Top

El derecho a la incertidumbre

Opinión

¿Seremos más individualistas o nuestra responsabilidad social nos hará ser más solidarios con los que menos recursos y posibilidad de enfrentar esta pandemia tienen?. ¿Adoptaremos luego de esta crisis una actitud más activa y participativa o, por el contrario, seguiremos desconectados de la vida pública de forma indiferente, donde se retroalimenta un individualismo que nos erosiona como sociedad?. Por Marcelo Bee Sellarés.


Los efectos del coronavirus en nuestros hábitos ya se empiezan a sentir y no solo por nuestro confinamiento y aislamiento obligatorio, sino porque estos días nos llevan a replantearnos nuestras conductas cotidianas que tan alteradas están y a  pensar cómo será el día después que salgamos a la vida normal. 

Sin dudas, la incertidumbre y la ansiedad nos golpean tan fuerte como el virus y calan hondo en una sociedad que no está preparada para asumir esta situación de guerra y que la absorbe  como un verdadero desafío de supervivencia sin precedentes, que de ninguna forma se puede comparar con crisis económicas como las del 2001 o 2008.

Este virus nos sumerge en algo más profundo que una crisis sanitaria y económica sin precedentes,  sino que lleva a la humanidad a cambios de hábitos, costumbres, conductas y  acciones diarias. A  medida que pase más el tiempo nuestros cambios de hábitos y de conductas se van a profundizar. La duda a no saber qué va pasar nos lleva actuar instintivamente como seres humanos por encima de todo. En este sentido, como vivíamos hasta hace muy pocos días ya fue y forma parte de nuestra memoria pasada de aquí para adelante nuestra prioridad es la salud y por ende nuestra vida, desde ese lugar comenzamos a modificar nuestras rutinas en el resto de nuestros ámbitos sociales, económicos y culturales.  

De aquí, en adelante muchas prácticas cambiarán. La revolución tecnológica y científica se va a profundizar y acelerar entre todos nosotros sin distinción de generaciones y estas prácticas  profundizaran nuestro distanciamiento y contacto. Lo que  para muchos será una crisis para otros será una oportunidad. No va haber lugar para aquellos que le sea indiferente el manejo y la utilización de las herramientas tecnológicas porque, de lo contrario, sufrirán otros efectos como el de quedar aislados de una sociedad atravesada por la tecnología. 
La pandemia /que significa 'todo el pueblo' léase 'humanidad'/, nos hará replantearnos el uso y aprovechamiento del tiempo, nuestros espacios al aire libre, nuestra forma de trabajar y de ganar dinero, nuestra forma de relacionarnos con nuestros seres queridos, amigos o compañeros de trabajo, nuestra concurrencia a espacios públicos que eran hasta hace muy poco tiempo de frecuencia permanente y acentuará otras nuevas construmbres como el uso de la tecnología que profundizará aún más la desaparición del papel, los hábitos de consumo y de información personal, las rutinas de higiene y de cuidado, en síntesis una mayor conciencia social. Se alterará el  uso de los servicios públicos masivos como el transporte y otros tantas costumbres y rutinas cotidianas.  Me pregunto, ¿quién estará dispuesto a viajar como ganado en un colectivo o esperar dentro de un banco largas horas hasta ser atendidos? 

El interrogante es si estos cambios de hábitos nos harán mejores o peores. ¿Seremos más individualistas o nuestra responsabilidad social nos hará ser más solidarios con los que menos recursos y posibilidad de enfrentar esta pandemia tienen?. ¿Adoptaremos luego de esta crisis una actitud más activa y participativa o, por el contrario, seguiremos desconectados de la vida pública de forma indiferente, donde se retroalimenta un individualismo que nos erosiona como sociedad?.  

La bendición del Papa Francisco a la humanidad “Urbi et Orbi” en la plaza de San Pedro, nos hace reflexionar a cada uno y nuestro rol en la sociedad:  "Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada. Nos dimos cuenta que estábamos todos en una misma barca. Cuando la tempestad pase, nos desenmascarará en nuestra vulnerabilidad….”.

Nadie se salva solo. Toda la humanidad se encuentra arriba de esa barca. El desafío es que comprendamos el mensaje y seamos capaces entre todos de llegar a la orilla.  

El autor es abogado.