"Todavía no lo puedo creer": Walter saltó, Natalio lo vio y el final de la historia retumba en Tucumán
Natalio Danzo fuma un cigarrillo y suelta todo el humo de una bocanada bajo este cielo nublado de una ruta tucumana. “Cada vez que lo cuento, la sensación es la misma: todavía no lo puedo creer. No puedo creer cómo se tiró del puente sin pensarlo para salvar a una chiquita y no puedo creer lo que le pasó a mi amigo después”. | Por Alfredo Aráoz

Natalio y Walter. Foto: gentileza Natalio Danzo.
“Yo lo vi. Él nunca dudó. Yo iba cruzando el puente del río Gastona en la camioneta y lo vi. Se afirmó en la baranda y saltó. Yo pensé que se quería suicidar. Puse las balizas, me bajé de la camioneta y lo vi. No se quería suicidar. Se había tirado del puente para salvar a una nenita de 7 años. La chiquita iba jugando con las hermanas por el puente. A la senda peatonal del puente le faltaba una maderita, la chiquita no se dio cuenta y cayó al río. En ese momento a él lo vi. Nunca dudó. Se sacó la mochila del trabajo, tiró la bordeadora de pasto y saltó. Cuando me acerqué a la baranda del puente, lo vi saliendo del río con la nena en brazos. La chiquita había quedado flotando boca abajo en el agua. Pero él la sacó. Salió rengueando del agua. Y la chiquita, más allá del susto y el golpe, sobrevivió”.
Natalio Danzo fuma un cigarrillo y suelta todo el humo de una bocanada esta noche de viernes bajo el cielo nublado de alguna ruta en Tucumán. Siempre en su camioneta con la cual une Córdoba y Tucumán desde hace 11 años, Natalio pone las balizas, se baja para estirar las piernas y atiende el llamado de eltucumano.
La excusa del llamado a Natalio Danzo es este 20 de julio, noche y día de un sábado en el que miles de tucumanos y tucumanas brindarán por su amistad como los dos muchachos de la foto que ilustran esta nota: Natalio y Walter, dos extraños que se hicieron amigos lejos de sus infancias, lejos de sus barrios, lejos de sus recreos, lejos de sus previas, lejos de sus bailes, lejos de los lugares comunes donde los amigos entrañables se construyen. No. Aquí no. Esta amistad nació en un puente, en un puente naranja, en un puente de Concepción.
“Han pasado más de seis años de aquel día y mientras hablo con vos, mientras recuerdo todo lo que te cuento como te lo conté esa vez, la sensación es la misma: todavía no lo puedo creer. No puedo creer cómo se tiró del puente sin pensarlo para rescatar a la nena y no puedo creer lo que le pasó a Walter después”, dice Natalio mientras profundiza el relato de una historia que publicó eltucumano el 11 de enero de 2018, de una historia que llegó a todo el país, de una historia que trascendió las formas y hasta conmovió al ex presidente Mauricio Macri quien llamó a Walter, un changarín chaqueño radicado en Concepción, para felicitarlo por salvarle la vida a esa niña.
La viralización de la historia comenzó en Natalio Danzo, un tipazo nacido en el pequeño pueblo de Alcira Gigena, cerca de Río Cuarto, Córdoba, transportista, quien ese día había bajado la velocidad de su camioneta a 30 kilómetros por hora para pasar por el desvencijado puente sin saber que su vida, como la de la chiquita, como la de Walter, también iba a cambiar: “Yo iba cruzando despacito el puente cuando veo a una persona que deja la bordeadora, la mochila y se lanza al vacío. En el acto digo: ‘No puede ser’. Walter ya había saltado cuando veo a las hermanitas que lloraban y me decían: ‘Se cayó, mi hermanita se cayó’. Lo único que se distinguía era una remerita rosa, nada más. Cuando Walter la rescata, pasa otra cosa increíble: dos muchachos que pasaban le estaban levantando la mochila y la bordeadora que había dejado. Les grito a los que querían robarle sus cosas y se las guardo en la caja de mi camioneta. Cuando lo veo saliendo del agua, una ambulancia de Sargento Moya que justo pasaba por la zona se llevó a la chiquita y a las hermanas. Me acerqué a Walter y le dije que tenía sus herramientas de trabajo y que subiera a la camioneta. Cuando se lo digo, veo que está por subirse a la caja de la camioneta, atrás. Le digo qué hace y me responde: ‘Es que estoy todo mojado y sucio. No le quiero manchar la camioneta’”.
