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Sobre la "infectadura" y sus implicancias

OPINIÓN

La declaración en contra de la cuarentena realizada en los últimos días por un grupo de "intelectuales" no es más que la clara expresión de la antipolítica y de la posverdad, al poner como verdad algo que es falso.

Crédito: https://theconversation.com/.


La Declaración de quienes se valen del neologismo “infectadura” sostienen que la cuarentena aplica medidas dictatoriales, que cercena libertades. La carta es contradictoria, inconsistente y hace un uso político partidario de la pandemia que es, claramente, retrógrado. Sabemos bien que toda pandemia produce una enorme desigualdad social que  nos afecta a nivel mundial. Pero optar por la salud en lugar de defender los intereses financieros está muy lejos de ser una medida dictatorial.

La declaración es la clara expresión de la antipolítica y de la posverdad, al poner como verdad algo que es falso. Además, carece de fundamentación científica y de corroboración empírica. Los contagiados, los muertos, los enfermos y hasta el personal sanitario afectado son la respuesta a ese sinfín de infamias que confunde y que puede llevar a abandonar los cuidados, al negar la existencia de la pandemia.

Los firmantes  desprecian a médicos, enfermeras, científicos  de nuestro país y del exterior, sumándose al coro de los maestros de vida y  de los que declaman falsas recetas, sin fundamento científico alguno.

Es un texto plagado de contradicciones, como la afirmación de que el gobierno negó la pandemia, cuando en realidad estableció la cuarentena para cuidarnos de ella. Absurdo, por cierto. Al mismo tiempo, afirma que ·el mundo enfrenta un “momento especial” por la pandemia originada por el virus, pandemia que, al mismo tiempo, acababa de  negar.

Se cuestiona  al gobierno por hacer pocos testeos y no aislar los casos que fue encontrando, sin embargo, los grandes centros del mundo realizan testeos cuando hay indicios del virus y no antes.

Hay mala fe al plantear que cuando el  Presidente Fernández anunció el comienzo de “la hora del Estado” estaba anunciando un estado gendarme, cuando, en realidad, afirmaba la presencia real del Estado y la existencia de una política sanitaria.

La búsqueda de un chivo expiatorio es, por cierto, tranquilizadora, pero, también, engaña. Estas argumentaciones constituyen una utilización política de una enfermedad que produce contagios, muertes y sufrimiento y que existe como lo hemos visto en miles de féretros en las calles.

Las medidas fueron consensuadas por oficialistas y opositores, gobernadores,  intendentes y científicos. Su intención no es instaurar el panóptico de Foucault.

Los científicos  no son ratones de laboratorio, ni deben dedicarse a lavar los platos, sino que son  personas que trabajan muchas horas y a los que debemos agradecer su solidaridad.

¿Acaso los firmantes de esta Carta no saben la grave situación económica laboral de EEUU, aunque la pandemia no existió? ¿Acaso, los escribientes no saben que las grandes metrópolis han dejado miles de desempleados y que se cerraron negocios y que los hospitales, que no son gratuitos, atraviesan dificultades económicas?

Declarar que la democracia está en peligro expresa un desconocimiento de la dictadura militar en nuestro país, acompañada de muertes, robo de niños, torturas, cierre de facultades, entre otros horrores.

Lo que pone en peligro la vida humana son los vendedores de ilusiones que nos quieren hacer creer que la pandemia no existe. La democracia está en peligro cuando se deja a un lado la solidaridad y priman intereses sectoriales, revestidos de “buenas intenciones”. 

*Es filósofa y profesora emérita de la Universidad Nacional de Tucumán. 

Susana Maidana

Doctora en Filosofía. Profesora Emérita de la UNT.