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"Fue un verdadero delirio": cuando Enrico Caruso visitó Tucumán

HISTORIA

El tenor italiano más importante de la historia visitó Tucumán en una ocasión: de cuando la locura se desató en el teatro San Martín.





Enrico Caruso fue el más importante tenor italiano, considerado el mejor de su época y uno de los más grandes de la historia. “El rey de los tenores”, “La voz del siglo”, “El gran Caruso”, “El tenor de los tenores” eran algunas de las maneras de llamar a este artista precursor en la grabación, dueño de una fama que trascendió todas las fronteras del mundo, y un gran amante de Argentina.


Alrededor de su voz privilegiada, su personalidad desbordante y su carisma, se construyó la primera gran industria musical, la de las grabaciones.

Su vínculo con la Argentina de principios del siglo XX, el momento más importante de su carrera, comenzó con su primer show cuando este siglo estaba a punto de comenzar en el desaparecido Opera de la avenida Corrientes, interpretando Fedora de Giordano. Volvió cinco veces a nuestro país, conoció a un joven Gardel en un barco en el que coincidieron con la Infanta Isabel.

Fueron 135 las funciones que se realizaron en nuestro país, casi todas en Buenos Aires, pero también estuvieron en su itinerario Rosario, Córdoba y nuestro amado Tucumán.

Enrico Caruso llegó a Tucumán el miércoles 14 de julio de 1915, y se alojó en el mítico y ya inexistente hotel Savoy, actual sede del Casino de Tucumán, pero que todavía refleja el lujo de época, justamente en el paseo de la actual avenida Sarmiento.

Se supo que en esta visita en pleno invierno, elogió a Tucumán por su temperatura, su quietud y su alegría. El viernes 16, cantó en el Teatro Odeón (hoy San Martín) “I Pagliacci”, la ópera en dos actos de Leoncavallo.

 El cronista de esos sucesos relataba así lo que sucedió: “Ningún artista en el mundo ha podido hacer nada comparable. La sala estalló en una de esas ovaciones que parecen no tendrán fin jamás. El telón descendía y volvía a ascender, una y veinte veces y el público seguía aplaudiendo, aclamando a Caruso en medio de un verdadero delirio, bajo la sugestión de un arte más divino que humano”.

Este último recuerdo fue compartido recientemente en el grupo “Fotos Antiguas de Tucumán”.