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De la ONU a la alfombra roja de los Oscars: ¿un ecologismo para todos?

Opinión

Cuando todavía resuenan en los oídos y se multiplican en las pantallas los discursos de Greta Thunberg y Joaquin Phoenix, el escritor tucumano Marco Rossi Peralta pone bajo la lupa los intereses que oculta el 'discurso ecológico globalizante'.


Y un día, de la noche a la mañana, todos en occidente estábamos hablando de Greta Thunberg. La revista Time la puso en su portada y la nombró “líder de la próxima generación”, la Unión Europea (UE) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le han dado prensa y empresas como la automotriz BMW, o el banco suizo Credit Suisse contribuyeron económicmente a su visibilización. No se trata de juzgar a una adolescente ni a una activista, se trata de analizar por qué hay tantos intereses en la difusión de su discurso.

Las ideas que Greta representa dan la vuelta al mundo y llegan hace unos días a la alfombra roja de los Oscars. Es al actor del momento a quien le toca ahora reproducir el esquema discursivo que se hizo famoso con Greta. Habla del futuro del planeta y la responsabilidad humana, es efectivo y emocionante, otra vez se convierte en un fenómeno mundial.

¿Qué conecta el discurso de Greta Thunberg con el de Joaquin Phoenix? ¿Por qué se los difunde en cada pantalla desde los sectores de poder más importantes de Occidente? Veamos:

1. Se trata de un discurso en el que las víctimas siempre son las minorías, que se nombran una a una como si fueran afectadas por injusticias aisladas que hay que resolver también una a una.

2. El culpable y el destinatario del discurso es un humano genérico, que somos todos y no es nadie, y así la víctima se confunde con el victimario en nombre del medio ambiente y el futuro del planeta.

3. Siempre se apela a la negación y la falta de conciencia como causa de todos los problemas, y en esa lógica, pareciera que con reconocer el problema una vez y mil veces es suficiente, y quien repita las palabras mágicas con el micrófono de más alcance, será el verdadero héroe.

4. En este marco no es necesaria ninguna referencia a un programa político ni a una determinada organización de ningún tipo. La toma de conciencia es individual y puede estimularse hablando por televisión o publicando en redes. Greta lo dice así: “Bueno, te digo que hay esperanza. Lo he visto. Pero no proviene de gobiernos o corporaciones. Viene de la gente.”

5. Se trata de un discurso global, habla por todo el mundo y para todo el mundo. Como si, por ejemplo, la elección del tipo de alimentación fuera una posibilidad en todo el mundo, y peor, como si la alimentación de cualquier tipo estuviera garantizada en todo el mundo.

6. Los beneficiarios del sistema que se propone transformar creativa y mágicamente somos todos por igual, y por tanto, igual de culpables y responsables. Hace parecer que este sistema está hecho para sostener a “la humanidad” en detrimento de “la naturaleza”, los animales, o el mundo mismo. Nunca se habla de la hiperminoría de 85 multimillonarios que viven con la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial.

7. Finalmente, es un discurso adánico, surgido de la nada y de ningún lugar. Se borran las marcas de enunciación, se ocultan los países de origen, los sectores sociales de los que surge y los intereses que lo promueven. Oculta su vínculo con cualquier tradición política previa, y esto se expresa en el endiosamiento de adolescentes activistas que parecieran no tener más formación que la de haber experimentado lo evidente, lo que está ahí frente a nuestros ojos y negamos, hablan con la pureza de la realidad. Este discurso no reivindica ninguna ideología, no tiene historia. Es, nada más y nada menos, que la verdad.

Conclusión

Podríamos llamarlo “discurso ecológico globalizante”: ya no solo hablan en nombre del destino de todos los pueblos, ya no en nombre de dios, ni de la “raza” humana, ni de la democracia, ni de la libertad. Hablan en nombre del mundo, del planeta, de la naturaleza, son los portavoces de los animales, de las plantas, de la superficie terrestre y de lo que hay debajo, hablan en nombre de todo lo que nos mantiene vivos, y están preocupados por cuidarlo, en el mejor de los casos, para todos por igual, en el peor, para la ética y la moral absolutas. ¿Aún si esta ética y esta moral implica el sacrificio de una parte específica de la población mundial? En definitiva, hablan del renunciamiento a una parte fundamental de las fuentes alimenticias y energéticas, y no proponen nuevas fuentes.

Este análisis es un primer paso para salir de un discurso ecologista que no reconoce que, por ejemplo, en Latinoamerica, la extracción de recursos naturales ha tenido siempre la forma del saqueo de un pueblo sobre otro, mediante la esclavitud o la explotación. Las soluciones ecológicas del “primer mundo” que nos saquea no pueden ser nuestras soluciones. Necesitamos un proyecto ecológico que reconozca las desigualdades de poder y los intereses contradictorios que estas implican. Necesitamos además, un proyecto ecológico que parta de la solución de la crisis alimenticia que hasta 2010 tenía a 925 millones de personas padeciendo hambre crónica. Las propuestas de cambio de paradigma de producción que no partan de ese problema parecen, por lo menos, superficiales, cuando no perversas.

Se hace necesario salir de un ecologismo que plantea que las víctimas son minorías perjudicadas por la voracidad de “la humanidad”. Necesitamos girar a un ecologismo que reconozca que el sistema de producción no está hecho para sostener a las mayorías, y reconocer que las mayorías son hambreadas y explotadas, tanto como los recursos naturales, en beneficio de una minoría acomodada y especialmente concentrada en determinados países. Sólo así se puede llegar a un ecologismo con las y los humanos adentro.


Sobre el autor

Marco Rossi Peralta nació en 1995, vive en Tucumán. Es escritor y estudia la carrera de Letras en la UNT. Publicó los libros de poesía Micumán (2016, Ed. Monoambiente) y El Mosquito (El tiempo es escaso) (2017, Ed. De Autor). Forma parte de las antologías Perfectxs Desconocidxs (2017, P.D.) y Salí Dulce (2018, Ed. 27 Pulqui y Ed. Almadegoma) que reúne poetas de Tucumán y Santiago del Estero. Es editor en La Cimarrona Ediciones.