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Swingers: el patio de juego de los adultos

OPINIÓN

El intercambio de parejas es un juego sexual que puede enriquecer a la pareja. Sin embargo, a los tucumanos todavía les resulta difícil manifestar su afinidad a esta práctica por el doble discurso dominante en nuestra sociedad.

Foto: www.clarin.com


El intercambio de parejas existió desde siempre, ya en la antigüedad, no es novedad. No escandalizaba a nadie lo que sucedía en las fiestas griegas o en las grandes bacanales. Es una fantasía recurrente en muchas personas, la de incorporar a alguien al juego sexual de la pareja. Las fantasías son importantes, son nuestro patio de juego. Ahora que esto se convierta en un hecho puede ser parte de un proceso o quedar sólo en la fantasía.

Hasta no hace mucho, era más frecuente escuchar en la consulta, el deseo de incorporar a otra mujer, desde hace un tiempo, se escucha más la intención de incorporar a un hombre al juego o  a otra u otras parejas, homo, bi o heterosexuales. Ahora bien, esto tiene sus reglas y en Tucumán, como en cualquier otra parte del mundo y como ocurre desde hace tantísimo tiempo, esto ocurre. Si bien el internet, las redes sociales, facilitan muchísimo la comunicación, muchos adultos mayores deben recordar en el Tucumán de los años 50 y 60 los famosos juegos de la llave que se llevaban a cabo en cierto sector de la sociedad.

O sea, no pensemos que esto es el fin de la pareja como tal. Son juegos que se dan entre adultos, personas que deciden libremente incorporar este elemento, ya sea como forma de reavivar el erotismo, o como una nueva forma de comunicación. Lo que debe quedar muy en claro son ciertas reglas básicas que se deben respetar y que cada grupo tiene, por ejemplo: muchas de las personas intervinientes no dan sus nombres verdaderos, otras no quieren repetir encuentros con las mismas personas. Otras, que no se dé en sus domicilios particulares, otras prefieren sus propios domicilios. En fin, hay una diversidad enorme de gustos. Lo que tienen en común, es que debe respetarse la voluntad de los mismos, deben ser adultos, saber que el límite existe y que el no es no.

Como en cualquier relación entre humanos, hay situaciones que se vuelven difíciles de manejar, como cuando uno de los miembros de la pareja de repente tiene encuentros repetidos sin avisar a su pareja lo que está sucediendo. O cuando se involucran sentimentalmente. Hay crisis, hay replanteos y las parejas a partir de allí pueden modificar o no esta conducta, separarse o por el contrario, se refuerza el vínculo luego de la crisis.

Es difícil para una pareja manifestar en nuestro medio que son afines a esta práctica por el doble discurso imperante, y por el modelo heterosexual, monógamo y reproductivo que heredamos junto con mitos del amor ideal.

Estos juegos son eso, juegos sexuales entre personas adultas que libremente ingresan y de la misma manera pueden salir. Lo lúdico enriquece, pero deben hacerlo aquellas personas que así lo sientan, que no sea por complacer a un otro.  No se trata de sectas ni de oscurantismo, son variantes a las que algunas parejas adhieren en cierto momento de su vida o la incorporan como forma de vida.

Es válido mientras haya libertad para decidir, vínculos sin violencia y que transcurra en un ambiente de respeto.


*La autora es médica sexóloga y Presidenta de la Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual (AASES).