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Hace 210 años San Martín descansaba bajo este árbol tucumano

SAN MARTÍN

El algarrobo de Burruyacú que atesora en su extensa vida el recuerdo de haberle dado sombra y oxígeno al libertador de América.





En nuestro país todo se llama como el general: escuelas, pueblos, ciudades, lagos, montañas, calles, barrios, estadios, hoteles, restaurantes, clubes de fútbol, plazas, plazoletas… sin duda alguna, don José es sello de la argentinidad.

Este 17 de agosto es un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad del Gral. Don José de San Martín. Solo evocarlo provoca en quienes tienen una mínima gota de patriotismo, un sentimiento de profundo respeto. Y es que la vida y obra del gran estratega militar, todavía despiertan pasión y curiosidad de historiadores profesionales y amateurs.

Durante sus años más movilizados, los que lo llevaron a la eterna gloria, el prócer se movió por distintos puntos del país armando estrategias, entrenando tropas, eligiendo a sus hombres de confianza… y todo con una molesta enfermedad siempre a cuestas: el asma.

En los distintos puntos del país que incluyeron el recorrido de San Martín, fue necesario que tomara un momento para respirar en profundidad, para recuperarse de esas extenuantes y estresantes jornadas que cerraban sus conductos respiratorios y que lo obligaban a dormir sentado. Fue en estos descansos donde don José se fundía en uno solo con el paisaje natural de una Argentina en formación, bajo distintos árboles.

Son un total de 13 los especímenes arbóreos que ayudan a armar el imaginario colectivo por donde reposó la humanidad de don José de San Martín durante sus años más activos en la lucha por la independencia de América.

El algarrobo de La Ramada de Abajo, en Tucumán, es el árbol donde descansó el general durante su paso con el Ejército del Norte. La tradición oral lugareña lo llama "El Árbol Histórico" y dice que el mismo protegió al general del sol, mientras buscaba recuperar el oxígeno en un nuevo ataque de asma.

Burruyacú fue entonces el departamento que albergó en una antigua casona al Libertador de América durante al menos, tres semanas. En el algarrobo de este patio es donde habría tomado largos descansos bajo el cielo tucumano.

En este lugar, actualmente se encuentra un museo sanmartiniano, que protege con fervor el árbol que dio sombra y oxígeno a don José. Esto lo hace con apoyo de cada una de las respectivas gestiones políticas y de la Universidad Nacional de Tucumán a través de la facultad Miguel Lillo. Es a estos organismos a los que les correspondió velar por el patrimonio material de uno de los más extensos pasos de San Martín por Tucumán.

Los 20 días que el prócer estuvo en esta propiedad, se cree que habrían sido los que usó para despejar la mente, recuperar la salud, e idear el “Plan Continental” para llegar al Alto Perú. Por eso, su parada inmediata tras salir de Tucumán fue directamente Mendoza, donde llevó su plan militar maestro, uno de los más destacados de la historia de la humanidad.

Lo cierto es que actualmente este ejemplar de algarrobo guarda entre sus frondosas ramas y su espeso tronco, una historia tan fuerte que solo pensarla anuda la garganta latina. Es misión de todos conocerlo, y cuidarlo. En memoria del Libertador de las Américas.