de dólares y euros que ficcionó el showman Jorge Lanata a falta de allanamientos exitosos...

La máquina de desestabilización periodística cree tener un nuevo Nisman. El asesinato de Fabián Gutiérrez les cae en el momento ideal para tratar de equilibrar el estruendo ya inocultable de la investigación de espionaje que podría salpicar a Mauricio Macri.

Los políticos de la oposición irracional hacen lo suyo: irresponsables como el radical (¿?) Naidenoff tuitean sobre la "gravedad institucional" del hecho y el inclasificable diputado Lucho Bugallo acusa al Presidente de haber "abandonado como testigo protegido" a Gutiérrez sin siquiera comprobar que el occiso nunca estuvo en esa condición. También tuitean agresivamente las aspirantes a espías Ocaña y Zuvic, y una horda de trolls, con el objetivo de instalar como trending tópic el hashtag "CFKasesina".
No importa nada. La meta es esmerilar al gobierno a como dé lugar, desestabilizarlo hasta hacerlo caer.
Un periodista de Clarín (ya fallecido) reconoció haber hecho "periodismo de guerra" contra el gobierno de Cristina.

Lo grave en estos días es que la cualidad bélica ha excedido el ámbito periodístico y hace crujir a la democracia y al Estado de Derecho.