Natalio convenció a Walter y subió adelante, del lado del acompañante. En ese momento se produjo el siguiente diálogo:
- Loco, ¿quién sos? ¿Qué hiciste?
- Es que había una criaturita.
- Pero cómo te vas a largar así. ¿A qué te dedicás?
- Yo corto yuyo.
- Vamos al hospital a que te vean la rodilla, mirá cómo la tenés.
- No, no. Estoy bien. Me duele la rodilla, pero tengo que ir a cortar.
- Al menos dejame el número de tu celular.
- No tengo celular. Pero le dejo un número de teléfono. Si necesita cortar los yuyos, ahí me puede llamar.
Natalio dejó en ese momento a Walter en la esquina de Thames y Marconi y, todavía en shock, llegó a la gomería de su tío Gringo, quien lo vio llegar con la cara pálida: “Caí blanco. Le conté en el acto: ‘¿Podés creer que se tiró un tipo a salvar a una nena?’. No dejaba de sorprenderme lo que hizo, ver una persona que se tiró así, dejando todo por una criatura que no era ni pariente ni nada, un acto que pintaba de cuerpo entero a un héroe”.
Después de la gomería del tío Gringo, Natalio Danzo se sentó frente a una computadora, sacó el papel mojado con el número de teléfono de Walter y escribió lo que había pasado: toda la historia hasta aquí narrada y un teléfono para quienes necesitaran cortar el pasto, el yuyo. Y remató la publicación con un pedido: “Dénle una mano que es un héroe”.
La repercusión del posteo en Facebook fue inmediata: “En una hora tenía más de 4 mil reacciones. Todos querían hablar con él. Ahí se comunicaron ustedes conmigo. Nadie podía hablar con él. Todo el mundo me preguntaba qué necesitaba Walter. ‘Precisa un celular’, respondí. Le cayeron cinco celulares. ¿Sabés lo que me pidió Walter cuando le di el celular? ‘Decile a la gente que no me mande más celulares. Ya tengo uno. Tomá, devolvé los otros'".
A través del entonces intendente Roberto Sánchez, la historia de Walter llegó al presidente de la Argentina, Mauricio Macri, quien lo felicitaba por teléfono al flamante celular. Pero entre los miles de llamados y notas, Natalio Danzo recuerda uno que cumplió el sueño del héroe que se había tirado al agua para salvar a una niña: “Conocer el mar”.
“Entre tantos llamados, se comunicó conmigo una señora de Mar del Plata. Me preguntó qué le hacía falta a Walter. Y le respondí: ‘Walter me dijo que no conoce el mar’. La señora me dijo: ‘Yo tengo un hotel, decile que venga él y su familia’. Mandaron los pasajes, plata y la estadía completa. Cuando le conté la noticia a Walter, no lo podía creer. Se lo conté la noche del cumpleaños de su hija Antonella. Me acompañó a fumar un cigarrillo afuera y le conté: ‘Walter, vas a conocer el mar con toda tu familia’. ¿Sabés lo que me dijo Walter? ‘Natalio, me cambiaste la vida’. ¿Podés creer? Yo no hice nada. Solamente fui un puente al contar la historia de lo que hizo”, se emociona Natalio este viernes a la noche como aquella noche después de hablar con Santiago y Silvana, los dueños del Hotel Cadoro de Mar del Plata, un hermoso lugar donde hasta el día de hoy luce en sus paredes una foto de Walter, un precioso hotel tres estrellas para descansar unos días en la Costa y para tomar aire antes de leer el final de esta historia.
