¡Se acerca el invierno! este es el abrigo ancestral que aún resiste al frío tucumano
Aunque el invierno en Tucumán dura poco, el frío húmedo se hace sentir en los huesos. Frente a esta sensación tan conocida, vale la pena mirar hacia atrás y descubrir cómo las comunidades originarias enfrentaban las bajas temperaturas con ingenio y saber ancestral. Telas, fibras y técnicas de abrigo que, más de 500 años después, siguen vivas en las manos de tejedoras y artesanos del Valle Calchaquí.

En Tucumán, cuando llega el frío, es por corto tiempo, pero cuando aterriza, todos sentimos el temblor en los huesos. ¿Por qué? La respuesta es simple: es un frío húmedo.
El frío húmedo se caracteriza por temperaturas bajas combinadas con alta humedad. A diferencia del frío seco, donde la humedad es baja, el frío húmedo dificulta que el cuerpo se caliente, especialmente después de estar mojado.
Si bien actualmente la industria textil y la tecnología del calor han avanzado al punto de crear fibras y elementos que mantienen la temperatura corporal de manera más eficaz, todavía existe ese frío que cala en los huesos.
En ese sentido, pensar en generaciones pasadas a las nuestras atravesando inviernos todavía más crudos que los actuales en Tucumán, se vuelve todo un enigma. Por ello, hoy vamos a hablar de aquellas estrategias que se inventaron en este pedacito del mundo para sobrevivir a los fríos intensos. Las fibras, los tejidos y las prendas que se utilizaban hace más de 500 años, y que de alguna manera todavía nos sirven, pues las seguimos utilizando.
Antes de la llegada de los españoles, los pueblos originarios que habitaban el territorio de Tucumán —como los diaguitas-calchaquíes, los lules y vilelas— vestían con prendas elaboradas a partir de los recursos naturales disponibles en su entorno. Utilizaban fibras de llama, vicuña y, más adelante, algodón, que hilaban y tejían en telares. Otro material que se empleaba era el cuero, aunque resultaba más difícil de trabajar. La vestimenta era sencilla, funcional y adaptada al clima y a las tareas cotidianas. Los hombres solían usar taparrabos o fajas que cubrían el área genital, túnicas cortas llamadas unkus (similares al poncho) y, en zonas frías o para ocasiones especiales, mantos o ponchos. Las mujeres vestían con anaku, una prenda envolvente de una sola pieza sujeta con fajas a la cintura, y a menudo llevaban mantas sobre los hombros sostenidas por tupus, alfileres decorativos de metal que se popularizaron aún más durante la conquista incaica. Tanto hombres como mujeres usaban adornos como collares, aros y brazaletes hechos de piedras, huesos, caracoles o metales como el cobre. Los tejidos eran decorados con diseños geométricos teñidos con pigmentos naturales, como cáscaras o frutas, y muchas veces esos motivos reflejaban símbolos de identidad, estatus o creencias espirituales. La ropa no solo protegía el cuerpo: también comunicaba pertenencia y vínculo con el entorno y la comunidad.
En este contexto, cuando la temperatura descendía y las viviendas no eran suficientes para cubrirse del frío, era común pensar en la ropa como una manta envolvente que abrigara el cuerpo. Actualmente, en Tucumán todavía podemos encontrarnos en la calle o en los escaparates con las huellas de ese Tucumán indígena.
Uno de los lugares donde podemos rastrear la herencia del abrigo tucumano es la Ruta del Artesano de Tucumán, un fascinante recorrido en el Valle Calchaquí que ofrece la oportunidad de adquirir productos auténticos y originales elaborados con materiales nobles y naturales, mientras se recorre la historia, la cultura y las experiencias de los descendientes de los primeros habitantes de la región y sus técnicas artesanales. Además de disfrutar de paisajes impresionantes, esta experiencia brinda calidez y abrigo para quienes quieren comprar una buena manta.
¿Cómo es el hilado “a la tucumana”?
En esta parte del mundo, el telar más común es el telar horizontal de tierra, aunque también se usa el telar vertical en algunas zonas. El telar horizontal de tierra consiste en dos maderos paralelos (llamados urdiembre) fijados al suelo o sostenidos por estacas. La tejedora se sienta frente a él, generalmente en el suelo, y trabaja con el telar extendido horizontalmente.
En cambio, el telar vertical, más usado en zonas más frías o montañosas, está sostenido por un marco de madera. La tejedora trabaja de pie o sentada frente a él. Con dos instrumentos como el peine y la espada, se puede apretar más y más el tejido, para que sea más abrigado.
Con este sistema se siguen fabricando ponchos, ruanas, mantas, mañanitas y unkus. Para el frío húmedo, envolverse en un telar de calidad sigue siendo una opción 100% viable en Tucumán… y si se tiene el lujo de disfrutar en vivo de las manos mágicas de una tejedora, mucho mejor. Así es el caso de Marcela Andrada, a quien filmamos en 2019 desde eltucumano, documentando la calma con la que sus dedos hilaban de forma vertical en la plaza pública de Amaicha.
Para adquirir un telar de calidad, hay que seguir cuentas como la de la Ruta del Tejido Tucumán (cooperativa), o hacer la famosa Ruta del Artesano, pasando por localidades como Amaicha, Colalao, Tafí del Valle o El Mollar.
Actualmente, los tejidos han incorporado nuevas técnicas de teñido, nuevas formas de limpiar y peinar los hilos, pero no han cambiado sus modos de tejido: las formas en que se elaboran estos géneros todavía conservan características precolombinas, así como también herencias del telar español. Esta mixtura da origen a ponchos y mantas abrigadísimas, ruanas y bufandones calentitos, ideales para conservar por años en nuestros hogares… tan lindos que hasta de forma ornamental pueden ser aprovechados.
Todo esto, teniendo en cuenta un factor no menor: estos tejidos son 100% artesanales, y la industria química prácticamente no los atraviesa, colaborando con un sistema sostenible, sustentable y menos dañino de formar parte de una de las industrias más contaminantes del mundo: la textil.
Actualmente es posible conseguir textiles económicos en los puestos de artesanía, sin embargo, la mayoría son de origen industrial o hilos de origen sintético. Si bien son funcionales y económicos, la mayoría no son 100% artesanales. La prenda realizada en telar, con pelo de llama, de oveja, o de vicuña, sigue siendo una de las opciones más persistentes, históricas y calentitas que tenemos los tucumanos como opción para encarar el frío humedo, ese que poco a poco va copando este otoño en Tucumán.
Ruta del artesano, en detalle: