De Concepción a París: la historia de Nicolás Agulló, el director de orquesta que llegó a dirigir La Sorbona
Nicolás Agulló nació hace 40 años en la ciudad de Concepción. Estudió música en Tucumán y Buenos Aires y actualmente triunfa como director de la Orquesta la Sorbona de París. Este jueves visitó los estudios de La Tucumana FM 95.9 y contó su historia de esfuerzo y superación.

Nicolás Agulló.
En un país acostumbrado a ver talentos partir en busca de horizontes más amplios, la de Nicolás Agulló no es solo una historia de éxito, sino también una lección de perseverancia, pasión y raíces profundas. Nacido en Concepción, Tucumán, Nicolás es hoy nada menos que el director titular de la Orquesta de la Universidad de la Sorbona de París, una de las casas de estudios más prestigiosas y antiguas del mundo.
Instalado en Francia desde 2010, su camino no fue sencillo ni rápido. Formado en Tucumán y Buenos Aires, cursó estudios universitarios en música y dirección orquestal, primero en la Universidad Católica Argentina y luego en Europa. Con una trayectoria consolidada como compositor, multiinstrumentista e investigador, logró ganarse su actual cargo tras un exigente concurso internacional que incluyó ensayos grabados, entrevistas, propuestas de temporada artística, análisis musicológicos y audiciones frente a jurados de más de diez personas.
“Fue un proceso largo y arduo. Gané el cargo por unanimidad, y eso me dio una enorme gratificación: sentirme legítimo”, contó esta mañana en los estudios de La Tucumana FM 95.9. Lo que comenzó como un mandato de cuatro años, fue renovado hasta 2029 gracias a los logros obtenidos con la orquesta y el reconocimiento de su labor por parte de la institución.
Lejos de quedar atrapado en la tradición, Nicolás encontró en la Sorbona una apertura insospechada a la innovación. “Pensé que iba a estar esclerosada por su historia, pero es todo lo contrario. En París hay una voluntad constante de ir hacia adelante”. Bajo su batuta, la orquesta universitaria ha girado por México, Alemania e Italia, y ha realizado creaciones inéditas como versiones de obras de Bizet nunca antes interpretadas en concierto en Francia.
Pero detrás del escenario hay mucho más. Nicolás explica que el verdadero trabajo del director se construye en los ensayos, en la relación humana con los músicos y en el liderazgo. “El director es como el CEO de una empresa artística. Hay que inspirar, organizar, comprender a las personas y sacar lo mejor de cada uno. No se trata solo de la técnica musical”.
Aunque lleva casi 15 años en París, asegura que jamás dejó de ser tucumano. “Uno es migrante siempre. Yo tengo mis canales de conexión abiertos con mi tierra: el afecto, el humor, el paisaje, la empanada. Esos vínculos no se cortan”. Durante su visita a Tucumán, no duda en revivir su infancia entre las calles de Concepción. “Lo primero que hago es buscar empanadas, sanduchitos de milanesa. Una vez le dije a mi mamá que extrañaba más las empanadas que a ella”.
También comparte con ternura que su hija Luz, nacida en París, habla español y que en su casa se cría con el idioma y los sabores de su tierra paterna. “Le hablo solo en castellano. Si no me habla en tucumano básico, no le respondo”, dice entre risas.
A los 40 años, con más de dos décadas de experiencia como director, Nicolás se mantiene humilde y agradecido: “He puesto cada ladrillo de esta pared. No hubo contactos, no hubo atajos. Hubo trabajo, pasión y mucho estudio. Lo que soy hoy se debe también a mis raíces y a toda esa primera formación que recibí en Tucumán”.
Antes de regresar a París, dirigió recientemente a la Orquesta Sinfónica Nacional en el Auditorio Nacional, sellando así un reencuentro emotivo con su país. A futuro, espera repetir estas visitas con mayor frecuencia y seguir construyendo puentes entre su tierra natal y el escenario internacional.