Después de conocer el mar, Walter Monzón, el héroe de 32 años, padre de Walter Alejandro, Antonella y Chiara, el héroe de esta historia, debía operarse la rodilla que se había roto al caer al río. Esa operación le impidió acceder a los trabajos que le habían ofrecido como la remodelación de la plaza de Concepción, entre otros. Eso lo tenía deprimido. Pero sobre todo le dolía lo que recuerda Natalio Danzo: “Walter tenía un hermano idéntico a él, muy parecido, al que le decían El Chaqueño. Cuando la historia de Walter llegó a todos los diarios y canales del país, una mujer dijo: ‘Qué ironías de la vida: el hombre que salvó a una niña es el mismo hombre que mató a mi hijo’. Pero no era Walter a quien se refería sino a su hermano, quien había estado preso. Walter era honesto, cortaba el pasto para vivir. Pero él ya sentía que la gente no creía en él, que creían que era como el hermano. Y se sentía tan mal por eso que se fue a Mendoza a trabajar con la uva”.
Walter llegó a Mendoza después de confesarle a Natalio la vergüenza que sentía por el pasado de su hermano. “Walter sintió que ya estaba crucificado, que ya estaba señalado, que ya estaba en duda. Lo encerraron al hermano pero lo mismo me dijo: ‘Natalio, tengo una changa en Mendoza’. Yo le respondí: ‘Si te sentís bien, andá’. Hasta el día de hoy me arrepiento de haberle dicho eso”.
El dolor que hasta el día de hoy habita en la voz y en el pecho de Natalio Danzo tiene que ver con la decisión que tomó Walter Monzón después de una noche: “Walter me llamó desde Mendoza y yo lo escuché mal, deprimido. Los problemas familiares lo deprimían. Yo lo sabía. Pero él me lo negaba. Él me llamó para pedirme ayuda. Yo le pregunté si le pagaban la quincena, si comía. Me dijo que sí. Pero yo sabía que algo estaba mal. Estoy seguro de que Walter quería decirme algo más esa noche”.
Las palabras que no salieron en aquella conversación vinieron acompañadas del silencio de la noche de Mendoza, donde Walter Monzón vivía junto a su hermana y su sobrino, donde trabajaba con la rodilla operada sobre la tierra del sol y del buen vino, donde entre los viñedos buscaba paz, nada como un instante de paz, pero donde solo encontró un árbol y una soga.
“Lo tengo siempre presente a Walter. Me marcó. Fue un gran cambio en mi vida haberlo conocido. Fue mi amigo. Es mi amigo. Conocí la clase de persona que era. Yo digo que en la vida todo lo bueno vuelve tres veces y a él le llegó todo de golpe. Cuando se fue a Mendoza yo estaba en contacto a través de su hermana y de un sobrino que me llamó esa noche a las 12 y me dijo: ‘Natalio, Walter se suicidó’. Cuando te lo cuento, vuelve a mí una sensación de que algo más podría haber hecho. Era un tipazo Walter. Un loco guapo para laburar. Muy sumiso. No discutía con nadie. Y que transmitía una paz distinta. Esa impotencia me deja todo el final que te cuento”, me dice Natalio Danzo, quien movió sus contactos y mandó una ambulancia a Mendoza para traer el cuerpo de su amigo a Tucumán no sin antes cumplir un deseo personal.
“Le pedí a la ambulancia que trasladaba el cuerpo de Walter que por favor pasara por mi pueblo, por Alcira Gigena, mi pueblo en Córdoba, donde yo me crié. Lo enterramos en el cementerio municipal de Concepción y a ese lugar sí que ya no volví. Están sus restos, pero no siento que Walter esté ahí. En cambio sí te puedo decir que a veces lo busco a Walter mientras laburo, ando con la camioneta y paso por el puente de Concepción. Casi todos los días paso por ese puente. Casi todos los días paso por ese puente y me fijo si aparece, si Walter está”.
Así estaba el paseo peatonal en enero de 2018 del puente por donde cayó la nena en Concepción: "Sigue igual", dice Natalio Danzo.
Walter en la camioneta de Natalio, luego de cambiarse la ropa mojada tras saltar al río a sus espaldas.
Natalio Danzo y Walter Monzón en el cumpleaños de Antonella, la hija del héroe. "Ese día le conté que iba a conocer el mar".
Así lo recibieron en Mar del Plata.
La última sonrisa de Walter junto a su hijo.