"La literatura tiene que ser el bastión de resistencia para pensar la realidad"
Con su última antología de cuentos, el escritor Diego Puig confirma la vitalidad explosiva de la escena literaria tucumana mientras indaga acerca de cómo amamos con el cuerpo. La ficción como resistencia y lugar de encuentro: “Es un libro para leer equivocadamente”. Por Exequiel Svetliza.

Bajo el imperio de este sol tremendo, en Tucumán la literatura persiste en la enjundia del error. Pero como reza aquella canción de una banda ya percudida de olvido: algunos errores son deliciosos. “3x2=8”, la última antología de cuentos de Diego Puig, un singular sapo de este y tantos otros pozos, es la demostración más cabal de esa insistencia gozosa en el equívoco. Con gracia, irreverencia y también altas dosis de delirio, el escritor remueve el avispero de la escena literaria local con un “libro para leer equivocadamente”. Un nuevo baldazo de nafta al boom de la literatura tucumana que se hace fuego al andar.
Para conversar con los demás, para ir más allá de las opiniones fosilizadas, para amar con el cuerpo, para hablar de algo nuevo y para pensar mejor la realidad de este mundo convulsionado; Diego Puig vuelve a la carga con las nobles armas de la ficción en “3x2=8”, el libro editado por la editorial local Gerania. La antología se encuentra en etapa de preventa hasta el 19 de febrero (con un descuento especial del 15%) y será presentada el 20 de febrero a las 19:30 en el aula Belgrano de la Facultad de Derecho de la UNT (25 de Mayo 477) junto al libro de Sylvina Bach "Orden doméstico". Antes que la obra salga a rodar por esta provincia insolente y arrebatada, Diego habló sin pelos en la lengua con eltucumano.com de su último libro, de cómo nos leen los porteños, de las posibilidades de la ficción en el contexto político actual y de su incursión en el universo del emprendedurismo de la mano de Cacho Avellaneda. Reflexiones y tribulaciones de un escritor con hambre de gloria.
-¿De qué va 3x2=8?
- El libro es sobre cómo amamos con el cuerpo o sobre elegir amar con el cuerpo, además de amar con el corazón y la mente. Trata también sobre el presente y el futuro de la humanidad en el corto y mediano plazo, los problemas que nos aquejan como el cambio climático, el problema del empleo y del trabajo a partir de la inteligencia artificial, la epidemia de la soledad. Y finalmente trata sobre el error. Es un libro para leer equivocadamente. Son 15 cuentos, algunos largos, otros cortos.
-¿Cómo fue el proceso de escritura y edición del libro?
- El proceso de escritura empezó en el 2019 y lo hice con imaginación, escribiendo al amanecer cuando todos dormían y con algunos cigarrillos de más. Todos mis libros de cuentos tienen como una columna vertebral, una piedra basal, que es el primer cuento que escribo para ese libro. No es el primero en índice necesariamente, pero marca el tono para mí, es el comienzo de una nueva exploración y en este caso fue como plegarias del cuerpo.
En la pandemia escribí bastante y al último cuento lo terminé de escribir en el 2022. Desde entonces tuve un proceso de corrección y control de calidad. Es un libro que amo, del que estoy muy orgulloso. Al control de calidad lo hice con Sonia Scarabelli, que me hizo sentir muy contento con el libro. Y bueno, muchos amigos leyeron partes o todo y me dieron el aliento para buscar la excelencia. Después, editarlo con Gerania es un placer, es familia Gerania, ¿no?
- ¿Qué hay de Tucumán en 3x2=8?
-Yo no soy un típico tucumano. Pasé la mayor parte de mi vida o la mitad de mi vida por lo menos fuera de la provincia, así que tengo una distancia con lo tucumano, pero que no deja de hacer que me maraville todo el tiempo con este lugar hermoso. Tucumán es una provincia que con muy poco hace un montón. Somos la quinta provincia más importante del país y no tenemos los recursos de las cuatro primeras y sin embargo hemos producido, no sé, a gigantes como César Pelli, Mercedes Sosa, Inés Araóz, Tomás Eloy Martínez, Denise León y Liliana Juárez. Provincias más grandes que la nuestra y con más recursos no han producido la misma cantidad y calidad de genios. Hay una genialidad tucumana que es absoluta, de calidad mundial diría, y eso que he vivido y me he educado con las elites mundiales en Noruega y en Estados Unidos. Este Tucumán maravilloso, insolente y cálido, grandioso y arrebatado, no sería lo mismo sin la Universidad Nacional de Tucumán, no sería igual sin la picardía tucumana, sin nuestra desaforada ambición, sin nuestra locura y fuerza. Yo creo que un tucumano es una expresión bastante cabal, mucho más que un cordobés, que un mendocino, o que un santafesino de lo que significa la Argentina, ¿no?
