"El cine nos hace revisar lo que entendemos por historia": Pedro Ponce Uda, director de Yakuman
"Yakuman. Hacia dónde van las aguas" es una película tucumana del director Pedro Ponce Uda que indaga con un lenguaje experimental en la historia de la provincia: "Somos una sociedad atravesada por la violencia". Por Gustavo Caro.

Yakuman. Hacia dónde van las aguas es la nueva producción tucumana que llegó a la pantalla grande y a la plataforma pública Cine.ar, donde se podrá ver durante esta semana de forma gratuita. Estrenado el jueves pasado en el cine Gaumont de la ciudad Buenos Aires, el documental dirigido por Pedro Ponce Uda se muestra como un exhaustivo ensayo experimental en torno a la historia de Tucumán, un lugar que, según creencias precolombinas, estaba destinado a las aguas y no a la ocupación poblacional. Esta premisa le basta y sobra al director para formular su hipótesis sobre la historia tucumana, pero, sobre todo, para despacharse en un juego de experimentación con el lenguaje cinematográfico sin precedentes en el cine de la región.
GUSTAVO CARO: Yakuman es un documental que se expresa desde la técnica del metraje encontrado -a esta altura una categoría cinematográfica- y experimenta en su narración en articulación con el registro de observación, ¿cómo surge esta idea?
PEDRO PONCE: Esto es parte de la idea desde un primer momento. No sólo lo del archivo, sino también lo de experimentar con la forma, donde el material de archivo se mixtura con el resto de la narración de registro directo. Pero a medida que iba avanzando el proyecto, la pregnancia del archivo se iba haciendo cada vez más fuerte, sobre todo a partir de lograr dar con varios archivos de Córdoba, del Archivo General de la Nación (AGN) y fundamentalmente del Departamento de Documentación y Archivo de la Escuela de cine de Tucumán, que brindó una gran parte del metraje de archivo usado en la película y que en buena medida es material inédito, no visto por el público tucumano. En este punto, en referencia al metraje encontrado, de alguna manera se lo aborda porque hay una resignificación clara del uso o de la motivación original con el que fue configurado ese archivo, que tenía fines informativos y hasta propagandísticos, tanto de la dictadura de Onganía como de la dictadura del '76 y del Operativo Independencia, y aquí están puestos en función de constituir sentidos diferentes y nuevos.
GUSTAVO CARO: En cine, la forma es la mirada, ¿cuál es la inquietud que sostiene la tuya frente a tu modo de ver a Tucumán?
PEDRO PONCE: La premisa en torno a la mirada era extrañarla o desnaturalizarla. Creo que la idea de un documental de estas características es mirar lo cotidiano, pero corriéndose para poder observar aquello que habitualmente queda obturado o fuera de foco por naturalizar lo cotidiano. Entonces hacer un detalle o quedarse un tiempo mayor a lo habitual en un ámbito específico y configurar una imagen de esas características genera una nueva mirada sobre un ambiente que es transformado por esa mirada. Creo que mirar es ejercer una acción transformadora sobre algo.
Además de su formación cinematográfica, Pedro también es historiador y eso se refleja en el conjunto de su obra. Articula con sentido crítico la lectura histórica con su concepción de puesta en escena y el intento se traduce en una mirada propiamente local, con fuerte anclaje en el territorio y el relato tucumano.
GUSTAVO CARO: Cuándo no académica, la historia parece no poder superar su condición de narrativa escolarizada, ¿es el cine el lenguaje o herramienta que puede romper con ello?
PEDRO PONCE: El cine, como plantean varios historiadores de la corriente historiográfica, es una forma completamente nueva de hacer historia, que no se ciñe con los estándares académicos de la historia escrita y permite de algún modo generar nuevos sentidos y diversificar las posibilidades de, no sólo otras narraciones sino también de nuevas formas de configurar esas narraciones. Todo esto, a su vez, implica construir nuevos pasados para pensar nuevos futuros. Ese pasado práctico, esa nueva historia que permite escribir el cine tal vez nos hace revisar lo que entendemos por historia.
GUSTAVO CARO: La persecución política en los setenta (La ausencia de Juana), el estallido social del 2013 (Ahí vienen, codirigido con Lucas García Melo), la herencia colonial como una herida que nunca cierra (Yakuman); el Tucumán que habita en tu obra está siempre bajo el asedio de su historia. ¿Cómo ves a Tucumán en el contexto actual?
PEDRO PONCE: El Tucumán actual es de alguna manera el resultado de esas tensiones y contradicciones. Somos una sociedad atravesada por la violencia. Hay formas elementales de la violencia que se manifiestan en el tejido cotidiano, en las relaciones humanas, en lo político, en lo institucional, en diversas formas de ser dentro del tejido urbano más cotidiano. Eso configura un mood que tiene su raíz histórica en función de esos acontecimientos que están tratados en las obras anteriores y creo que tiene una expresión concreta al día de hoy en muchos ámbitos más allá de lo cotidiano. En lo institucional, en lo estatal, hay un régimen político que independientemente de quiénes sean los artífices o los dirigentes a cargo termina siempre teniendo una misma matriz burocrático-autoritaria. Pienso que es una herencia de lo colonial y de los regímenes autoritarios militares que estuvieron a cargo de la provincia durante muchísimos años.
