"El terror quedó en mi corazón": Griselda Barale y la búsqueda por sanar las heridas históricas de la dictadura
En su libro “El horror que persiste” la autora tucumana busca desandar la experiencia y los relatos de la última dictadura militar en tiempos donde aflora el negacionismo: “Persisten las heridas infligidas a una generación que dañan a las generaciones siguientes”.

Jorge Rafel Videla y Antonio Bussi.-
Contar el terror infligido por la violencia estatal durante la última dictadura militar para indagar en lo profundo de esas heridas que aún persisten en la memoria social se ha vuelto más necesario que nunca. El recrudecimiento del negacionismo sobre el terrorismo de Estado y sus consecuencias aún visibles hacen de la memoria un mandato ineludible de este momento histórico. En su último libro “El horror que persiste”, la autora tucumana Griselda Barale recupera la experiencia de la dictadura para, en el cruce entre la realidad y la ficción, encontrar una verdad transcendente para pensar el pasado a la luz de un presente donde se pretende abjurar de la memoria.
“Los conmovedores relatos -las ‘ficciones verdaderas’- de Griselda Barale registran una cotidianeidad del terror durante la dictadura, el infortunio de compañeros, familiares, amigos, comprometidos -o no- con las luchas sociales de los años setenta en el norte argentino. Algunos topónimos emblemáticos -Pozo de Vargas, Margarita Belén, Acheral- y una trama personal de nombres propios que el río convulso de la vida dañada arrastró lejos o perdió en el camino, le permiten a Griselda dar cuenta (pero, ¿qué se da exactamente al dar cuenta? ¿qué se tiene en cuenta al narrar lo incontable? ¿de qué nos damos cuenta al leer estremecidos esa narración?) de los destinos que motivaron la responsabilidad de adentrarse en el corazón de las tinieblas -por cuenta propia pero también ajena. Esa responsabilidad es la de retener lo que sucedió en el tembladeral de la historia reciente y ahora se escurre tenue en la ciénaga del pasado. O más aún, habida cuenta de la amenaza que en este oscuro presente se abate con violencia sobre la memoria política argentina, preservar la fragilidad de los hechos de una malversación negacionista que, como la bestia en la jungla, siempre estuvo ahí esperando el momento favorable para su irrupción”, escribe el especialista en filosofía política Diego Tatián en el prólogo del libro editado por la editorial tucumana Puerta Roja.
-¿Cómo fue el proceso de escritura de “El horror que persiste”?
-Fue un proceso de dos años de mucha investigación. Las historias que en el libro se cuentan todas ocurrieron en la dictadura y algunos años antes también. Utilizo personajes literarios para decir lo que ocurrió y, en otros casos, después de mucha investigación, traté de pensar, reflexionar y sentir como lo hicieron algunos hombres involucrados en el terrorismo de Estado.
-¿Cómo fue tu experiencia de la dictadura militar y cómo te afectaron personalmente los sucesos del terrorismo de Estado?
-Fue una experiencia horrible, de miedo y dolor porque desaparecía gente cercana, porque no sabíamos si vendrían por cada uno de nosotros en cualquier momento por haber sido dirigente estudiantil, por ser crítico de las dictaduras, por ser universitario, porque teníamos libros de Filosofía “sospechosos”, en fin, el terror se respiraba día a día y quedó en mi corazón y en mi pensamiento.
-¿Cuál te parece que es la importancia de un libro cómo este en el contexto actual?
-Espero contribuir con este libro a la Memoria, Verdad, Justicia; en un momento en que la justicia social es catalogada como aberrante y se multiplican los actos y gestos del negacionismo del terrorismo de Estado.
-¿Qué persiste todavía del horror de la última dictadura?
-Persisten las heridas infligidas a una generación que, por ser tan profundas y aterradoras, dañan a las generaciones siguientes y, además, persiste como memoria porque hombres y mujeres de Argentina y Latinoamérica fueron capaces de cometer crímenes y vejámenes contra la humanidad, para sanar de esta herida histórica hay que trabajarla con el arte, con la educación, con la concientización y mantener el “Nunca más”.