-Cómo te gustaría que sea la recepción del público ¿Pensás en eso a la hora de producir?
-Sí, claro, fantaseo, sueño con la recepción del público, a mí me gustaría que sea un libro que lo lean muchas, muchas personas. En general en Tucumán las tiradas son de 100 o 200 ejemplares, a mí me parece que es una pena eso, tremenda pena me da. Si este libro tuviera una venta de 2.000 ejemplares, sería la gloria. Me encantaría saber que hay por lo menos 2.000 personas que lo compraron y que lo leyeron o intentaron leerlo. Después, hay algo que no tiene que ver con el libro en sí, sino con el lanzamiento. Es como el casamiento de unos amigos muy queridos o el bautismo o el cumpleaños de un chiquito. Hay algo muy festivo y si eso se puede sostener en la experiencia de lectura, esa celebración, esa comunión, creo que entonces se da la mejor manera de leer. Para decirlo en pocas palabras: me gustaría que se lea en comunidad y con entusiasmo, con alegría.
- El libro se publica en Gerania, una editorial independiente tucumana, por qué apostaste por la producción local ¿Cómo ves el panorama literario actual en la provincia? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?
-Hay una idea muy tilinga y muy desafortunada, que es que, si no tenés suficiente calidad para que te publiquen en Buenos Aires, terminás publicando en Tucumán, y eso es una falacia espantosa. Yo lo hice al revés. Empecé en Buenos Aires y vine a publicar aquí y me ha dado mucho más de lo que podría haberme dado el mercado rioplatense, incluyendo más proyección en el mercado rioplatense. En mi opinión, Buenos Aires no lee la literatura tucumana de la mejor manera. Buenos Aires lee con muchas restricciones, con muchos condicionamientos por moda, mercado, ideología, cultura, cultura lectora y de escritura, que no siempre es igual a la tucumana. Nosotros tenemos una cultura de escritura y de lectura que es diferente a la porteña en habla, ritmo y cadencia, pero, sobre todo, en lógicas y sentidos. Por esto, para mí, formar una comunidad de lectores y un mercado editorial tucumano y regional es fundamental. No podemos seguir esperando el reconocimiento rioplatense o pidiéndole a Buenos Aires que lea y entienda la literatura, nuestra literatura, en nuestros términos, como si fuéramos lo mismo y no somos lo mismo.
Nuestra literatura es diferente a la de ellos, y me encanta que sean mercados y comunidades literarias que interactúen, que se enriquezcan mutuamente, pero tienen lógicas y sensibilidades distintas. Y está bueno que nos relacionemos así, en esa especie de paridad, más de igual a igual. Como Hollywood y Broadway, ponele. Que nos tratemos con la asimetría que hay entre Nueva York y Londres o Berlín. Por supuesto, el mercado porteño es mucho más grande, pero no podemos estar subordinados a las lógicas del mercado editorial porteño-rioplatense. Tenemos que manejar nuestra propia lógica, nuestro propio sentido de comunidad y nuestra propia sensibilidad y cultura lectora y escritora.
Diego junto al equipo de Gerania, Nacho Jurao y Melina Martínez Zulli.
Tucumán está teniendo un boom impresionante. María Lobo y María Belén Aguirre ganaron el Fondo Nacional de las Artes en los últimos cinco años. Máximo Chehín, Sofía de la Vega, Grimanesa Lázaro, todos con grandes logros y reconocimiento. Ahí se está produciendo, digamos, una cultura de la escritura impresionante, apalancada gracias a Buenos Aires. Buenos Aires también es un aliado en muchos aspectos. Muchos venimos de ese mercado. Acá tenemos a Vero Barbero, a vos, a Manuel M. Novillo, a Gabriela Bosso, Pablo Donzelli y muchos más. Ni hablar de la poesía que la rompe, ¿no? Ya tenemos a la cabeza a tres grandísimas poetas como son Inés Araóz, Denise León y Sylvina Bach, junto con otros grandes poetas locales, muchos jóvenes. Así que el panorama es impresionante, lleno de oportunidades y posibilidades, de enorme talento. Las editoriales se están profesionalizando, están haciendo cosas muy buenas. Aguacero con Pablo Romero. Tantas maravillas, que doy fe que son de excelencia mundial, punto. Y eso no me lo va a discutir nadie. A Pablo Romero lo publican en España.
