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Alfaro, entre el insomnio de la reelección y el sueño de la gobernación

Opinión

Periodista y militante sindical, Martín Faciano analiza el futuro político del intendente de San Miguel de Tucumán.


El Centro Cultural Mercedes Sosa, ofició el pasado fin de semana como sede de un intenso encuentro entre el jefe municipal Germán Alfaro y sus principales dirigentes de los circuitos de la zona sur de la capital.  Sin muchas vueltas, el referente local de la pata peronista de Cambiemos expresó su preocupación ante los allí presentes, por los resultados que arrojaron los últimos estudios de opinión pública, que desde el Municipio encargaron para evaluar el desempeño de sus dirigentes en el territorio. El mensaje final fue claro, si no se revierte la tendencia, en 2019 se pierde la intendencia.

Con el 2019 encima, y en el medio de un enrarecido clima político, el intendente capitalino apeló a una dosis de realidad territorial para recalibrar su proyección política, que de manera ambivalente se manifiesta entre sueños y  pesadillas. Es que con la  actual dispersión de la alianza Cambiemos para el Bicentenario y con la irresuelta interna del Frente Justicialista por Tucumán, aparece tan cercana la posibilidad de retener la intendencia y de sopar un candidato propio en la fórmula gubernamental (¿Prat Gay - Beatriz Ávila?), como la chance de quedar en pampa y la vía.

Si bien al mandamás municipal, el baño de realidad le había llegado antes, con la pérdida de la Presidencia del Concejo Deliberante y  con los balazos que llamaron a la puerta de su casa mientras vacacionaba junto a su familia, los números de las encuestas territoriales sirvieron para poner en órbita y despabilar a un sector de la dirigencia alfarista que venía mas abocado al lobby en el edificio de la calle 9 de Julio, que a la gestión de soluciones en  territorio.

Alfaro es consciente del desgaste que produce la gestión, mucho más en un contexto en el cual, el grifo de la obra pública permanece prácticamente cerrado. Por eso mismo quizás, le solicitó  a su funcionariado la presentación de sus renuncias, porque generalmente cuando faltan recursos para apuntalar gestiones deficitarias, la primera opción es relanzar el gobierno sustituyendo los fusibles de cambio. Sabe también el jefe capitalino, que la economía no sólo no repunta, sino que para peor se contrae cada vez más, generando un efecto erosivo que daña, sin prisa y sin pausa, la  imagen positiva del presidente Mauricio Macri.   

Pero como ni la coyuntura política, ni un posible efecto arrastre, ni su propia estructura política pueden resultarle un salvavidas de plomo para los próximos comicios, el fortalecimiento del Partido para la Justicia Social, aparece como el Plan A y el Plan B, que desde el alfarismo diseñan para llegar a las próximas elecciones con una sólida estructura propia, que permita el margen suficiente como para inclinar la balanza a la hora de definir el armado de listas en la alianza macrista, o como para evitar cualquier condicionamiento formal a la hora de  buscar una salida política alternativa, la cual puede consistir, incluso, en patear el tablero.