Adiós y gracias por tanto a Osvaldo Nieva, prócer absoluto del periodismo tucumano
Más taficeño que el limón, más tucumano que la hernia, Osvaldo Nieva se ha despedido de este inexplicable mundo que retrató con su palabra. Su partida duele, claro. Y su legado se celebra. | Por Alfredo Aráoz

Osvaldo Nieva (izquierda) y su amigo Osvaldo Arrieta (derecha). Todos kis Osvaldos, el Osvaldo.
Están los videos en youtube si quieren verlos, pero no viene al caso. Hoy despedimos y celebramos la vida del gran Osvaldo Nieva, prócer absoluto del periodismo tucumano.
Quienes hayan tenido el gusto de haberlo conocido brindarán con una copa de vino tino y quienes tuvimos la suerte de conocerlo un poco más sabremos que Osvaldo guardaba botellas congeladas de agua, como si pudieran apagar tanto fuego.
Más taficeño que el limón, más tucumano que la hernia, Osvaldo Nieva se ha despedido de este inexplicable mundo que él se tomó el tiempo de interpretar. Eso sí: su partida duele. Claro que sí.
Que Osvaldo ya no esté físicamente con nosotros es una tristeza. Dan ganas de balearse en un rincón de Villa 9 de Julio.
Lo lloran sus dos hijas, Agustina y Maqui, lo lloran sus dos hijos, Yordi y Lisandro, lo lloran los mellis, lo llora su compañera la Kuky, lo lloro yo. El periodismo de Tucumán pierde a uno de sus últimos referentes en el sentido más absoluto de la palabra.
Bigotón, novelero, encantador, aturdido, las peras y el olmo les pertenecen a Osvaldo Nieva. Adiós, Osvaldo querido. Adiós, compañero peronista. Hasta siempre, glorioso Osvaldo. Adiós, Osvaldo amado. Amado por nosotros. Por nosotros.
Poroto, Rogelio Ramos Signes y Osvaldo.
Junto a su esposa Elba Amado y su hijo Lisandro. Fotos: gentileza familia Nieva.