Las debilidades tienen que ver con la falta de escala y profesionalización, sobre todo, lo cual quiere decir manejar las editoriales como un negocio, pensar más en términos de un mercado, de formar lectores, comunidad lectora que consume los libros de aquí. Es algo que creo que entre todos estamos tratando de revertir o de mejorar. Tucumán, a diferencia de todas las otras provincias del norte argentino, se sostiene y crece por iniciativas privadas, con poca intervención del gobierno provincial. Es un verdadero sector privado con aportes hermosos de Liliana Massara en el Ente Cultural y ayudas puntuales al FILT y está el Mayo de las letras, pero la actividad editorial aquí es esencialmente privada y eso hay que reconocerlo, pero también pensar que debe asumirse con mayor profesionalismo, con más hambre de gloria y no ser tan chiquitos o alternativos.
-¿Para qué sirve la literatura en un mundo como este que habitamos? ¿Para qué leer y para qué escribir?
-Para mí la literatura sirve para dos cosas. La primera es para conversar. Yo creo que la literatura nos saca de lo personal, de lo singular, de lo subjetivo, de ese mundo pequeño que nos rodea y muchas veces nos agobia y leer nos permite ir hacia cosas más grandes que uno, más trascendentales, más amplias. O sea, nos da tema de conversación, nos da letra para hablar de otras cosas. Cuando ya estamos aburridos de hablar siempre de lo mismo, la literatura nos permite hablar de algo nuevo. Y eso nuevo, en el mejor de los casos, es hablar de nuestro presente y de nuestro futuro inmediato con otras ideas, con otras perspectivas, con otras sensaciones y tener otros movimientos mentales y emocionales. Este sería el segundo propósito de la buena literatura para mí.
La literatura es crear un lugar común sin lugares comunes, creo yo. O sea, la literatura es un lugar que cobija a múltiples lectores, los reúne en ese texto, pero sin repetir ideas gastadas, masticadas, clichés y, digamos, doxa, que es el saber popular férreo y cristalizado. Lo que busca es la especulación, la hipótesis, la apertura de sentidos. Creo que se lee para eso, se lee para conversar, se lee para poder comulgar con otros desde la diferencia, para construir sentidos socialmente y para pensar el presente y el futuro desde lugares más copados.
Y se escribe, creo, que para alcanzar ese estado de exaltación maravilloso que es bucear en el lenguaje y en la lógica literaria. O sea, crear universos, crear personajes, crear sentidos, subvertir ideas comunes, romper, jugar con la técnica. No sé, hay muchas variantes para el escritor. Creo que se escribe para eso. Un amigo poeta y escritor, Manuel Martín Novillo, dice que escribe para tener un lenguaje mejor y más amplio para lo que siente y piensa. En lo personal, se escribe también para amar y que nos amen, para llorar y reír. Y como dijo alguien que no recuerdo, para que no nos interrumpan cuando hablamos-pensamos. Se escribe para ser parte.
-¿Qué respuestas o qué nuevas preguntas puede generar la ficción en el contexto político actual del país?
-Creo que la literatura lo que permite es una experiencia de pertenencia a la comunidad. Digamos, cuando uno se identifica o siente empatía por los personajes, cuando vive en universos complejos, multicausales, cuando uno siente la palabra en el cuerpo, todo eso nos acerca a los demás. Lo hace más fácil. Leer te da ganas de conversar y de entender. Te da curiosidad y te enseña a pensar con hipótesis y no con verdades absolutas. Y me parece que es algo que es muy importante que suceda ahora. Me parece que la narrativa tiene que proponer lecturas multicausales de fenómenos o temas que la brutalidad, la linealidad, la pobreza intelectual de nuestros líderes y políticos anula o esquiva. La mentira de felicidad, la soledad, el caos podrido que nos dejan las elites y las oportunidades que ese caldo de cultivo tiene para ofrecernos. Para mí, la literatura tiene que ser el bastión de resistencia para pensar la realidad mejor, trabajo, plenitud del ser, la naturaleza y el cambio climático. Y con eso exigirles al poder y a nuestros gobernantes y líderes y a todos los que influyen en nuestra vida que estén a la altura de los desafíos de este momento y del futuro cercano. La literatura tiene que interpelar a los lectores para que no vayan a repetir lo que escuchan en TN, en La Nación+, en A24, en C5N o lo que se escucha en cualquier lado, esa lógica entre conspirativa y paranoide del taxista y de Doña Rosa, ¿no? O sea, la literatura tiene que ir un poco más allá de la opinión fosilizada que no conduce a un mundo mejor.
-Participaste de la producción del libro de emprendedurismo de Cacho Avellaneda ¿Cuál fue tu rol en el proceso y cómo fue esa experiencia?
