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La pandemia desnudó al Estado argentino

TRIBUNA ABIERTA

Los economistas Miguel Palou y Pablo Pero analizan los efectos negativos del Coronavirus en los distintos estratos de gobierno -nacional y provinciales- y se animan a enumerar una serie de mejorar posibles en medio de la crisis.


La pandemia ha aumentado la presión sobre los gobiernos, la población les demanda acciones rápidas, transparentes y eficaces. Esta mayor presión puede convertirse, si es tomada seriamente, como una oportunidad para que los Estados mejoren su capacidad de respuesta.

Un artículo reciente en el portal de la Universidad John Hopkins, advierte que ninguna economía en el mundo ha podido hacer frente, o bien resistido como lo hubieran querido, a los desafíos económicos y de salud pública planteados por el Covid-19. Los países han desarrollado diferentes estrategias, si comprendiéramos sólo a aquellas naciones que optaron por el aislamiento estricto y el paro de actividades a gran escala, encontramos que la reacción principal fue la de implementar grandes políticas expansivas como créditos a los sectores productivos, seguros de desempleo, ayuda a los más vulnerables, y hasta reducciones impositivas.

¿Cuál ha sido el caso particular del Estado argentino?

Si tenemos en cuenta el efecto fiscal y crediticio, Argentina es uno de los países que menos recursos destinó en términos relativos a contrarrestar los efectos económicos del aislamiento. A pesar de lo poco o mucho que el Gobierno inyectó en la economía, queremos enfocarnos en esta nota en la eficiencia de la implementación. Se observan grandes demoras y poca claridad, de forma que aún las políticas no tuvieron el efecto esperado por la población. ¿Fue un error de cálculo o de implementación? ¿fue la urgencia o la imprudencia?

- Al programa de Ingreso Familiar de Emergencia para desempleados y trabajadores informales se inscribieron 11,4 millones de personas, fueron aceptados 7,4 millones, y al día de hoy solo han recibido los $ 10.000 de beneficio 3,5 millones de personas, menos de la mitad de los inscriptos, a pesar de haber pasado más de 50 días de aprobado el programa.

- Al programa de Asistencia al Trabajo y la Producción, que ayuda a los empleadores abonando un salario complementario a sus empleados, se registraron 445 mil empleadores, aunque 100 mil se negaron a cargar los datos de facturación. Al día de hoy 225 mil empresas (y con ella 2,1 millón de trabajadores) han recibido el beneficio. El 50% de los inscriptos, pasaron 41 días desde el decreto de creación.

- Para los créditos a tasa 0% para monotributistas, a 21 días de su sanción, se aprobaron 282 mil inscripciones, y sólo 33 mil van recibiendo la transferencia.

Esta demora en la implementación indica lo débil de la infraestructura estatal argentina. Los 3 programas mencionados implican la transferencia de fondos a una cuenta bancaria, la aplicación podría haberse realizado velozmente si se constase con una identificación bancaria de cada ciudadano, y un sistema de AFIP y ANSES con datos actualizados. La falta de datos, y el desorden de los mismos, generó colas inaceptables en bancos comerciales y demoras que están fundiendo empresas. En fin , la ineficacia del Estado también tiene su costo en vidas. El problema no puede ser soslayado por el gobierno, quien ya debió despedir al titular del ANSES, y no descarta futuros cambios en el gabinete.

Más aún, es probable que las dudas ante la capacidad de respuesta estatal hayan inspirado en parte lo estricto del aislamiento decretado. El Estado argentino nos muestra una situación muy particular, es uno de los estados con el brazo más grande: paga jubilaciones a más de 6 millones de personas, AUH a más de 4 millones, pensiones contributivas a casi 1,5 millones y ayudas escolares a más de 3 millones. Sin embargo, convive al mismo tiempo con tasas de pobreza y de informalidad laboral cercanas al 40%. Es paradigmático, y a la vez insensato, destinar un presupuesto tan significativo a la ayuda estatal, pero no tener la capacidad para distribuirlo en forma eficiente y segmentada. Es inaceptable que con tamaño gasto, el Estado no pueda llegar pronto a cada uno de sus ciudadanos.

Tal vez podemos decir que no todas son malas noticias, el Covid-19 desnuda estas enormes fallas del Estado argentino, pero también abre la puerta para un cambio copernicano en la forma de entender la relación Estado-ciudadano. Un ejemplo lo ilustrará cabalmente: previo a la llegada de la pandemia se implementó la entrega de tarjetas alimentarias nominativas, para lo cual en vez de optarse por abrir cuentas a cada beneficiario, promoviendo así la velocidad, ahorrando costos de traslado y alentando a la formalización de la economía, se decidió pagar presencialmente delegando la responsabilidad en los municipios, y permitiendo nuevamente que el gobierno y funcionario de cada ciudad pueda apropiarse y poner su rostro en la ayuda estatal. Los efectos del Coronavirus, sin embargo, permitieron a los funcionarios entrar en razón, forzándolos a cambiar su proceder, de forma que ahora la entrega se realiza por cuenta bancaria.

Son muchas las áreas donde el Estado argentino debe avanzar en eficiencia y eficacia para evitar mayor sufrimiento a su población, así como para bajar el carga que pesa sobre la espalda de los contribuyentes. Algunos de los tantos cambios necesarios que el Covid-19 ayuda a visibilizar son:

- Impulsar la digitalización en todos los niveles de gobierno. Digitalizar no es solo despapelizar, es también ahorros costo de viajes y de traslado de insumos, es incrementar la trazabilidad de los expedientes y las solicitudes, y mucho más.

- Promover desde el Estado la bancarización de toda la población. Promoviendo que cada ciudadano pueda elegir libremente el banco que desea usar para sus fondos, ya sean bancos comerciales, o la nueva banca online que se desarrolla a pasos imparables en el mundo y también en nuestro país. Esto inclusión financiera impulsará también el ahorro, y con ello el crédito y el crecimiento económico.

- Actualizar las bases de datos de ANSES. La pandemia ha desnudado las incongruencias y errores en las bases de datos, que muchas veces no son sólo ineficiencias, sino errores voluntarios para adecuarse a beneficios estatales.

- Fomento de las capacitaciones digitales, un esfuerzo que se comenzó a través del Instituto Nacional de la Administración Pública, y que debe ser mantenido y potenciado. • Capacitación en nuestros docentes para la aplicación de la enseñanza virtual, a quiénes muchas veces se les exige sin haber formado conducentemente.

- Una historia clínica digital y única, que permita mejores y más veloces tratamientos médicos, respetando la privacidad de cada paciente.

- Incrementar, en todo ámbito y nivel del Estado la transparencia y la rendición de cuentas, a través de la modernización, para poder romper privilegios injustificados, y acabar con el desvío espurio de fondos.


Sobre los autores


Miguel Palou
Economista Graduado de la UNT. Escritor de cuentos y novelas.


Pablo Pero
Economista Graduado de la UNT. Profesor. Presidente del IPEC.