En los últimos años, el cine tucumano cobró un vigoroso apogeo cimentado en la presencia de una escuela de formación universitaria, el apoyo de las políticas públicas nacionales preexistentes y en la conformación de un campo audiovisual activo que busca fortalecerse a partir de la ley de promoción al fomento de la actividad local (n˚ 9578) promulgada en agosto del 2022. Pedro Ponce Uda pertenece a la generación de realizadores que vive esta etapa desde su condición de estudiante de cine, primero, luego como egresado y hoy como docente. Además, milita en Tucumán Audiovisual, la asociación de trabajadores audiovisuales de la cuál fue su primer representante en el Consejo Asesor de Artes Audiovisuales de Tucumán (CAAT).
GUSTAVO CARO: Desde la década pasada la provincia vive un fuerte impulso del sector que tuvo su corolario con la puesta en marcha del CAAT y del primer plan de fomento estatal aplicado el año pasado, ¿cuál es su situación hoy frente a las políticas de ajuste?
PEDRO PONCE: Esta película es resultado de la posibilidad de tener un financiamiento del INCAA, pero también de las políticas de fomento brindadas por la provincia. Previo a la implementación del plan de fomento diseñado por el CAAT ya se habían otorgado algunas ayudas para que tanto ésta como otras películas pudieran terminar sus procesos de producción. Para nuestro sector audiovisual ha sido un salto cualitativo que esto se sistematice en el marco de la aprobación y puesta en funcionamiento de la ley de fomento local a partir del primer plan de fomento ejecutado el año pasado a través del CAAT. Lo que percibimos ahora es que hay una fuerte necesidad de que esto se garantice porque hasta el momento no tenemos la garantía de que el gobierno vaya a destinar los fondos suficientes para estructurar un nuevo plan de fomento. Para poner en marcha una actividad audiovisual profesional y una industria audiovisual real en la provincia se necesita que efectivamente se implementen las políticas públicas que fija la ley de fomento provincial y que en lugar de ponerle un freno se profundice y se amplíe lo que se había brindado el año pasado.
GUSTAVO CARO: En este escenario de crisis, con el gobierno nacional embistiendo contra el campo cultural, estrenar un documental cobra un valor significativo frente a lo que se percibe como un profundo cambio de sentido social y político en el país, ¿cómo ves el futuro del cine argentino y de la producción cultural en general?
PEDRO PONCE: La crisis que ha provocado a la cultura y a la actividad audiovisual este gobierno no tiene precedentes. Está manifestando sus efectos de manera contundente con respecto a la parálisis del sector, tanto en términos de producciones en marcha como de películas que afrontan graves problemas para su exhibición a partir de un Instituto Nacional de Cine completamente freezado. Además, según lo publicado, el "plan de fomento" que busca aplicar Pirovano (presidente del INCAA) es, precisamente, la ausencia de un plan de fomento. En este marco, estrenar Yakuman es un pequeño acto de resistencia porque no solo es estrenarla sino hacerlo en el Gaumont, sala pública que está bajo amenaza de ser privatizada, y también en la plataforma Cine.ar que es pública y gratuita, de contenidos producidos en la Argentina, y que para nosotros es sumamente importante que no se pierda porque nos permite garantizar la soberanía cultural. Veo un futuro del cine argentino, y de la producción cultural en general, que tendrá que ser el resultado de una gran resistencia como también de darle lugar a la necesidad de hacernos cargo de las circunstancias y transformar todo eso en nuevas formas de percibir lo real y expresarlo. Esto implica organizarse para defender lo conquistado y profundizar la tarea ante aquello que haga falta conquistar el día de mañana.
GUSTAVO CARO: Estrenaste Yakuman en el cine Gaumont, emblemática sala de la ciudad de Buenos Aires, ¿qué implicancia tiene para el cine tucumano estrenar fuera del territorio provincial y cuál es la agenda local para su proyección? ¿Existen espacios -estatales o privados- que garanticen estrenos locales y ayuden al afianzamiento del cine local?
PEDRO PONCE: Es interesante poder estrenar en el Gaumont por la relevancia histórica que tiene. Por supuesto es fundamental que la película se vea en Tucumán. Esperamos que pronto, a través de los festivales que se hacen en la provincia, poder estar ahí y que la película se encuentre con su público. Una película hecha completamente en Tucumán y con técnicos mayormente tucumanos. Se torna necesario que se instrumenten políticas para que el cine tucumano se difunda y se divulgue más en la provincia con espacios localizados en San Miguel de Tucumán y en ciudades del interior. El texto de la ley de fomento a la producción audiovisual de la provincia plantea la creación de plataformas y espacios donde se pueda exhibir y almacenar producciones tucumanas, tanto actuales como históricas.
GUSTAVO CARO: Recibiste tu formación en la escuela de cine de la UNT, de la que sos egresado y docente, ¿cómo percibes ahora la formación en función de la transformación que tuvo el campo audiovisual tucumano en estos años y de la mencionada crisis que hoy debe afrontar?
PEDRO PONCE: El rol de la Escuela de cine de la UNT fue fundamental para la película. El proyecto se empezó a desarrollar en el marco académico de la escuela cuando era estudiante. Prácticamente la totalidad del equipo técnico está compuesto por egresados, docentes y estudiantes de la escuela. La instrumentación técnica, teórica y conceptual para hacer este tipo de película no se podría pensar y llevar adelante si no fuera por la presencia de la universidad pública y de la escuela de cine en particular. No se puede concebir el campo audiovisual en Tucumán, su profundización, diversificación y profesionalización, sin la escuela de cine. Es un baluarte fundamental del sector, que viene asentándose y manifestándose desde el año 2005. Generó una camada de realizadoras y realizadores con conciencia de territorio que a partir de organizaciones como Tucumán Audiovisual -a la que pertenezco- dimos la batalla para que se ponga en marcha y se instrumente la ley de promoción a la actividad audiovisual en la provincia.