-Mi rol fue líder de proyecto, podríamos llamarlo. O sea, yo primero empecé trabajando con Cacho, acompañándolo a él para darle forma de libro a sus ideas, a toda su experiencia. Fui una especie de sparring. Después lo acompañé en el proceso de escritura y, finalmente, terminé trabajando con el focus group que hicimos para el libro con emprendedores, coordinando eso, la maquetación, la corrección, la ilustración, la colorización, todos los aspectos, de producción del libro.
Sin duda fue una de las experiencias más hermosas que he tenido en mi vida, a nivel profesional y a nivel personal. Las dos personas, una humana y otra no-humana, que me cambiaron la vida son mi perra Pixi y Cacho. Fue una experiencia muy reveladora, transformadora, sentir que en el trabajo, en el ámbito profesional, yo no tenía que salir a conquistar o mendigar ni el reconocimiento, ni la dignidad, a mis jefes, a mis líderes, como le gusta decir a Cacho. Todo eso vino y se dio gracias a la calidad humana de la persona con la que estuve trabajando. Fue muy revelador recibir la generosidad de Cacho y la sensación de dignidad que me trajo trabajar con él. Además, he aprendido un montón, me ha enseñado un montón, me ha entusiasmado, me ha dado más de lo que yo esperaba o podía imaginar que un trabajo me podía dar. Desarrollo personal y desarrollo profesional, cuando van juntos, es una locura maravillosa. Ojalá más gente tuviera mi suerte.
Quienes deseen acceder a la preventa del libro a un precio especial hasta el 19 de febrero pueden ponerse en contacto con la editorial a través de las redes de Gerania o al teléfono 3815582844.
Fragmentos del libro:
La era del Homo Faber Servoindustrial iba atardeciendo como se había apagado ya la época en que eran dos, cuando Tiberio tenía un hermano, y gemelo además. Des de hacía lustros o semanas, ni importaba, las leyendas de la meritocracia, la ética del trabajo productivo, los despertadores que sonaban en turnos de albas o a la oración, iban languideciendo como se había dormido Pedro cuando dejaron de pagar el sistema de purificación de aire de la casa, que estuvo semiactivo hasta la mañana del jueves anterior, solo extendido por el periodo de gracia, pero ya nada. Nada importando. Ni Pedro el hacedor, el trabajador. Ni Tiberio el vago, el simple, el ventajista que igual hacía ocho días que no respiraba aire puro filtrado. A Pedriño no le había alcanzado. Como tampoco le alcanzaba ahora el aire ni los nutrientes a los call centers anodinos, al transporte público, a los desodorantes baratos y a pedir delivery al regresar a casa para uno quedarse mirando la comida, incapaz de sostener un tenedor, sin ánimos para el más mínimo movimiento que estuviera dedicado siquiera a un teléfono inteligente. La nada importando lo que importa la nada: un comino, tres rabanitos, el después de la muerte, las luciérnagas.
*****
“Debe haber en la historia de la humanidad grandes caminatas como plegarias del cuerpo”, piensa Renzo a las 09:04 de la mañana a propósito de las plegarias con las que su anatomía determina una manera de caminar. Y también es febrero, pero la luz y la temperatura se creen de abril. Renzo busca ejemplos en su plebeya memoria de pedestre consumidor cultural mientras se desplaza siete cuadras hacia la entrevista con uno de esos hombres que en los desfiles lo visten sin mirarlo a la cara. Camina y se prepara para las preguntas hilvanando pasos, música, celular, recorrido, macrocentro, verano, piensa: María Antonieta desfilando en ruta a la guillotina, veredas semipobladas, Medea sobre pasarela en un concurso de belleza en Tesalia antes del exilio en Fenicia, Premio Nobel escenario de Real Academia Ciencias Estocolmo al encuentro de una mano, un diploma. Caminar en. Neil Armstrong y su pequeño paso sobre la luna. Ser. Demi Moore o Halle Berry saliendo del mar en remakes de no tan viejas películas de acción, que ni políticas ni metafísicas, le parecieron, cuando las vio, ejercicios absolutos de seducción. Que te miren. Mientras caminás. Gonzalito Montiel desprendiéndose de sus compañeros en la mitad de la cancha, solita su alma acercándose, cuarenta metros, al punto de penal. Decir algo. Un estadio en Qatar. Rastrea así, Renzo, magnas mitologías de cuerpos en movimiento. Espera que el jean de botamanga recta refuerce su condición heterosexual, una singularidad de chico común, tranquilo, Naomi Campbell y universitario, leído, que puede apreciar el caminar de di vas hollywoodenses, modelos negras, Londres, eso que se llama swagger y sentirse vagamente hermanado con ellas, como si compartieran un origen, una familia, te miran; toda capacidad de caminar trascendiendo los pasos. Tocar es ser tocado. Un editor en una entrevista.